Confesiones de una chica cualquiera

EL

Nisiquiera se como podria comenzar a describiirlo, se que fue una noche fria, de esas en que sientes que el viento te acaricia la piel provocando un fuerte escalofrio, no habia lluvia ni nieeve pero si se sentio un frio intenso, de ese frio con el que te dan ganas de quedarte en casa, en cama con alguien que te tenga en sus brazos y te sinentas cobijada, o con ganas de estar frente a la chimenea, con una copa de vino, una tabla de quesos y esa compañia que te hace reir, amar, apasionarte; sin embargo yo decidi salir, fui nuevamente a aquel bar mas por curiosidad, por soledad que por las ganas reales de estar presente en aquel ambiente, que si bien el bar me gustaba era un lugar lindo con un ambiente tranquilo, se podia platicar sin problema pues no tenia una musica muy estridente, los empleados siempre son muy amables y la gente que asiste suelen ser personas tranquilas que van a tomar una copa despues de un largo dia de trabajo, otros que van a ver a sus amigos y charlar de sus vidas mientras beben algo, otros mas como yo que vamos a conocer personas y ver que se va dando conforme va a vanzando la noche.

Ese dia estaba sentada en la barra, habia pedido un mojito para empezar a entrar en calor, llevaba un vestido rojo claro que nada vulgar por el contrario algo discreto, lindo, ceñido al cuerpo de largo a la rodilla, tirantes anchos y un lindo escote cuadrado, un collar delgado con un pequeño corazon como dije, unos aretes pequeños y discretos que hacian juego con el dije del collar, el cabello recogido en una sencilla cola de caballo, tacones altos, y un lindo abrigo negro que me cubriia del frio, el llego y se sento en el banco justo a un lado del mio, lo primero que me llamo la atencion fue su perfume, llego a mi un rico aroma como amaderado, con algunas notas especiadas y un ligero toque dulce que nunca voy a poder olvidar; voltee a ver quien era el portador de aquel hipnotizante aroma y ahi estaba el, con un porte incomparable, su camisa negra de vestir y manga larga, un hermoso reloj de color dorado que rodeaba su muñeca y atraia la mirada hacia sus hermosas manos, creo que es una de las cosas que mas ame de el, sus manos grandes y varoniles, con dedos largos y uñas muy cuidadas y pulcras, en el cuello portaba una cadena dorada tambien discreta pero que no pasaba tan desapercibida, no se veia corriente por el contrario lo hacia lucir mas elegante, llevaba un pantalosn de vestir de color gris no muy claro pero tampoco muy oscuro, combinaba perfectamente, sus zapatos de vestir muy limpios y un fajo a juego de la marca ferragamo.

Su complexion era media, no era muy delgado pero tampoco era gordo ni fornido, algo normal o quiza podria decir algo mas comun, su cabello era negro, con un ligero toque blanco las canas ya comenzaban a notarse pero aun no lo hacias lucir viejo, por el contrario creo que le daban un toque muy interesante y hasta sexy,  sus ojos eran de un cafe muy oscuro sin llegar a ser negros, su mirada tirna, juguetona y a la vez un poco nostalgica, cejas pobladas, pestañas largas y hermosas, labios delgados pero sexys y su sonrisa... no puedo describirla era la sonrisa mas hermosa que habia visto, calida, amable, genuina.

Es increible como pude guardar en mi mente desde aquel primer dia tantos detalles y nunca vi el detalle mas importante, pude percibir los aromas, los colores los detalles de su rostro, sus manos y hasta dibujar su silueta bajo su ropa, bien dicen que uno ve solo lo que quiere ver, nunca note el anillo en su dedo. Claro que quiza no me hubiera importado pero me hubiera gustado notarlo desde el principio, quiza eso me hubiese ahorrado algunos disgustos, algunas lagrimas y muchos malos entendidos; creo que sin duda es el tipo de cosa que deberiamos saber desde que conocemos a alguien y asi decidir por nosotras mismas hasta donde estamos dispuestas a llegar con alguien, pero claro te ciegas y tu cerebro te sabotea omitiendo aquellos detalles que sabe que no seran de tu agrado, asi que mejor se enfoca en la sonrisa encantadora, la mirada traviesa, la presencia imponente y entonces caes rendida a sus pies.