Una Niña Precoz

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Cuando era a penas una niña comencé a experimentar cosas en mi cuerpo que no sabía que eran, sensaciones desconocidas pero agradable que me hacían pensar en hombres, yo no sabía si esta situación era normal o no por lo que prefería esconderlo del resto del mundo.
Recuerdo tener apenas unos 10 años y ya estar pensando en que se sentiría si un hombre me tocara, no entendía del todo el sexo por supuesto pero, si me gustaba imaginar y así comenzó todo.
Un día estaba en mi habitación y había robado un pequeño libro de la habitación de mi madre, era un libro que ella siempre guardaba bajo la almohada esperando que nadie lo encontrara; en el, había una historia erotica con dibujos que parecía caricaturas, recuerdo uno en particular en el que un hombre al parecer un vaquero rescataba a una chica India (si el libro era un cliché) pero esta chica tenía tres senos y para agradecerle al vaquero tenía sexo con él, se veía claramente como el la tocaba, con cada mano acariciaba uno de sus pecho y con la boca saborea a él tercero, después acariciaba su trasero, en la siguiente escena ella estaba encima de él mientras él acariciaba todo su cuerpo.
Yo no sabía bien que pasaba ahí, sin embargo me gustaba imaginar que era yo, me acariciaba de la misma forma que el vaquero a la chica y después colocaba un cojín largo y me sentaba sobre él imaginando que el cojín era él.
Recuerdo también que aun cuando niña llegaba a soñar con cosas que creo que a cualquiera le podían perturbar o parecer muy extrañas, uno de los sueños que recuerdo más vividamente es soñar que era ya una chica mayor, asoleabdome en la playa en bikini y de repente un tipo cae y su cara queda justo en mi trasero, por alguna razón eso me gusto y me gustaba pensar en eso y recordar ese sueño.
Y si, no tenia más de 12 años cuando ya pensaba así, cuando ya soñaba así, a esa edad recuerdo ver caricaturas aun encerrada en mi cuarto, imaginando me a los protagonistas de esas caricaturas tocandome y acariciandome de la misma forma que lo hacías los protagonistas de esos libros que mi mamá guardaba bajo su almohada.
Y creo que desde entonces algo extraño ocurría pues no me imaginaba a cualquiera, me gustaba hasta cierto punto dividir a los personajes de algunas caricaturas con algunos imaginaba un beso, un romance, caminar de la mano, pero, con otros imaginaba mucho más, los imaginaba tocando el trasero, tocandome el pecho (que a esa edad era muy poco) me imaginaba sobre ellos, aún no sabía haciendo que porque los libros no eran tan gráficos, un ejemplo de esto sería, los súper campeones, una caricatura que me gustaba ver pues había muchos chicos guapos, yo estaba enamorada de Andy, el niño que tenía una enfermedad del corazón, con el en mi mente todo era tierno, romántico, cursi, muy lindo, imaginaba que así sería mi primer novio; pero por otro lado, me encantaba Richard TexTex, un chico más rudo y hábil, con el imaginaba otras cosas, imaginaba que me besaba pero al mismo tiempo que me acariciaba, podía ver en mi mente como tocaba mi trasero mientras yo me sentaba sobre él, también como acariciaba mis pequeños pechos, como pasaba sus manos por mi abdomen y me levantaba la blusa para sentir mi piel, como volvía y apretaba mi trasero con las mismas manos con las que paraba cada balón que quería entrar es su portería.
Y ejemplos como ese había muchos, en caballeros del zodiaco mi romance era con Seiya pero mis fantasías más íntimas estaban con Ikki, claro que todo eran simples fantasías pues en la vida real me aterraba que un niño se me acercara, claro que me gustaban y quería tener un novio pero solo quería un romance pues en mi casa siempre se dijo que lo demás era malo.
Así que si, estaba atrapada en mis fantasías que me hacían sentir tan bien, pero en el fondo sentía que hacía algo malo por pensar eso, aún así no dejaba de imaginarlo, cada día en al menos una ocasión, algunos días lo pensaba más, otros menos pero siempre tenía presentes esas fantasías. Era normal? Todas las niñas pensaban así? Era yo la única? Creo que eso nunca lo sabré pero si se que fue el comienzo de todo.

Confesiones de una chica cualquieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora