capítulo VI: la soledad

128 16 17
                                    


ALICE

Por fin tengo tiempo de ir a mi sitio especial, ese al que acudes cuando necesitas esa paz que te da estar con tu mejor amiga, la soledad, sonará triste pero no, es todo lo contrario. Cuando estoy con ella puedo ser yo misma, puedo dejar que mis pensamientos fluyan, puedo bailar hasta que mis pies duelan, puedo divagar en cosas que para los demás no tienen importancia, pero para mí son esenciales.

Ese lugar es un prado un poco alejado de la ciudad, por eso me gusta tanto. Es completamente verde y con árboles, pero mi favorito es el más antiguo del lugar, ese que te da sombra cuando los días son muy soleados, también tiene flores en el césped y es muy amplio.

Sólo yo sé de este lugar y qué hago en él, me gusta tener este sitio solo para mí.

************************************

Hoy he decidido ponerme un vestido veraniego porque estamos en primavera y hace un día muy soleado. El vestido me llega un poco más arriba de las rodillas, su estampado es de margaritas y el fondo blanco que hace contraste con mi pelo azabache y mis ojos azules eléctricos. Me he recogido el pelo en un moño despreocupado que deja caer unos mechones rebeldes por mis mejillas y frente.

Empiezo a recoger mi libreta, los lápices y pinturas, el bolso de tela donde meto éstos, mi altavoz y mis gafas que son de cerca.

<como una abuela jsjsjs>

NO SOY COMO UNA ABUELAAA

<sí que lo eres>

Una abuela no tiene mi figura, estúpida.

<pues sí es verdad>

En fin, termino de coger mi móvil y mis llaves y me dirijo al prado.

<tendrás que ponerle un nombre digo yo>

Ya lo sé, y cuando sepa cuál sé lo pondré.

************************************

Coloco la tela en el césped y después las demás cosas, tomo asiento y pongo mi música y comienzo a dibujar
lo que me haga trazar el lápiz.

Como siempre acabo escribiendo frases que me definen:

Me produce un gran placer estar sola. Tal vez se deba a que, al hacerlo, elimino el dolor que me produce la gente. Quizás estar sola sea el placer más fuerte que conozca.

Podrás tener todas las riquezas del mundo, pero, si no tienes a nadie que te ame te sentirás pobre, hasta que un día le encuentres.

Irónico, que me hayan partido de todas las formas posibles y sin embargo siga con la sonrisa plasmada en el rostro y dándome cuenta, que no es el tiempo el que te cura, sino tú mismo.

Dicen: el tiempo lo cura todo, y que poca razón tienen, el tiempo hace que te acostumbres al dolor.

Noto que empieza a anochecer y dentro de poco me tocará volver a casa. Me siento observada y eso hace que mis músculos se tensen y mi mente empieze a divagar en lo que podría pasar. Recojo lo más rápido que puedo todo y empiezo a caminar para llegar a casa lo antes posible.

Escucho pasos detrás mio en la acera y decido voltearme para ver a un hombre con mi misma estatura y ropa oscura a metros de mí. Acelero el paso porque me da que esto se va a convertir en una escena en la que intentan hacer cosas con la protagonista tonta del libro. Claramente yo no soy tan tonta como esas protagonistas y siempre llevo mi táser y mi spray de pimienta encima, me los coloco en las manos esperando lo peor, pero estando preparada.

-Qué vestidito más sexi- grita el señor.

-Te verías más sexy sin él, hermosa- vuelve a dirigirse a mí.

Yo lo ignoro y vuelvo a acelerar el paso.

-¿Se te ha comido la lengua el gato? - dice y noto que se está enfadando por que le ignore.

Noto un aliento en mi cuello y no quiero darme la vuelta porque se perfectamente que es él. Entonces tomo iniciativa, volteo sobre mis talones y le rocío el spray en los ojos, luego apunto con el táser y le doy. Vuelvo a darme la vuelta y comienzo a correr para que ese malnacido no me pille.

-HIJA DE PUTAAA- escucho el grito que se hace un susurro a medida que me alejo.

Logro llegar a casa y preparo las cosas para darme un baño y relajarme después de lo que acababa de pasar en la calle. Me introduzco en el agua tibia y me relajo al instante.

¿Podremos amarnos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora