Capítulo 9.

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Esa noche, no solo formaron sus cuerpos en uno solo, si no que también hicieron competencia al amanecer. Si quiera el sol se había puesto, y ambos amantes ya estaban despiertos, persiguiendo el amanecer, volviendo hacer el amor, de aquella forma tan pasional como hacía unas horas. El cansancio se había apoderado de ellos pero el deseo lo superaba con creces. Y más aún cuando sabían, que iban a estar casi un mes sin verse, y que esa, era su primera y última vez, o al menos eso pensaban.

-¿Quieres matarme? Es eso, ¿verdad? -Comentó el irlandés sin apenas respiración por acabar de alcanzar uno de los mejores orgasmos de su vida.

-¿Y perderme esto? Oh no me perdonaría nunca apagar esos ojos azules para siempre. -Murmuró Jen, algo somnolienta e intentando levantarse de la cama.

-Ey, ¿a dónde vas? -Colin se negó a separar sus cuerpos, ejerciendo una leve presión contra el cuerpo de la rubia.- Todavía no es de día, son las farolas la luz que entra por la ventana, no el sol, créeme, amor, son las luces de la calle.

-Si es el sol, y no las farolas, ya ha amanecido, ya ha acabado la noche que hemos hecho nuestra...Y debemos prepararnos para nuestros respectivos vuelos.

-Un sol que nos va a separar... Espero que no finjas el día para librarte de los brazos de un irlandés.

-Si por mi fuese, no hubiese amanecido nunca...

Un silencio incomodo se instaló en la habitación y aquellas sonrisas que compartieron hace un par de horas, se habían esfumado, tornando ambos ojos claros en un gris gobernado por la tristeza. La rubia se levantó de la cama, zafándose de los masculinos brazos que la rodeaban, para dirigirse hacía el baño. Oyó a sus espaldas como Colin gruñó al ella romper el contacto de ambas pieles. Y pese a que no le viese, sabía que tenía sus ojos azules devorando su cuerpo desnudo.
Entró al baño, sin cerrar el pestillo, para darse una ducha rápida, o no tan rápida, depende si él quería entrar o no.
Los minutos pasaban, el agua tibia descendía por su cuerpo, el gel del hotel perfumaba su cuerpo de un dulce olor a vainilla y él, no entraba. Y con razón, la noche había sido agotadora y ahora no podían perder más tiempo, tenían que coger un avión en menos de dos horas. Un avión, con diferentes destinos.
Pese a la pequeña decepción que sintió por como le hubiese gustado que irrumpiese su ducha, permitiéndola ver ese cuerpo que parecía del mismísimo Adonis, y el agua fluyendo por él, no le culpó ni mucho menos se molestó.

Al otro lado, Colin parecía estar debatiendo en su cabeza una lucha interna. La cama se le hizo demasiado grande de pronto y el remordimiento se apoderó de él en cuanto se quedó solo. Las cosas con su mujer no iban del todo bien, y normal, vivían distanciados y ella odiaba que Colin tuviese que besar a otras mujeres, sin tener tiempo para la suya, pero pese a ello, Helen era una buena mujer, y no se merecía aquello. Podría haber asegurado que se sentía la peor persona del universo. Su remordimiento de conciencia y sus preocupaciones desaparecieron cuando escuchó al otro lado de la pared el agua procedente de la ducha. Visualizó en su mente aquel cuerpo desnudo que tan bien había memorizado, cubierto en una capa de agua y espuma. Y aquello, era lo que mas adoraba de Jen, que sin si quiera verla, ni tocarla, con tan solo pensar en ella sus problemas se esfumaban como el humo.

Colin no supo cuanto tiempo había pasado pero el portazo que dio la puerta del baño le saco de sus pensamientos, pero aquella imagen fue mucho mejor que cualquiera que pasase por su mente. El pelo de Jen goteaba y se le pegaba al cuerpo, con una toalla se zarandeaba el pelo para secarlo de manera natural, y estaba completamente desnuda, con infinidad gotas haciendo carreras por su cuerpo.

-¿Tus intenciones son acabar de nuevo en la cama?

Una risita brotó de los labios de la rubia tras el comentario de él, quien se levantó y se acercó, deteniéndose frente a ella, inclinando sus labios para atrapar con estos las gotas que descansaban en su hombro derecho. Recorrió con su lengua el cuello de ella hasta llegar a su mandíbula donde dejó un húmedo beso. Pudo notar como ella se estremeció pero no quería forzar la situación. El azul de sus ojos se encontró con su verde, pero esta vez de manera muy distinta. Sus ojos seguían reflejando la pasión que se sentían y los sentimientos que ya no se habían molestado en ocultar, pero también estaban cargados de culpabilidad. Con un carraspeo, Colin la rodeó y entró al baño, pero antes de eso, Jen agarró sus mejillas para dejar un beso en sus labios que logró desconcertarle.

Cuando salió, para su sorpresa, Jen no estaba allí. El cuerpo de la rubia sobre la cama fue sustituido por una nota blanca:

"Odio las despedidas. Y no iba a ser capaz de soportar la nuestra. Ni tampoco los silencios incómodos, ni tu mirada culpable... Y mucho menos conversaciones de sincerarnos y martirizarnos.
Perdóname, no iba a ser capaz de aguantarlo.
Felices vacaciones y cualquier cosa, llámame. No hagas ninguna locura. No destruyas tantos años de matrimonio por esto.
Gracias por lo de anoche...
Jennifer~"

Una mezcla de sentimientos se posaron en él. Por una parte agradeció no tener que pasar por el momento de la despedida, pero su mundo se derrumbó al darse cuenta que no contemplaría sus ojos verdes durante lo que para él sería una eternidad. ¿Que no destruyese su matrimonio por eso? ¿Qué querría decir? ¿Qué solo había sido placer carnal y no había sentido nada? No, aquello no era lo que habían dicho sus ojos.
Agarró su maleta, y grabó en su retina la imagen de la habitación que había sido testigo de que se amaban, que pese no haberlo dicho con palabras, las acciones hablaron por si solas.

Habían pasado cuatro semanas desde el encuentro que tuvieron en el hotel de Maine. Cuatro semanas extrañándose como quizás nunca habían extrañado a nadie. Cuatro semanas sin saber nada de él, sin compartir ningún mensaje. Colin, compartiendo besos fríos con su esposa, siendo incapaz de serla sincera por mucho que intentaba contarle lo que paso, y Jen confundiendo a todos los hombres que paseaban por las calles de Los Ángeles, con la cara del irlandés. Habían sido cuatro semanas, veintiocho días, seiscientas setenta horas de pura tortura. De sonrisas fingidas delante de la gente y lágrimas en la soledad. Incluso hubo un momento en el que Jen sintió que el mundo se derrumbaba y su corazón se partía en pedazos. Le necesitaba más que al oxígeno para respirar, y no le tenía... Pero como todo en esta vida, todo llega, y el día de volver a chocarse con su mirada, había llegado.

Cuando Colin estaba a punto de abandonar su hogar para dirigirse al aeropuerto, su esposa dejó caer sobre la mesa de la entrada de forma brusca una revista. Helen estaba cruzada de brazos, con la mandíbula apretada, sin gesticular palabra, su mirada de furia, hablaba por si sola.
Colin agarró la revista y contempló atónito la portada y lo que decía:

"¿Posible romance más allá de las cámaras entre dos de los protagonistas de OUAT?"

Y en la portada había cuatro imágenes, dos pequeñas, una de Hook y Emma, del beso del capítulo 5 y otra de ellos fuera del rodaje, pasando Colin un brazo por el hombro de Jen, y otra que ocupaba la revista por completo, de ambos entrando a horas distintas, al mismo hotel, aquella noche.

En las manos del irlandés estaba el ser sincero, en acabar con aquel cargo de conciencia que estaba pudiendo con él, o simplemente, mentirla.
Eligiese lo que eligiese, alguien acabaría sufriendo.

Más allá de las cámaras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora