Cuanto Me Ofreces?

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Durante las vacaciones me decidí a encontrarme un empleo de verano, necesitaba y quería trabajar y así obtener mi propio dinero; conseguí trabajo en un salón de juegos y apuestas que estaba muy cerca del lugar donde yo vivía.
El empleo me gustaba aunque la realidad era que trabajaba muchas horas por un pago realmente bajo, aunque mi trabajo era muy sencillo, simplemente me encargaba de llevar a los jugadores a sus mesas según lo que quería jugar, entregarles carta para que pidieran algo de beber o comer y listo.
Fue ahí que descubrí que podía obtener ganancias por algo que a mi me encantaba hacer, la primera experiencia fue con mi jefe directo, quien coqueteaba conmigo todo el tiempo, un día me pidió ir a su oficina y yo acepte, ya estando ahí pude ver que al cerrar el le puso seguro a su puerta, comenzamos a platicar de cosas personales, como que tan estresada estaba, si era cansado mi trabajo, yo respondí si a ambos cuestionamientos, al hacerlo el se paro justo detrás de mi y comenzó a frotar mis hombros, me pedía que me relajar a y decía que estaba en verdad muy tensa, yo ya había notado como sus manos me acariciaban pues no era la primera vez que un hombre lo hacía con la misma intención, lo deje seguir, él comenzó a desabotonarme la blusa a lo que puse un poco de resistencia y él dijo que sólo era para poder "masajearme" mejor, se lo permití, volvió a mi espalda y me acariciaba mas extensamente, después desabrocho mi sostén, para este entonces creo que ambos nos encontrábamos ya bastante exitados, pero ninguno decía nada, había un silencio total, sin embargo se sentía la tensión sexual que emanaba de nosotros, el se acercó y comenzó a besar mi cuello, mi oído y mis hombros, yo me sentía tan exitada y húmeda, sin embargo solo pude decir: - esto es parte del contrato? -, el respondió que no y se alejo ligeramente, después me dijo: - pero podemos ajustar tu sueldo y pagarte el doble de lo que ganas ahora-, siguió besándome y llevó sus manos de mi espalda a mis pechos, - que dices? -, en respuesta solo tomé sus manos y apreté más mis pechos con ellas, fue suficiente para que el entendiara que estaba de acuerdo. Entonces paso, aquella fantasía telefónica de tener sexo en una oficina se convirtió en realidad, hicimos de todo, me desnudo, me hiso sexo oral, después lo hice yo, vaya que lo hice pues ademas nunca había visto un pene tan grande como ese, por alguna razón eso me exitaba mas, me encantó saborearlo pero disfrute mucho más sentirlo penetrarme, ahí en su escritorio, sobre el, y después solo apoyada en el, en el sofá, de pie, en fin fue una faena que valió totalmente la pena, y no solo porque fue espectacular, sino que además ahora ganaría el doble de lo que ganaba antes.
Despues de esto el jefe ya no tenía mucho que ofrecerme además de buen sexo, aún así estuve algunas veces más con él, sin embargo no fue el único que se fijo en mi, un día estaba como siempre atendiendo a los clientes cuando uno de ellos me pidió mi número, me pareció algo extraño pero se lo di, al escribirme me dijo que yo le gustaba y que me ofrecía cierta cantidad por que me ecostara con él, sinceramente me pareció muy poco así que respondí que no, el me preguntó qué cuánto quería, qué yo le dije pues estaba muy interesado en mi, yo le dije que yo no tenía sexo por dinero pero tampoco me acostaba con cualquiera, después de esto el me dijo: - muy bien linda, te ofrezco esta cantidad cada vez que te vea y si seguimos viéndonos te ofrezco un auto para que puedas moverte mas fácilmente, que dices? -, el ofrecimiento realmente me gustó, la realidad era que me estaba pagando por ser su amante y estar dispuesta para el cada vez que el quisiera, y yo... Yo acepte la propuesta, fue así que me convertí en la amante de un hombre, el era médico, cirujano plástico de hecho y comenzamos la aventura.

Confesiones de una chica cualquieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora