▬▬▬ chapter fifteen

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capítulo décimo quinto ━━ Dudas no reconocidas

                    El día martes había comenzado bastante aburrido en la agencia

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                    El día martes había comenzado bastante aburrido en la agencia. Los sucesos de desvelo e incertidumbre se habían ido de esta, dejando a Dazai con desdén hacia las pocas ganas que le tenía a ese día. 

     Él se hallaba tirado en el sofá, sin su saco puesto, jugando con las páginas de su libro sin realmente leerlo. Hace poco había tenido la oportunidad de molestar a Kunikida y Atsushi, pero con la ausencia de ambos, no tenía con qué entretenerse por esos momentos. Las cosas estaban tranquilas en la agencia, y así sería por un buen rato, al menos hasta que llegaran sus dos blancos favoritos. 

     Un día aburrido, como cualquier otro. 

     No obstante, ¿era realmente aburrimiento lo que lo atacaba? ¡En cierta parte! En realidad, Dazai estaba pensativo al hallarse en soledad y mutismo. Miraba el techo con sosiego, sin mover sus ojos de ese punto inexistente. Su cabeza divagaba en un mar de pensamientos añejos y recientes, los cuales se mezclaban y creaban una esencia distinta. 

     Ese día podía pensar con libertad en la oficina, sin tener la constante amenaza de unos intrusivos orbes celestinos, que se colaban en su cabeza sin permiso, recolectando y robando sus pensar. La sueca no se hallaba en la oficina, algo que le era conveniente. No tenía a nadie invadiendo su cabeza, regresando al alivio que tenía durante los meses previos al comienzo de ese martirio. 

     Las mujeres fue un tipo de ser humano que se tardó en comprender más que a los hombres, pero ella parecía otro tipo de mujer, una con la que nunca se quiso cruzar. ¿Por qué se esforzaba en eso? ¿Por qué insistía tanto en meterse donde no la llamaba? ¿Por qué ayudaría a alguien como él? Nunca pidió su ayuda, además de ser una pérdida de tiempo, pues nada lo podía ayudar. Se lo había dicho. Pensó que había sido lo suficientemente efusivo como para hacerla cambiar de opinión, mas Uriel era testaruda, demasiado para su gusto. 

     Sin duda, Dazai estaba perturbado, a pesar de que no diera voz a ese sentir. 

     Ese tonto juego, esas interacciones tan azarosas, sus preguntas sin sentido, sus mentiras, las palabras sinceras... Aquello terminó con palabras inesperadas para Osamu. Era molesto, y no se refería a esas palabras, sino a la forma en la que las pronunció. Esa seguridad al hablar de él era enfermiza, como si realmente lo conociera.

     «Osamu, yo creí en usted».

     ¿Qué esperaba ella al decir tales cosas? Era algo que no comprendía, y así mismo, tampoco comprendía a Uriel. 

     Él había demostrado ser mejor en su propio juego, había vencido; descubrió todo lo que planeó y lo expuso con suma sencillez. Él era más listo, ella misma lo había dicho, ella admitió su derrota y lo declaró como mejor, pero, a pesar de todas esas declaraciones, esas simples palabras lo habían abatido. 

Angel ━━Osamu DazaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora