Capítulo 18.

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*El vuelo con destino a Vancouver despega en media hora. Por favor, embarquen su equipaje*

Jen estaba apunto de cumplir la orden de la voz femenina que resonó en el aeropuerto cuando de pronto, giró sobre sus talones, con la esperanza de tener detrás de ella a Colin deseándola buen viaje, o incluso un mensaje en su móvil suyo. Pero nada. El aeropuerto pese a estar abarrotado de gente, parecía vacío sin la presencia del irlandés. Cierto era que en un par de días le veía en el rodaje pero le faltaba allí antes de despegar, igual que le faltó esa mañana dándole los buenos días ya fuese con una inmensa dulzura o de forma mas... Pasional.
El sonido de su teléfono provocó un estado de nervios en su cuerpo, hasta el punto que el café que sostenía en la mano se le cayó al suelo.

-Hey, Jen.

-Ah... Josh. Eres tú. -Josh pudo apreciar desde el otro lado de la línea el suspiro de la rubia.

-Oh vaya, me abruma la alegría con la que me atiendes.

-No es eso, es que...

-Esperabas que fuese otra persona. -¡Bingo! ¿Cómo lo había adivinado? Oh, claro. Colin pasó la noche con él y estaba completamente segura que le contó todo.- Quería saber como estabas.

-Bien. -¿Acaso alguien esperaba que Jennifer Piedramorrison se dejase ver realmente como estaba?- Estoy bien, Josh. De verás. No debes porque preocuparte sin embargo... Yo si debo coger un avión. Adiós, tened Ginny y tú buen viaje.

Y colgó sin darle tiempo a responder pues sabía que si aguantaba un segundo más con esa conversación su voz comenzaría a temblar y a delatarla.
El viaje fue una tortura, el aleatorio no estaba de su parte y no dejaban de sonar canciones con frases cómo "Te prometo que no te echaré de menos" incluso peores, pero si apagaba la música no tenía distracción y aquello era sinónimo de venir a su mente el dolor que mostraban los ojos de Colin el día anterior. ¡Maldito infierno! Comenzaba a perder la cordura, si es que después de enamorarse de un hombre casado, le quedaba algo.

Nada más aterrizar recibió un mensaje de uno de sus mejores amigos, quien era para ella como un hermano. Quería verla y, tras pensarlo por un rato, aceptó. ¿Qué mejor qué estar distraída cenando con uno de sus mejores amigos? Desde luego el plan de quedarse en casa viendo una película de amor con helado de chocolate, no sonaba más tentador.
Cogió el primer taxi que había parado en el aeropuerto, llegó a casa y tras darse una ducha rápida, se vistió. Algo cómodo pero formal, algo habitual en ella. Pelo suelto, ondas naturales, escasez de maquillaje y... ¡Lista!
Se mentiría así misma si afirmase que no estuvo pensando en él mientras se acicalaba, si habría llegado ya él también a Vancouver, si el viaje había ido bien... Pero parecía ser un juego de orgullo (o quizá de culpa y de no atreverse ni a mirarle) pero si él no la había hablado, ella tampoco iba hacerlo. Le cedería su espacio, aunque en dos días tendrían que verse en el rodaje, o quizá sería antes...

La noche transcurrió con tranquilidad, claro que Jen confiaba en él pero no habló de Colin en toda la noche únicamente para no derrumbarse. Un par de fans pidiéndole fotos, unas cuantas cervezas y se fue a casa a regañadientes de su amigo y un par más de este que la insistieron en quedarse.

Una vez llegó a casa (ni miró el reloj pero rondarían las once) se metió en la cama y gracias al viaje, concilió el sueño.

*Ding Dong*

Maldita sea... Las nueve de la mañana. ¿Quién diablos era? Por un día que tenía libre y no tenía que madrugar... Abrió la puerta de mala gana, con una cola de caballo mal hecha y varios mechones sueltos y con un pijama corto de color blanco, con lunares negros.

-Colin... -Su boca quedó seca cuando le vio frente a su puerta, despeinado, con una camisa vaquera y unos vaqueros, unos cuantos tonos mas oscuros que la camisa.

Más allá de las cámaras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora