Capítulo 17.

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-Helen...

Fue la única palabra que escuchó Jen antes de enrollarse una toalla blanca al rededor de su cuerpo y salir del baño. A parte de que quería darle intimidad y de que, evidentemente, no debía ser agradable hablar por teléfono con la que aún era su esposa, teniendo encima a su amante, Jen no quiso escuchar la conversación. Sabía que él la había prometido que todo iba a cambiar, que en cuanto terminase la perfecta burbuja de San Diego iban hacer las cosas bien. Pero pese a esas promesas que hizo mientras recorría su cuerpo o simplemente, de imprevisto, Jen no podía evitar sentir miedo. Miedo de que cuando la Comic Con se acabase todo se hubiese quedado en un sueño en las cuatro paredes de un hotel.

Pasaron al rededor de quince minutos hasta que Colin, salió del baño, quince minutos en los que la rubia había tratado de convencerse así misma que todo iba a ir bien, que era normal que su esposa le llamase. Maldita sea recordarse así misma que él estaba casado era aún mas doloroso. Y cuando por fin consiguió aferrarse a esa gota de esperanza, a aferrarse a ser positiva, se encontró con la mirada de Colin. No, aquella mirada no significaba felicidad, si quiera parecía significar que pudiesen estar juntos. ¿Culpabilidad? Quizá era aquello. Quizá Helen se había despedido de él con uno de esos "te quiero" que durante los últimos días habían ido dirigidos hacía ella.

Colin estrelló sus nudillos contra el marco de la puerta, provocando un escalofrío que atravesó la columna vertebral de Jen. Él no se acercaba a ella, ni hablaba, si quiera un murmuro. Únicamente estaba su frente apoyada contra la puerta, con los ojos cerrados.
Algo no iba bien, y cuando Jen estuvo apunto de preguntar, los labios del irlandés se entreabrieron para comenzar hablar. Algo que agradeció la rubia, pues si seguía si quiera una milésima de segundo mas en aquel dichoso silencio, hubiese perdido la cordura.

-El padre de Helen tiene cáncer.

Y así lo soltó, sin más y sin anestesia. ¿Cáncer? Dioses. Sin duda alguna ahora no podía divorciarse y estar con ella cuando estaba pasando Helen por esa situación. Jen se sintió la persona mas egoísta y ruin del mundo. ¿Cómo podía pensar en el divorcio de Colin lo primero ante una situación así?

-El padre de mi esposa, mi propio suegro muriéndose y yo acostándome en cada rincón de la habitación de un hotel con mi compañera de trabajo. - Jen no sabía que decir así que simplemente se limitó a mirar al suelo, escuchando las palabras de Colin, palabras cargadas de arrepentimiento y culpa.- Tenía que haber hecho las cosas bien. Tenía que haberle contado esto a Helen desde el principio. O simplemente no haberlo hecho.

-Martirizándote no vas a conseguir nada.

-¿Qué diablos se supone que tengo que hacer ahora? ¿Apoyar a mi esposa y mirar a los ojos como si no hubiese estado teniendo sexo con otra? ¿Sumarle a la enfermedad de su padre que su esposo la ha sido infiel?

El tono de Colin cada vez era mas elevado. Una mezcla de sentimientos se apoderaban de él, no solo el enfado consigo mismo por haber hecho las cosas mal si no porque no iba a poder cumplir su promesa. El caprichoso destino no iba a permitirles estar juntos después de él habérselo prometido. Él amaba a Jen por encima de todas las cosas pero no podía evitar odiarse a sí mismo por haberle hecho eso a Helen. Y no una vez, si no varias. Estaba claro que cuando estaba con ella se olvidaba por completo de todo. Pero una vez más, la aterradora realidad les había hecho estrellarse.
Jen se levantó, a paso lento se acercó a él, posando con lentitud su mano contra su hombro, intentando reconfortarle.

-Somos humanos, cometemos errores. El pasado ya no se puede cambiar... Mañana cuando llegues a Irlanda no te separes de Helen, te necesita. Y cuando te veas capaz de contárselo todo... Hazlo. Y si no se lo cuentas... -La rubia se encogió de hombros, y por primera vez desde que había empezado a hablar, Colin se digno a mirarla.- No te voy a juzgar. Lo que elijas será lo correcto.

-Los humanos cometemos errores... Pero tú no has sido un error.

Un suspiro de alivio brotó de los labios de Jen ante sus palabras. Por supuesto que ella había dicho aquella frase con esa intención, necesitando ver si a pesar de tanto caos él no se arrepentía, él no la veía un error.
Colin rompió el contacto que tenía su cuerpo con la puerta para extender los brazos al rededor de Jen. Abrazándola, con fuerza, intentando ambos reconstruir los pedazos ajenos que se habían roto en mil pedazos.

Al caer la noche, Jen se encontraba sola en la cama que ahora, se le antojaba demasiado grande para ella sola. Tras su pequeña conversación, no habían vuelto a dirigirse la palabra excepto Colin, que avisó antes de cerrar la puerta de la habitación que había quedado con Josh. Colin necesitaba a alguien, urgente, y Josh era lo mas cercano que tenía allí denominado amigo. Así que decidió confiar en él, contarle todo sobre Jen y bendito sea el momento en que lo hizo. Entre copa y copa de ron, Colin se desahogó y Josh le apoyó en todo momento, aconsejándole, escuchándole... Nada le vino mejor en aquel momento que confesarle a un amigo y ahogar sus penas en el alcohol. Pensó varias veces en volver a su habitación pero aquello solo empeoraría las cosas.

Jen no se había percatado del frío que hacia por las noches en San Diego, o aquello o era la falta del cuerpo masculino y de sus brazos rodeándola. Se sentía tan sola. Y no solo por la falta de calor corporal. Estaba destrozada, por dentro. Tenía que asumir que su felicidad no iba a estar nunca al lado de Colin... O si... No. Basta de esperanzas. Basta de falsas ilusiones que solo suponían de nuevo un dolor agudo en su pecho. Dolía, dolía en cada parte de su cuerpo. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos ahora que la soledad, era la única testigo de ellas. Estaba segura de que cualquier golpe físico era menos doloroso que aquello. Le amaba, como nunca había amado a nadie, y no sabía que temía más, si el hecho de que nunca iba a dejar de amarle, o si él iba a conseguir olvidarla.

Josh descansaba en el sofá, ya que le había dejado la cama de la habitación a Colin. Respiraba profundamente, sinónimo de que estaba dormido, al contrario que Colin. La compañía de Josh había sido de lo mejor pero extrañaba la espalda de Jen contra su pecho o los dulces labios de ella contra su cuello hasta que conciliaba el sueño.

Ninguno de los dos sabían que les deparaba el futuro, ni si sus encuentros, ni si el amor que sentían el uno por el otro, había sido cosa del destino o simplemente un capricho del azar o incluso una tentación del mismísimo diablo. Si aquello había sido una casualidad, sin duda alguna deberían olvidarse el uno del otro, fuese como fuese pero si aquello había sido cosa del destino, si realmente estaban destinados, lo que esta destinado para una persona, tarde o temprano llega a su vida.

Más allá de las cámaras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora