Nunca seré tu princesa

Prorrogo

2 años después. Narra Raúl.

Me levanté por la mañana como cualquier otro día. Tenía que ir a ver a Mel. La visitaba todos los días pero no había conseguido acercarme a ella como quería. Desde el día que cogimos el avión ya no era ella. Era como si toda su personalidad se hubiera quedado, su alegría... Sus ganas de vivir. No era la chica alocada llena de energía que conocí. Algunas noches me llamaba llorando y yo iba a su casa, otros días se nagaba a comer... He de admitir que temía que hiciera alguna tontería por eso la dejaba sola lo menos posible. Ella se sentía mal porque no sabía comí estaría el santurrón ese.

Yo sí que sabía algo de él, tenía amigos de aquella ciudad y me informaban de cuando en cuando.

Fui a ver el correo y me resulto extraño que hubiera cartas para mi. Cuando leí el remite me quedé helado. Era Sean.

Hola Raúl, sé que te resultará extraño que te escriba pero no tengo tu número y conseguir tu dirección me ha costado mucho. Por favor da la carta rosa que está en el sobre a Mel. Sé que puedes dudar pero por favor si la quieres tanto como la quiero yo dásela.
Posdata: cuidala. Por favor.

Me quedé helado cuando leí aquello y no pude evitar abrir el otro sobre.

Buenos días preciosa. Ha pasado un poco de tiempo desde que te fuiste y he de decirte que he necesitado volver a hablarte cada día. Yo sé que me quieres, pero no sé por qué te has ido. Eras mi vida y lo sigues siendo por favor piénsalo y vuelve conmigo. No quiero ser un desesperado, no quiero darte pena. Solo quiero que pienses en todo lo que fuimos, todo lo que podemos ser. Sé a la perfección que eres la mujer de mi vida y no puedo aguantar un segundo más sin hacer nada porque vuelvas conmigo. Te necesito tanto como el aire que respiro y me niego a pensar en que ya no seré al que mires con esa sonrisa tuya. Quiero sentir tu voz detrás de mi, quiero besarte como tantas veces hice y a la vez como nunca besé. Resulta tan jodido tener que resumirte todo en palabras. Sabes que no soy bueno en esto, soy más de actos que de palabras. Te quiero, sé que muchos te lo dirán pero tú sabes que ninguno lo hace como yo. Si necesitas que vaya al fin del mundo a por ti, yo iría de cabeza por verte. Ojalá respondas a mi carta, tan si quiera sé si va a la dirección correcta pero si no respondes no volveré a escribirte. Pero no me pidas que me olvide de ti, eres la locura que deseo vivir cada día. No te voy a olvidar nunca.
Posdata: te amo.

-Joder Raúl, ¿para qué habrás leído eso.- me dije en alto.

Del pequeño sobre se cayó una foto suya, la cual he de admitir que era muy bonita.

Ahora no sabia que hacer porque Melania había avanzado, ya conseguía distraerla y sacarla de casa. Esto solo supondría un paso a atrás.

En ese momento se me ocurrió una idea que me pareció mezquina pero era por el bien de Mel. Necesitaba olvidarse de ese chico,cogí el ordenador y empecé a escribir.

Buenos días Mel, hace mucho que no tenía noticias tuyas y he de decirte que ya no quiero tenerlas. No sé por qué te fuiste y te he esperado tanto tiempo que ya me he dado cuenta de que no volverás. Sinceramente empiezo a dudar si me querías de verdad pero prefiero no pensarlo demasiado. Espero que tú hayas sido capaz de rehacer tu vida como yo. Quiero que sigas adelante como yo y espero que lo hayas hecho.
Mel esta es mi carta de despedida te debía una y tras mucho buscar he conseguido la dirección de tu amiguito. Gracias por todo lo que hemos vivido juntos. Fue increíble. Adiós.
Posdata: cuídate.

Doble la carta, la metí en el sobre con la foto y fui a su casa.

-Melania tengo algo para ti.

Su aspecto físico había cambiado ahora era castaña y aún más delgada que antes. Tenía unas curvas de escandalo pero lucía más como una mujer que como la adolescente de hace dos años.

-¿Para mi? ¿Qué es?

-Una carta de Sean

Se la di y la leyó.

-¿Estás bien?

-Sí Raúl... Estoy bien o eso creo.

Guardo la carta en un cajón con la foto.

-¿Qué decía la carta?

-Me ha olvidado... Solo eso.

-Ven aquí, anda.

No se opuso y la estreché en mis brazos. Ya había pasado todo. Ya podía rehacer su vida sin cabos sueltos.