El sonido de la ambulancia resonaba por todas las calles de Vancouver, deteniéndose frente al coche de Colin el cual estaba contra el culpable del accidente.
La angustia crecía en los ojos de Colin al ver a Jennifer en aquel estado y que no despertaba, si quiera le importaba el golpe que él se había dado, el dolor de su cuerpo no era comparable con el de ver a Jen así.
La policía no tardó en llegar al lugar para conocer los hechos pero ambos ya estaban en la ambulancia con rumbo al hospital.Una vez estuvieron allí, una camilla con Jen tumbada en ella, descendió de la ambulancia a toda prisa, siendo recibida por una decena de médicos y enfermeras. Sin duda, era grave. ¿Por qué a ella? ¿Por qué ella tenía que haberse llevado el golpe fuerte y él simplemente el cuello dislocado?
Le atendieron de inmediato, a regañadientes, no le importaba ser atendido, solo quería estar con ella, a su lado en todo maldito momento, pues quien le aseguraba que no fuese el último.
Ante su estado de nervios, las enfermeras tomaron la decisión de sedarle y dormirle para calmarle, y tras inyectar el calmante en su piel, en cuestión de segundos estaba sumido en un sueño profundo en la camilla del hospital.Acabó la entrevista, y por suerte, tuvieron un momento de descanso. Jen miró a su al rededor con disimulo antes de acercarse a Colin, que estaba junto a la máquina de cafés tomando uno.
-¿Está desenchufada? –Oyó a sus espaldas la dulce e inconfundible risa de la mujer que amaba.
-¡Oh! No. Eso solo les ocurre a las rubias. –Tras pronunciar esas palabras sintió la mano de Jen estrellándose contra su hombro, dejándole un pequeño golpe.
-Colin... ¿No crees que estamos dejando el disimulo a un lado?
-¿Por qué lo dices? –Se rascó la cabeza algo nervioso pues hasta ese instante, no había sido consciente de que llevaban todo el día comiéndose con la mirada y haciendo comentarios ante las cámaras.– Estoy enamorado de ti, Jennifer, no puedo evitar a veces ciertas cosas, de hecho, me olvido que estamos en público. Yo creo que es este dichoso lugar... San Diego. ¿Recuerdas como acabamos la anterior Comic Con?
Jen miró a su al rededor, percatándose de que en ese mismo instante, estaban solos. Agarró su mano y con cautela, se adentró con él en el cuarto de las escobas. Sin darle tiempo a reaccionar, sus labios estaban estrellados contra los suyos, devorando con vehemencia los ajenos.
-Fue algo así como acabamos, ¿no?
Sabían que tenían otra entrevista en menos de una hora, pero poco les importó. Colin estaba casi seguro de que iba hacer el amor con ella en cada resquicio del mundo, en cada lugar, y es que, adoraban esconderse en un rincón para demostrar su amor de... Forma más carnal.
El espacio era pequeño y la ropa comenzó a sobrarles ante aquellos desbocados besos y esas placenteras caricias que ambos se estaban propiciando, haciéndoles olvidar donde se encontraban. Y es que, desde que pactaron llevarlo en secreto, todo habían sido aventuras y locuras, y ambos no podían negar que aquella situación era un tanto divertida a la par que, en ocasiones, dolorosa.Acabaron como se intuía desde el momento que Jen buscó un sitio a solas y cerrado y... Pese a que no era el lugar perfecto, ni cómodo, no pudieron evitar las ganas que tenían el uno del otro.
-¿Eres consciente de qué vas a llegar a la entrevista con tu rostro gritando el orgasmo que acabas de tener?
-¿Y tú eres consciente de que no puedo aparecer así y de qué estamos locos? –Jen se colocó el vestido de nuevo, intentando en vano arreglar su pelo, y deslizando sus dedos por sus hinchados labios.
-No he sido yo quien ha ocasionado esto señorita tengamos sexo en el cuarto de las escobas en media Comic Con. –Jen fulminó con la mirada al irlandés quien la estaba desafiando con una pícara mirada, y ella, acabó riendo.
-Bien... Salgo yo primero y... Luego hazlo tú. ¿De acuerdo? Llega después que yo a la entrevista.
-Como desees. –Colin utilizó el tono de voz de Garfio, acompañando sus palabras de una teatral reverencia.
Jennifer comprobó que la sala seguía vacía, saliendo del cuarto con total naturalidad, intentando no perder el equilibrio al andar ya que sus piernas seguían temblando.
Como bien intuía, las dos jóvenes que la maquillaban estaban justo esperándola para retocarla. Ambas se miraron cuando la vieron llegar pero no hicieron ningún tipo de comentario.
La magia en el mundo real también debía existir pues en cuestión de segundos, su pelo estaba de nuevo en perfectas condiciones, y su maquillaje perfecto.Colin llegó a la entrevista diez minutos tarde, y cuando Jen le vio aparecer, se estremeció al recordar los momentos de minutos atrás. Las periodistas, maquilladoras, incluso algunas famosas, se giraban a mirarle, y Jen se sintió la mujer más afortunada del mundo.
-Siento la tardanza... –Colin cogió asiento justo al lado de Jen, a quien dirigió una rápida mirada.– Te ves preciosa.
-Gracias. –Jen no pudo evitar la sonrisa que se posó en sus labios. ¿Realmente había dicho eso mientras les grababan? Bueno... Un amigo puede decirle a su compañera de trabajo que está guapa, ¿verdad? Lo que solo ella sabía era que él había dicho eso porque según decía siempre, nunca estaba tan preciosa como después de hacer el amor.
La entrevista fue amena. La entrevistadora no dejaba de preguntar sobre la serie y sus personajes, siendo casi siempre Jennifer la que respondía.
-Iba a decir algo pero... Me di cuenta de que no puedo. –Murmuró Colin en mitad de la entrevista tras una pregunta sobre la serie. Tenían unas normas, podían responder preguntas siempre y cuando no revelasen nada de la temporada. O eso creía Jen que era lo que no podía decir.
-Dime que ibas a decir. –La rubia se inclinó, ladeando la cabeza para que lo contase en su oído.
-Por mucho maquillaje, se te sigue notando el orgasmo.
Jennifer sintió como sus mejillas se ruborizaban. ¿Y si el micrófono había captado sus palabras? Realmente, no eran conscientes de lo que estaba en juego, o eso, o habían perdido la cordura.
-Oh, si. –Actuó con total naturalidad, como si acabase de pronunciar contra su oído una revelación de la serie.
-Oh, si. –Colin repitió las palabras de Jennifer con una sonrisa.
Solo ellos sabían lo que realmente ocurría, solo ellos sabían que detrás de esas miradas que mostraban ante las cámaras, había un sentimiento, pues todo iba más allá de las cámaras.
Despertó de golpe, aturdido y sin saber donde se encontraba. Visualizó poco a poco el hospital, y se llevó las manos al collarín que presionaba su cuello. Ahora lo recordaba todo... El accidente, la ambulancia... Jennifer.
Se levantó de la camilla tan rápido como pudo.-¿Dónde está? ¿Dónde está? –Sus gritos resonaron por las cuatro paredes del hospital. Una enfermera intentó calmarle y pedirle silencio.
-Por favor, señor O'Donoghue, acompáñeme. –Apareció un médico, y por el tono de su voz, no tenía buenas noticias. Las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos, el corazón se le desbocaba del pecho ante aquel estado de nervios.
-¿Dónde está? ¿Cómo está?
-Estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos. La señorita Morrison está en coma, el golpe ha afectado a una zona de su cerebro que le ha hecho sumirse en la inconsciencia. No sabemos si podremos despertarla pero lo que si sabemos es que necesitamos un donante, con urgencia...
-Yo. –Colin ni terminó de escuchar al doctor, ni siquiera se preocupó en saber que órgano necesitaba, pues fuese el que fuese estaba dispuesto a donárselo, como si era su corazón, estaba dispuesto a morir para que la luz que más brillaba en el mundo, no se apagase nunca.– Yo seré quien le done lo que necesite.
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Más allá de las cámaras.
Romans«El hecho de que él, lleve un anillo con un nombre, no significa que su corazón, no pueda latir por otra persona.» Jennifer Morrison, una joven de Los Ángeles y actriz en una serie, se enamora de su compañero de trabajo, Colin O'Donoghue un atractiv...