Capítulo 5: El Despegue

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—Jet de última tecnología. Un diseño aerodinámico sin igual. Turbinas X5 Birx de última generación capaces de romper la barrera del sonido como si nada cuando van a toda marcha... —Himeya decía todo eso con una sonrisa y emoción sin igual, como si de un niño recibiendo un juguete se tratara—. Es el Halcón de Birx, uno de los jets más veloces de la historia.

—La Agencia tiene muchas herramientas y transportes de última tecnología. Me sorprende que sepas usarlo siendo tan joven —agregó El Agente mientras se acomodaba en su asiento.

—Agente, ¿hay comida? —preguntó Nathaniel, quien miraba el lugar de arriba y abajo.

—Atrás tenemos una pequeña nevera y por cierto, puedes llamarme Hyrik, Nathaniel.

El pelinegro se sentó y estiró su mano, seguido de la sombra de esta una mano se extendió hasta llegar a la nevera. La abrió y cuando volvió había comida enlatada, refrigerios, botellas de refresco y él decidió tomar la lata que guardaba salchichas de la mayor calidad. La leyenda urbana de Black Fox la abrió como si nada y empezó a comer, sintiendo que el paraíso estaba en su boca.

—¿Cuándo despegamos? —preguntó Krieg, cuyo pasamontañas estaba tan quemado y roto que mostraba una buena parte de su cara. Hace tan solo unas horas, las quemaduras dejaron bastantes cicatrices no muy bonitas, realmente severas y dolorosas. Sin embargo, por fuerza de voluntad o algo más, Yasser no se inmutó ante el dolor. Para sorpresa de todos gran parte de las quemaduras junto a su gravedad parecían haber desaparecido, apenas dejando marcas en su rostro.

—Los dardos que disparé —respondió El Agente—. Son poderosos y quiero esperar que salga del sistema de ustedes para prevenir accidentes. Aparte, tengo una gran flojera para ir a la cabina —aunque eso último lo dijo con intenciones ocultas.

—Me alegra. Entonces yo voy a pilotear —respondió Himeya con una sonrisa pícara y despiadada. Black Fox siguió comiendo, ajeno a ellos y perdido en su mundo. Ha pasado una infinidad desde la última vez que comía algo de calidad y con un buen sabor.

—A la ciudad de Brisaires, de este mismo país —le pidió El Agente.

—Hyrik. Dime que tienes una aguja, hilo y una tela o algo parecido —dijo Krieg mientras tocaba el pasamontañas. Sabía algo y es que si iba a trabajar en equipo, cosa que no quería, tendría que empezar a depositar algo más de confianza en sus compañeros aunque Himeya ya caminaba en dirección a la cabina del piloto. Por ello, y tratando de no romperlo más aún, se quitó su pasamontañas.

—¿Doctor... ? ¿Eres el doctor Ibrahim? —preguntó Nathaniel bastante sorprendido tras haber acabado la lata de salchichas—. ¿Los doctores no hacen el juramento aquel de cuidar la vida?

—¿Te refieres al Juramento Hipocrático? —susurró Yasser, que luego lo ignoró cuando El Agente respondió.

—¿Te sirven el botiquín que tienes en el compartimiento de arriba? —Yasser tomó el botiquín inmediatamente, con eso ya tenía suficiente. El doctor siguió buscando ahí, y milagrosamente había una tela roja realmente buena. Empezó a coser la tela primero sobre el pasamontañas tan dañado.

Himeya tranquilamente se sentó en la cabina del piloto y maravillado vio todos los botones e interruptores. Los controles esperando ser manipulados por sus habilidosas manos. Se sentó en el cómodo y suave asiento. Desde que se unió al ejército demostró su habilidad como excepcional piloto, pero ver esa hermosa pieza de la ingeniería y tecnología, no podía resistirse a ser el piloto del famoso jet por su extrema velocidad.

—Pasajeros, por favor, pónganse los cinturones de seguridad —anunció el castaño realmente emocionado. Yasser, mientras cosía de a poco su pasamontañas, se lo colocó en un par de ocasiones para ver cómo quedaba. Al terminar, y cuando estaba satisfecho con el resultado, se colocó la máscara al igual que lo hizo Nathaniel. Por su parte, El Agente ya estaba otra vez con su laptop—. Tres, dos, uno...

Afortunadamente acabaron aterrizando en un buen claro del bosque, y eso fue suficiente para poder despegar a toda velocidad. Cuando el ave de metal estuvo en el aire, aceleró a toda velocidad, disparando los niveles de adrenalina en el cuerpo del castaño.

Yasser siguió cosiendo otro pasamontañas con un extenso trapo rojo mientras el jet cada vez iba más y más rápido hacia su próximo destino. El Agente quedó pegado a su asiento, sosteniendo su laptop y el maletín con archivos. Pero el que más sufrió fue el desafortunado Nathaniel, ya que cuando estaba por acabar la última salchicha, ésta salió volando hasta el fondo del jet sin que pudiera detenerla.

«Hijo de puta», alcanzó a susurrar lleno de rencor.

Por otro lado, el joven Himeya gozaba haciendo trucos con el jet, girando como un trompo, de cabeza, en picada, todo mientras probaba qué velocidad podía alcanzar realmente y sus niveles de adrenalina iban en aumento.

—¡Joven Himeya... Debemos ir a la ciudad de Brisaires! —le recordó El Agente por el comunicador de la cabina. Sospechaba que el intrépido piloto haría esto, y estaba en lo cierto cuando la nave aumentó la velocidad de tal forma.

Pasajeros, vamos en dirección a la ciudad de Brisaires —les dijo Himeya por los altavoces, ya yendo en dirección a aquella ciudad y acelerando, tanto que ya todos estaban pegados a sus asientos debido a la fuerza tan descomunal. Además que el pobre Agente ya se había desmayado abrazando su laptop.

—Ja y luego yo soy el loco aquí... ¿Verdad? —preguntó Yasser con una sonrisa mientras terminaba de coser el pedazo de tela sobre su nuevo pasamontañas, quedando con un lado totalmente negro mientras el otro era rojo. Ahora al menos ya tenía dos a parte del que había tapado los hoyos que dejó el fuego. Sin embargo igualmente parte de su gabardina tendría que repararse también, como sus mangas, que también quedaron chamuscadas y realmente le estaban gustando los toques en tela roja.

—Voy a romperle el cuello cuando esto acabe —alcanzó a mascullar Nathaniel lleno de ira hacia Keizer, primero por perder su comida y segundo por sentirse mareado debido a todas las maniobras del jet. Para los demás Himeya podría ser un excelente piloto pero él prefiere los vuelos tranquilos y relajantes.

Iniciativa Caídos: Ciber-Amenaza™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora