Hacía al rededor de cinco horas que se habían puesto en pie. Por suerte, esa mañana no hubo ni entrevistas ni nada por el estilo, pasaron toda la mañana caminando por San Diego. De tiendas, conociendo a los fans, visitando lugares y comiendo en un restaurante llamado "Croce's Park West".
Estuvieron desde las nueve y media de la mañana caminando y por ello, Jen no se complicó con su atuendo. Llevaba unos shorts, una camiseta de tirantes blanca básica a juego con unas deportivas y el cabello suelto, cayendo sus ondas naturales por sus hombros y Colin un vaquero y una camiseta grisácea (algo ajustada) que marcaba sus músculos y que por momentos, Jen pensaba que se iba a volver loca observando sus tonificados bíceps.
Aquello era una tortura. No podían ir agarrados de la cintura o de la mano, ni darse castos besos mientras esperaban los semáforos o mientras se detenían contemplando un maravilloso paisaje, pero por suerte, a las cuatro en punto ya se encontraban en su habitación, solos y sobre todo, libres.
Dejaron ver lo ansiosos que estaban cuando llegaron al hotel por los labios ajenos pues no se había cerrado del todo la puerta de la habitación y ya estaban devorándose los labios, desesperados por aquel momento.
-¿Qué te apetece hacer? -Preguntó Colin a la par que acariciaba el cabello rubio de Jen, quien estaba tumbada en el sofá contra su pecho.
-Descansar. Hemos estado cuatro malditas horas andando.
-Oh. ¿Ahora es cuando tengo que creerme que es por qué estas cansada y no por qué quieres estar a solas conmigo?
Jen alzó la mirada para fulminarle con ella, pero acabó riendo al saber que en parte, llevaba razón.
Ninguno de los dos mencionó en ningún momento que mañana debían volver, que saldrían de su perfecta burbuja de dormir juntos, caricias y sexo. Jen sabía que Colin le había dicho que todo cambiaría pero... También sabía que las cosas no iban a ser fáciles, que Colin lo "pintó" demasiado sencillo y bonito cuando ni él mismo se creía que fuese así.
Los pensamientos de la rubia fueron interrumpidos por la voz de Colin. Hacía al rededor de quince minutos que la había dejado sola en el sofá y él se había adentrado en el baño, diciéndola que esperase ahí.
-Cierra los ojos. -El irlandés susurró contra el oído de Jen, lo que la produjo un escalofrío por todo el cuerpo.
Obedeció sin preguntar, aunque con cierta curiosidad, dejándose guiar por los pasos que Colin marcaba agarrando su cintura por detrás.
Cuando le dijo que ya podía abrirlos, Jen se quedó atónita ante la escena que encontró en el baño. No había ninguna luz natural, estaba iluminado por un par de velas, y en el centro el jacuzzi, que en esos días había estado vacío, completamente lleno de agua y cargado de espuma, desprendiendo un aroma de vainilla y cubierto por una capa de pétalos de rosa.
-Dime que no llevas pétalos de rosa y velas en la maleta, por favor.
Una risa brotó de los labios de Colin, y ella correspondió con una dulce sonrisa. Quizá esa reacción le hubiese molestado, incluso ofendido a otro hombre pero a él no. Él conocía a Jen de sobra y sabía que había sufrido en el amor, sabía que no era una mujer de estar las 24 horas del día diciéndote un "te quiero" pero que agradecía y adoraba más que ninguna mujer que tuviesen detalles con ella, y que pese aquella broma que salió de sus labios, en realidad, se estaba derritiendo por dentro, aunque ella nunca iba admitirlo. Y tampoco hizo falta pues con dulzura y lentitud, le rodeó por el cuello para besar sus labios, un beso lento, pausado y delicado. Colin gruñó cuando ella se separó al antojarse el beso demasiado corto, pero... Sin duda se le pasó cuando la vio desprendiéndose de su ropa, con total naturalidad. Su cuerpo desnudo empezaba a ser familiar para él, un hogar, y en parte era literal porque en el tiempo que llevaban en San Diego la mayoría de éste le había pasado vagando por su cuerpo y dejando marcas que solo aquél privilegiado que viese su cuerpo desnudo, podría verlas. Pero no todas las marcas eran visibles, si no también marcas interiores, de esas que ni con el tiempo se iban. Marcas por cada momento, cada suspiro, cada palabra en mitad de un gemido y cada sonrisa en medio de un beso. Marcas que ni el paso del tiempo podrían borrar. Jamás.
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Más allá de las cámaras.
Romance«El hecho de que él, lleve un anillo con un nombre, no significa que su corazón, no pueda latir por otra persona.» Jennifer Morrison, una joven de Los Ángeles y actriz en una serie, se enamora de su compañero de trabajo, Colin O'Donoghue un atractiv...