El irlandés se vio en cuestión de segundos sumido en el placer, pues la ansiosa rubia que tenía delante (y que ahora tenía contra su cuerpo) no tardó mas que un parpadeo para abalanzarse contra su cuello, como una bestia de la noche, como la fiera ávida de devorar a su presa.
Como la mas fugaz de las estrellas se había arrojado sobre él, y aquella era la mejor comparación pues, Colin nunca había visto brillar a nadie en la Tierra como lo hacia Jen.
¿Resistirse? ¿Qué hombre sería capaz de resistir los ágiles movimientos que ejercía la lengua de la rubia sobre su yugular? Eso si, sin duda, Jen al día siguiente tendría los labios rojos incluso no era de extrañar si tuviesen pequeños cardenales, la barba de Colin tendría que estar dañando sus rosados labios pero poco la importó.
Al diablo con las consecuencias. Él sería su Hades, su rey del Inframundo, el que la llevaría al infierno, el que le haría tocarlo a la par que el cielo con sus propios gemidos. Su bella y hermosa Perséfone... Como si no volvía a florecer nunca mas la primavera, como si el mundo se sumía en una eterna lluvia, que ellos arderían, si, pero arderían juntos.Colin no tardó en dominar la situación, acorralando el cuerpo de Jen contra la pared mas cercana, besando sus labios con vehemencia. Una explosión se produjo en su interior cuando por fin, sus labios volvieron a fundirse, asaltando la boca ajena como si de una lucha se tratase.
Estaban borrachos... Borrachos de amor, borrachos del alcohol que había dejado al desnudo aquellos sentimientos que intentaron mantener ocultos.
Colin no tardó en hacerse con el cuerpo de Jen, lanzándola a la cama con esa forma tan propia de él: pasional pero sin abandonar la delicadeza.
Jen perdía el control de la situación por minutos, se hacía una y otra vez con los labios del ojiazul mientras él, se entretenía en quitarle el vestido con lentitud, una lentitud que tenía un único fin; torturarla, pues bien sabía él, lo perdidamente ansiosa que estaba. Y ahora, no solo estaba ansiosa si no desnuda, desnuda ante sus ojos, desnuda en la penumbra de la noche, en la que su cuerpo únicamente estaba iluminado por la luz de la luna que pese a ser escasa, dejaba comprobar su perfección.
Jen, no quiso quedarse atrás y no tardó en comenzar a desabrochar los botones de la camisa del varón mientras disfrutaba de aquella lasciva mirada que dedicó a su cuerpo desnudo.
-¿Cómo fue eso que dijiste? ¿La última y la primera vez? -Comentó Jen en un suspiro al sentir la mano masculina recorriendo su plano vientre, haciendo reaccionar al irlandés que estaba sumido en que cada detalle de su cuerpo y dedicándole una ladina sonrisa.
-Quien dice una vez, dice dos, ¿no? -Soltó una leve risa acompañado de un mordisco que propició en su hombro.- Quiero proponerte algo, Jen. -Al ver el gesto de curiosidad que mostró la rubia a la par que recorría su cuello y su mandíbula con los dedos, continuó hablando.- Quiero que juguemos a un juego. Verás, ¿a caso te sientes mal cuando me besas mientras grabamos? ¿Cuando me besas actuando como Emma? No, ¿verdad? Juguemos a ser Garfio y a ser Emma. Juguemos a estar en la habitación de... ¡Que se yo! Del Granny's. Juguemos a ser nuestros personajes, tan difícil no tiene que ser pues, no tendremos un foco y no estaremos rodeados de cámaras pero amarnos... Hasta nos amamos mas que ellos.
-Mi capitán... -Murmuró Jen con una amplia sonrisa que claramente mostraba que aceptaba aquél juego.
-Mi salvadora....
Y aquellas fueron las últimas palabras de esa noche pues todo lo demás que salió de sus bocas a partir de ese momento, fueron gemidos del placer que ambos hicieron sentir al otro.
Pese al alcohol, las manos de Jen seguían siendo mas que hábiles y se hizo con cada extremo de sus pantalones, una vez haber desabrochado el botón, para bajarlos de un tirón junto con los boxers del "pirata".
Obvio que ambos estaban ansiosos en sentirse, en ser una sola persona, en fundir sus cuerpos hasta que pareciese solo uno pero tenían tanto que demostrarse, tanto que saciarse... Que tardaron más de la cuenta por el simple hecho de propiciarse todo tipo de caricias: suaves, delicadas, descaradas, incluso placenteras cuando eran dadas en las zonas mas erógenas de sus cuerpos.
Como anhelaban el cuerpo ajeno, como extrañaban su piel contra su piel, sonreírse en medio de pasionales besos y gemirse al oído lo que sentían. Y de verdad, que para ellos no había nada mejor que palabras sinceras en gemidos del placer que se daban. ¿De verdad aquello podía considerarse algo malo? ¿Amarse como ellos lo hacían?Jen abrió los ojos como pudo para suplicarle a Colin con la mirada. Por supuesto que adoraba lo que sus manos estaban haciendo en su cuerpo, lo que sus dedos estaban haciéndola sentir entre sus piernas, que su lengua estuviese explorando y haciéndola sentir cosas que nunca antes había sentido, que sus dientes estuvieran arañando su cuello como también mordiendo partes de su cuerpo que solo ocasionaba arrancarla gemidos. Demonios... Claro que adoraba aquello pero necesitaba más, le necesitaba a él por completo, de la única manera que ella, se sentía de él tanto como él, era de ella. Y Colin, entendiendo aquella mirada y sin perder el contacto visual con ella hizo ambos cuerpos uno de tan solo un movimiento de sus caderas. De una forma que consiguió hacer perder la cordura a Jen, tan salvaje y delicada como solo él sabía.
Ansiosas, desesperadas... Así se encontraban las caderas de Colin que no dejaban de moverse contra el interior de Jen en movimientos firmes y marcados. Ninguno de los dos se molestó en acallar los gemidos que morían contra sus bocas, solo se limitaron a disfrutar del placer que les invadía en cada resquicio de su cuerpo.
Jen arrancó un gruñido a Colin cuando sus uñas se clavaron en sus hombros para dejar un recorrido por su espalda, un gesto que sin duda, le dejaría marcas al irlandés.Que perfecto baile formaron aún sin música, como compaginaron sus caderas al mismo son, dejándose llevar por la melodía de sus gemidos, gemidos que llevaban el nombre del otro. Cuán loco le volvía a Colin escuchar su nombre en formato gemido contra su oído pronunciado por la persona que... Amaba. Si, la amaba. Y era inútil seguir ocultando aquello por el simple hecho de que en su anillo de oro en su dedo anular no pusiese "Jennifer"
El olor a sexo y a alcohol se apoderó del ambiente y más aún cuando el orgasmo les invadió a ambos al mismo tiempo. Obligando a Jen a arquear su espalda por completo y por ende, también tuvo que levantarse Colin, eso sí, sin separar sus cuerpos.
Pese el placer que invadió al irlandés que le obligaba a cerrar sus ojos, no quiso perder detalle alguno del rostro de Jen con el orgasmo que él mismo le había hecho alcanzar.Ambos cayeron rendidos a la cama, y ni se molestaron en vestirse, pues eso implicaría separarse y... Demasiado lo habían estado ya.
Una vez que Colin, a regañadientes, salió del interior de Jen (cosa que no hacía que ella dejase de ser suya), la abrazó por detrás, pegando su espalda y su pecho, rodeando su cuerpo desnudo como si así la protegiese de todo mal que pudiese acecharla en la oscura noche. Y después de dejar un casto beso entre su rubio cabello, apartó con su nariz varios mechones de pelo para poder alcanzar su oído.-Te quiero. -Susurró aún con la respiración entrecortada a causa del acto sexual, cogiendo valor para pronunciar aquellas dos simples palabras que tanto significaban y que tanto le había costado decir.
-Te quiero. -Repitió Jen, mordiéndose el labio inferior mientras sonreía contra el brazo masculina que la estaba rodeando. Segura como nunca antes de sus palabras y de sus sentimientos.
-Descansa, amor. Nos vemos en tus sueños.
Y los dos, después de alcanzar uno de los mejores orgasmos de sus vidas que había agotado al completo su energía y les había cargado de cansancio, se dejaron llevar por el sueño profundo que les invadió en escasos minutos.
Y... ¿Ahora qué? ¿Despertarían siendo dos miradas culpables? ¿Dos extraños que iban a jurar que no iba a volver a pasar? O... ¿Cambiaría todo?
Bastó que el sol se adentrase por la ventana para responder a aquellas preguntas que acechaban por sus cabezas antes de sumirse en el mundo de los sueños; allí donde se encontraron de nuevo.
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Más allá de las cámaras.
Romance«El hecho de que él, lleve un anillo con un nombre, no significa que su corazón, no pueda latir por otra persona.» Jennifer Morrison, una joven de Los Ángeles y actriz en una serie, se enamora de su compañero de trabajo, Colin O'Donoghue un atractiv...