Capítulo 30: El Fin de una Era [Parte I]

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Los Caídos se pusieron en marcha luego de repasar el plan por última vez, no podían perder más tiempo y se separaron para ir a sus respectivas rutas en pareja. El rubio y el victoriano fueron el par que debía tomar la ruta de las alcantarillas, ambos se acercaron todo lo que pudieron a la frontera de la ciudad, teniendo cuidado de no ser detectados por los sensores de seguridad. Aun estaban a las afueras cuando removieron una pesada tapa de hierro que cerraba el acceso a las alcantarillas en una calle desolada.

—Se va a ensuciar mi nuevo traje, que desperdicio —comentó Himeya al hacer una mueca. El hueco ante ellos era profundo y oscuro.

—¿Primera vez? —preguntó Castel para luego dar un salto y caer dentro del acceso. El castaño hizo una mueca, entonces comenzó a bajar lentamente luego de colocar la tapa en su lugar. El castaño utilizó las escaleras, las cuales lo llevaron hacia el interior de un oscuro, silencioso y desconocido mundo. El silencio sólo duró unos minutos mientras iba bajando y fue interrumpido por el sonido del líquido.

—Son las cloacas —se dijo a sí mismo, lamentándose de no haber tomado las últimas bocanadas de aire fresco antes de entrar allí. Sostuvo la respiración por un momento, preparándose mentalmente para soportar el hedor—. Debimos pedirle a Hyrik unas máscaras o algo —pensó, ya que su máscara sólo cubría su rostro con el fin de preservar su identidad, aunque para esas alturas Cyberex ya conocía la identidad de cada uno de ellos.

—Ya llegamos —escuchó a Castel a unos metros de él. Entonces encendió la linterna que trajo consigo, esta no podría quedarse sin energía porque él le daría la suya. Eso inevitablemente le recordó a Cyberex con el cuerpo de un victoriano en su interior.

—¿Por qué estás tan tranquilo?

—¿Qué quieres decir?

—Los desechos, estamos en las alcantarillas de la ciudad —indicó, pensando que el rubio era demasiado relajado ante el hecho de donde estaban y qué estaban por hacer.

—Huele a humedad y es mejor si apagas la linterna —respondió para luego pedirle que respire ya que se estaba poniendo azul. Himeya lo hizo, notando que era cierto, sólo se percibía la humedad así que apagó la luz—. Por un tiempo viví escondido en las alcantarillas de la ciudad de Brisaires, este alcantarillado es similar, aunque mucho más inmenso.

—Ahora que lo dices, Hyrik me dio un mapa de aquí —murmuró al tomar la pequeña tablet, la cual proyectó un holograma con la ubicación de ambos en ese lugar—. Hay kilómetros y kilómetros de desagüe —comentó al ver que el mapa del alcantarillado era incluso más grande que la ciudad.

La tenue luz del holograma dejó que los ojos de Himeya se acostumbraran a la oscuridad, ante él había una gran estructura con ríos que circulaban a un destino desconocido para el castaño. Ambos Caídos comenzaron a caminar, siguiendo el mapa, sin embargo el silencio era un poco molesto para Castel.

—Podrías beber el agua de aquí luego de hervirla —comentó y lo había hecho antes cuando no había sacado ganancias de sus shows.

—¿Por qué no hay desperdicios? Esto es tan extraño.

—Hay un sistema de purificación, desde el momento que tiras de la cadena el sistema se pone en marcha. Separa el agua de la mierda con filtros y químicos, la caca va a los agricultores para convertirse en abono y el agua regresa al mar a través del alcantarillado. Básicamente son ríos subterráneos. Así se resolvió la contaminación del océano y se saca más provecho a la tierra porque nuestro abono hace crecer mucho más a los cultivos.

—Ah, olvidé que eres fans de Cyberex —soltó Himeya para luego suspirar.

—Hay que reconocerle las cosas buenas que ha hecho —Castel subió y bajó los hombros.

Iniciativa Caídos: Ciber-Amenaza™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora