Capitulo 25: Espíritu Quebrantado

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Minutos después, Hykir recibió a los Caídos junto a un grupo de paramédicos de la Agencia. Samir debió cargar a lo largo del desagüe con los otros sobre sus hombros mientras Black Fox lo seguía a pasos lentos. Nathaniel sentía dolor con cada paso, con cada respiración, sin mencionar los molestos crujidos provenientes de su interior.

Al llegar al punto de encuentro, un jet los estaba esperando junto con Hyrik, quien ordenó que los ayudaran inmediatamente mientras los trasladaban. Los paramédicos colocaron a todos los heridos en camillas para estabilizarlos, no llegarían a la base sin no los trataban. Castel y Ronin estaban sangrando por sus heridas, el morocho también tenían graves quemaduras en su cuerpo. Himeya y Krieg estaban inconscientes y Black Fox no dejaba que nadie se le acercara, demasiadas personas prestándole atención lo ponían muy nervioso maldita sea. 

—No quiero tener que noquearte también —le dijo Samir en un tono amenazante para luego dirigirse a Hyrik—. ¡¿Qué carajos sucedió allá?! ¡Dos cuerpos y los drones de caza, no estábamos preparados para eso! —reclamó.   

—¡Dios, ¿qué mierda es eso?! —una de las mujeres del grupo paramédico gritó desesperada. Ambos voltearon y vieron que se trataba del brazo de Castel. Al intentar sanar la herida notaron que algo comenzó a retorcerse bajo la piel, siendo una especie de gran escolopendra de metal que se aferraba a la carne. 

El equipo retomó la calma y se apresuraron a sacar esa cosa del muchacho, con cortes precisos para no dañar un más el brazo, lograron tomar un extremo del gusano. Pero este se retorció, lastimando a las demás personas con sus patas afiladas hasta que Samir lo atravesó con su espada. Él fue tan cuidadoso que no dañó el jet pero sí despedazó la escolopendra en pequeños pedazos chispeantes.       

—Mascota de Cyberex supongo —murmuró el hombre mientras guardaba la espada dentro de su funda.

—Él sabía que poderes tiene Castel y cómo los usa. Las bombas no era lo letal, sino estas cosas que liberaban al explotar —comentó Hyrik. Con el parásito neutralizado, el grupo de paramédicos pudo trabajar en estabilizar al muchacho.

En media hora ya llegaron a la base y cada Caído fue llevado a la enfermería para recibir la atención adecuada y ser operados si lo requieren. 

—Evan, estoy aquí —le dijo Hyrik mientras le sostenía la mano. Estaba muy preocupado por el joven. Ellos había rescatado al castaño sin embargo sus heridas eran graves, Hyrik no quiso dejarlo solo en ningún momento.

Volvió a las primeras memorias, cuando ni consideraba a los que ahora llaman Caídos. Fue hace años, muchos años. Pero los resguardaba como un tesoro, pues fueron como hijos. Meses de planificación, convivencia y felicidad, ésta última comparándose con la que sentía con el amor de su vida, que ya había fallecido hace veinte años.

Pronto ya estaba en alguna base de La Agencia ya que él se encargaría de entrenarlos. Biowave, Vulcan Slash, Thunderboy, Psicomind, y una mujer híbrida humano hevenziana de nombre Déleavé. Él era el último. Todos ellos tumbarían el imperio de Cyberex.

Sin embargo, ahora sólo quedaban dos de ese equipo vivos, y una los había traicionado. Si tan solo Hyrik no los hubiera conocido esto terminaría así. No puso hacerse esa pregunta cuando Evan logró volver a despertar por un segundo.

—Hyrik... —dijo el muchacho con seriedad, sin embargo, la ira poco a poco empezaba a ganarle—. Ya sé todo, ya sé que no voy a salir de esta mierda... —trató de acercarse aún más a Hyrik, e hizo énfasis en las siguientes palabras.

Pero antes, empezó a sentirse pálido. La bala, aunque no directamente, le había hecho bastante daño en su corazón, tanto que ni los modernos tratamientos de estos tiempos fueron capaces de salvarlo. Por eso se sentía mal, muy mal... Pero su fuerza de voluntad ya era suficiente para mantenerlo vivo por unos segundos, más que suficiente para decirle a su querido amigo unas últimas palabras.

Iniciativa Caídos: Ciber-Amenaza™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora