Capítulo 19: Ruinas Misteriosas

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Varios vehículos se acercaban por la carretera, dirigiéndose al pueblo. Himeya asustado, escuchó un fuerte ruido al sur del pueblo. De pronto varios proyectiles destruyeron las torres de vigilancia matando a los soldados que estaban allí.

Himeya sabía que alguien estaba asechando ahí desde hace rato, así que lanzó un rayo de energía desde su puño derecho, el encapuchado saltó ágilmente esquivando el ataque y escondiéndose entre los arboles del bosque. El chico se dio cuenta que no era humano cualquiera y, en lugar de perder el tiempo, decidió ir a ayudar a la gente.

El pueblo ardía en llamas, los gritos, ametralladoras y bombas se escuchaban en todas partes. De repente, un fuerte sonido perturbó a todos, mientras a las personas entraban a sus casas para resguardarse, vieron en el cielo un avión, el cual cayó violentamente.

—Es nuestra oportunidad... ¡Ataquen! —ordenó el líder.

Los subordinados lanzaron misiles a las casas, destruyéndolas por completo. La gente atemorizada huyó hacia el norte en busca de refugio. El obispo de la iglesia parecia saber de quienes se trataban por lo que decidió llevar a los niños dentro de ella.

Estos solo podían ver con terror por la ventana como masacraban a sus familias y amigos, ellos estaban protegidos por los maestros del Tibet, quienes se coordinaban para salir y para luchar. Himeya llegó y observo la masacre.

—Están matando a mucha gente, ¡¿quiénes son?! —preguntó  un joven.

—Son terroristas, yo me encargaré de ellos. Ustedes corran hacia el norte. ¡El halcón blanco del bosque los protegerá! —exclamó Matus.

—Usted no podrá solo, necesita ayuda —se inquietó Himeya e intercambió miradas con los otros niños.

—Pero no de ustedes. ¡Ahora corran, rápido!

Acto seguido los jóvenes escaparon al norte al igual que muchas personas que corrían por sus vidas. Los disparos taladraban los oídos de la gente que estaba siendo capturada y algunas asesinadas. La compuerta del sur fue destruida y varios hombres y mujeres armados y vestidos con trajes militares  caminaron hasta la iglesia. La gente creyó que era el ejercito de Argentina, por eso se quedaron quietas llorando.

—Deben estar cerca, hay muchos de ellos, ustedes ya saben que hacer —ordenó un sujeto corpulento.

Cada habitante fue asesinado cruelmente, hombres y mujeres intentaron correr, pero eran alcanzados por las ametralladoras enemigas. Un chico horrorizado observó la matanza y decidió esconderse en la iglesia cerrando la puerta.

Los uniformados también entraron a la iglesia a la fuerza. Aquel sujeto corpulento vestido como un militar observó a su alrededor hasta ver a lo lejos a los híbridos alejándose de la masacre. Sus ojos se tornaron de un color purpura  mientrad decidía ir tras ellos. Pero el maestro Matus apareció en frente de él amenazando con su bastón.

—¿Lugiel? ¿Eres parte del ejercito de Hifflon? — pregunta el maestro.

—Tibetano, por favor apártate de mi camino —respondió el hombre corpulento sonriente.

—No te dejare que te acerque a los niños, no creas que me he olvidado de lo que has hecho.

—Esta secta fue creada para contrarrestar al ejercito de Hifflon, ¿verdad?. Me temo que tendré que eliminarla —respondió.

—No te dejaremos, saldrás perdiendo al final, maldito demonio—maldijo el maestro.

—Sé que hay niños que son parte de un experimento, es algo ilegal, por eso vengo a liberarlos —respondió lugiel, que estaba dispuesto a lograr su cometido, aunque tenga que pasar sobre el cadáver del maestro Tibetano.

Iniciativa Caídos: Ciber-Amenaza™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora