Capítulo 19.

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-Jen... ¿Estás sola? ¿Podemos hablar?

La rubia quedó paralizada en la puerta, dudando en que responder, llevando su mirada al piso de arriba, esperando que quizá apareciese de imprevisto Colin.
Cuatro segundos, cinco segundos... Sospechó que quizá oyó a Helen y por ello se mantuvo escondido.

-Si, pasa, por favor.

Cedió el paso a la mujer, quien pasó por delante de ella y Jen detuvo su mirada en el anillo de oro que llevaba en su dedo anular, provocando un nudo en su estómago. ¿De qué querría hablar? Los nervios se instalaron en su interior, sus manos sudando y a cada minuto, soltando un profundo suspiro a causa de quedarse sin respiración.

-¿Y bien? -Jen rompió el silencio en el momento que ambas tomaron asiento en el sofá. Parecía no ser la única nerviosa pues Helen tenía la mirada en sus manos, las cuales no dejaba de frotar.

-No sé muy bien como decirlo pero... Lo voy a soltar de una vez, déjame hablar y decir todo, por favor. -Jen asintió, cogiendo aire, preparada para posiblemente, el discurso que iba a soltar.- Verás... Se que Colin intenta mantenerme alejada de todo y cada día de mi vida me he estado concienciando en que esto es así, que él es famoso y una de las cosas que conlleva a la fama son los rumores... Pero hace meses que no son los rumores lo que me perturban. Es el color apagado de sus ojos cuando esta en el Irlanda, el frío de sus abrazos y lo cansado que esta siempre para hacer el amor. Jen es la forma en que te mira a ti, ni cuando empezó nuestra relación me miraba con la intensidad que lo hace contigo. Todas las noches me hecho creer que estaba loca, que erais amigos y que veía cosas donde no eran pero... -Tuvo que detenerse para soltar un suspiro y coger aire, ya que empezaba a quedarse sin él.- Si quiera se que hago aquí, lo único que se es que no quiero ser el impedimento de que dos personas se quieran... Como tampoco quiero que Colin esté conmigo por lastima o por nuestro hijo. Si quiera sé si yo siento lo mismo por él...

Jen dedicó unos momentos para meditar sus palabras detenidamente, sintiendo como la sangre que fluía por su cuerpo, lo hacía con mayor rapidez, causando un bombeo, casi brusco, de su corazón. ¿Qué debía responder? Ella le había sido sincera lo justo era que ella también lo fuera... ¿Cómo se confiesa a la esposa de la persona que amas, qué estas enamorada de su marido? Esperaba no encontrarse en otra vida con Cupido o que fuese un simple mito porque si no, seguramente acabaría con él de un pestañeo.
Cogió valor de donde no lo había, envolviéndose de una fuerza invisible que la rodeó.

-Helen... Yo... Si quiera se como ha pasado esto... -Con tan solo esas palabras comprendió lo que estaba diciendo, afirmando aquello que llevaba sospechando tiempo atrás. Pero claro estaba, que la confirmación era más dura.- Nunca quise que ocurriera, ni lo busqué, si quiera me dio tiempo a detenerlo...

-Pero te enamoraste de Colin. -Helen cortó a Jen para terminar con la frase que quizá, ella nunca se hubiese atrevido a finalizar. Jen asintió con suma lentitud, su mirada fija en el suelo y sus ojos vidriosos.- ¿Es mutuo? ¿Siente lo mismo por ti? Oh no. Mejor no me respondas a eso. Es él quien debe hacerlo.

-Lo siento. -Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos verdes de Jen, empapando su mejilla.- Intenté durante meses frenarlo, detenerlo... No he podido. He sido incapaz. No elegí enamorarme de él, Helen. Lo último que quería era entrometerme entre vosotros.

-Pues es lo único que has conseguido. -Cierto era cuando decían que aveces las palabras dolían más que un arma, pues las palabras de Helen atravesaron el pecho de Jen. Helen pareció arrepentirse en el momento que esas palabras salieron de su boca. Se levantó del sofá tragando varios nudos de la garganta para no romper a llorar, intentando mantenerse fuerte.- Yo... Lo siento. No... No quise...

Helen no fue capaz de decir nada más, se había dejado llevar por un impulso y las confesiones de Jen de lo que llevaba tiempo sospechando, la estaban superando.
Abrió la puerta de la casa y de un portazo, Helen salió corriendo del lugar, dejando a Jen tirada en el suelo rompiendo a llorar todas lágrimas que tenía contenidas durante la conversación. ¿La comprendía? Por supuesto que comprendía a Helen, de hecho, creía que no era justo para ella, pero aquello no implicaba que ella no pudiese sentir dolor, ni pudiese calmar las lágrimas que salían sin consuelo alguno de sus verdes ojos.
Un ruido procedente de las escaleras hizo que Jen alzase la mirada para encontrarse con Colin descendiendo por estas con el color de sus ojos azules apagado, y con una expresión que sin duda daba a entender que lo había escuchado todo.
En cuestión de segundos, los brazos masculinos del irlandés estaban rodeando con fuerza a Jen, presionándole contra su pecho, intentando, en vano, calmar el dolor que sentía y que le hacía llorar de esa forma tan desoladora.
Las cosas se complicaban y esta vez no había marcha atrás, pero en ese mismo instante Colin se dio cuenta de algo, o mejor dicho, se juró algo así mismo que aunque tuviese que mover cielo y tierra, no permitiría nunca más que Jennifer derramase una lágrima que no fuese de felicidad.

Más allá de las cámaras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora