Déjame en paz

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-Vale, ya veo que me haceis caso. Hoy vamos a hacer una excursión por aquí asi que podeís ir como queraís pero cuando yo hable el resto calla.

Seguimos al resto mientras íbamos hablando. Algo en mi quería saber más de ese chico.

-A ver donde nos llevan ahora.-dijo Sean.

-Que más da, sea donde sea fijo que nos lo pasamos bien.

-Es gracioso, antes me parecía que eras una borde y ahora pareces todo lo contrario, el alma de la fiesta.

-Puedo ser cualquiera de las dos cosas depende con quien esté.

-¿Por qué? ¿Te caía mal?

-Simplemente eres un chico

-Claro, acabas de resolver todas mis dudas. Espero que se note la ironía.

-Sí tranquilo lo había notado. Pues a ver, los chicos vaís a lo que vaís normalmente solo os acercaís a alguna chica cuando quereís algo de ella asi que no sois muy de fiar.

En vez de andar a mi lado se cambió, me miraba a los ojos y caminaba de espaldas. Lucía su tan bonita sonrisa que me encantaba. 

-¿Y sigues pensando lo mismo?

-Eso, querido O'Donnell, es cosa mía.

-Pues yo ya no pienso en ti como lo hacía antes.

-He perdido mi facha de dura, no se si es bueno.

Se puso detras de mi y me abrazó cogiendome de la cintura y caminando a mi ritmo. Ese chico tenía momentos de película, me encantaba que fuera tan tierno conmigo. ''¿Pero qué narices pasa contigo Mel?'' Quien me ha visto y quien me ve yo, Mel empezaba a estar engancada por ese chico... La idea no me agradaba pero no podía resistirme. Noté su aliento en mi cuello y al instante su voz viajaba en un dulce susurro por mis oídos.

-Es tan bueno como la otra noche que estábamos juntos.

No pude resistirlo y le besé. Lo que no había pensado era que estábamos delante de todo el mundo. Me daba igual lo que pudieran decir de mi pero no sabía si él pensaría en eso como yo.

-¿Podeís seguir andando? No me apetece quedarme con vosotros el último mientras os daís el lote.

Y en momentos así solo pensaba que el karma había decidido que cada vez que tuviera un momento así con Sean, Raúl debía aparecer para cortarnos el rollo.

Sean le miró mal pero Raúl no le respondió con el mismo gesto, yo busqué su mirada pero cuando se dió cuenta de que yo también le miraba fue cuando la apartó de mi y miró frío hacía donde había más gente. Sean aceleró el paso aunque no me explicaba por qué me había dejado sola con Raúl... ¿Qué le había pasado?

-Yo que tú iría ya donde él.-me indicó Raúl. Yo no le respondí pero me fui hacia delante y le vi

-¿Qué mosca te ha picado ahora?

-Déjame en paz un rato.

-Pero... ¿qué he hecho?

-¡Qué me dejes joder! ¿Tan difícil es de entender? Quiero y necesito estar solo

-¿Sabes? Que te den.

Fui lejos de él donde no estuviera nadie para darme la brasa. No sabía que le había podido pasar pero debería haber hablado conmigo y no haberme chillado delante de todo el mundo. Estaba apunto de llorar y quería irme. Llevaba puesta una coleta y me la quité, mi pelo quedo suelto y miraba hacia bajo, eso servía perfectamente para que nadie me viera.

-Tócate el estómago como si te doliera.

No tenía la voz como para que me oyera nadie,asi que seguí sin articular palabra pero le hice caso. Raúl fue donde una compañera y la dijo que necesitaba volver porque me encontraba mal. Cuando les perdimos de vista dejé de ocultarme y empecé a llorar sin parar.

-Para ya, así no vas a resolver nada

-Ya lo sé pero no puedo parar.- balbuceé 

-¿Te ha vuelto una de esas niñatas que lloran cuando las cosas no salen como quieren?

En ese momento la rabia consumió mi cuerpo, era como si yo misma hubiera desaparecido y solo quedara una Mel llena de ira. Bueno, una versión muy estúpida de mi porque no tuve mejor manera de sacar lo que llevaba dentro que dando un puñetazo en un tronco de árbol. Y grité de dolor, no había pensado que eso pudiera estar tan duro

-Eso te pasa por cafre anda, ven.

Le enseñé la mano y no sé dónde toco pero dolió.

-¡Auhhh! ¡JODEEER!

-Si tan dura eres de ir dando puñetazos por ahí deberías aguantar el dolor.

-No estoy de humor para tonterías.

-Anda, pequeña boxeadora ven

Rompió un trozo de su camiseta y me la colocó a modo vendaje

-Ten cuidado con esa mano. Creo que ya me puedes dar las gracias.

-¿Por qué?

-Acabo de romper mi camiseta para vendarte por ir de dura y además te he sacado de un momento avergonzante.

-Ambas las has hecho porque has querido yo no te he pedido nada

-Sabes que te voy a cuidar siempre que pueda.

-Gracias...

-No ves como no era para nada difícil.

-La verdad es que me ha costado

-Bueno pero de todos modos me has dado lo que quería

-Me he perdido, ¿qué querías?

-Que dejaras de llorar y un rato contigo solos nunca viene mal.

-Es que a veces no sé que pretendes que te responda con las cosas que me dices...

-Mejor no respondas aunque tengo claro que es lo que me gustaría oír

-¿Qué es?

-Si te lo dijera ya no tendría nada de especial. Bueno dime, ¿por qué llorabas?

-Sé que lo sabes, no entiendo como me pudo hablar así y más sin haberle hecho nada.

-Sabes que ese chico y yo no nos llevamos muy bien.

Me lancé y le abracé, no con pasión, no con deseo... Necesitaba un amigo y él era a quien tenía conmigo ayudándome. 

-Soy idiota y lo sé pero es que me importa...

-Calla anda, no vuelvas a llorar. ¿Quieres que hable yo con él?

-Eso solo pondría las cosas peor.

-Lo sé pero por intentarlo, no sé

-¿Tú sabes que le ha podido pasar?

-Deja de pensar en eso, tenemos una hora para hacer lo que queramos.

-Estoy agusto aquí

-Nunca me habías abrazado así

-Calla no lo vayas a estropear

Nunca seré tu princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora