▬▬▬ chapter seventeen

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capítulo décimo séptimo ━━ Amabilidad

                    A mediados de mañana en la agencia, un suceso peculiar estaba ocurriendo

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                    A mediados de mañana en la agencia, un suceso peculiar estaba ocurriendo. En el sofá de la oficina, Kunikida se hallaba sentado, rígido y paciente, sin la compañía de su compañero o de alguna persona que denunciara una situación. En lugar de eso, observaba a la mujer de ascendencia sueca maniobra con la cafetera.

     Uriel había sido insistente en hacer que Doppo tomara un descanso, habiendo ayudado en sus horarios para dejarle unos minutos libres. Tan extraño se le hacía al hombre, que en su espera no evitaba revisar su libreta para asegurarse de que todo estuviese bien, incluso había sacado diversos casos de posibilidades que pudiesen estropear su planificación, todo gracias a que ultimamente el trabajo lo ahogaba.

     En la quinta vez que revisó su libreta, volvió a mirar a la fémina.

   —¿Necesita ayuda?

   Uriel volteó a mirarle, negando con suavidad.

   —No tengo problemas en hacer café en la cafetera. Solo quiero ofrecerle algo de mayor calidad —aclaró, sonriéndole al rubio—. Aunque creo que estoy algo oxidada para estas cosas.

     Kunikida asintió, sin saber qué decir con precisión, dedicándose a observar cómo se encargaba de modificar el resultado. Tras un par de minutos de espera, una taza de café se le fue acercada, dejándola con delicadeza en sus manos.

   —No tiene mucho chiste para lo que me he tardado en hacerlo —comentó, tomando asiento, manteniendo su taza en mano—. Es un café expreso con un poco de leche... Un casi capuchino, pero sin la consistencia de este.

     El rubio afiló la mirada, dándole un trago a lo servido. Uriel se había explicado como lo harían en un restaurante, saliéndole tan natural que hizo su paladar se mostrase ansioso por degustar. Cuando la taza volvió a reposar en su mano, opinó positivamente sobre la bebida, permitiéndole a Laleh sonreír de puro gusto, alegrándose por el hecho de que le agradase.

   —Señorita Uriel —pronunció tras unos minutos en silencio—. ¿Por qué ha insistido tanto en invitarme?

     La mujer sonrió apenada, bajando su vista a su taza en un movimiento propio de sí.

   —Oh. Siento mucho si le incomoda el hecho —musitó, sin tener una pizca de lamento en su voz.

   —No me refiero a eso. Es muy amable de su parte —aclaró—. Pero hay trabajo que hacer. Solo quiero saber el motivo.

   —Precisamente es por eso —señaló, dando un relajado trago a su café—. Le he mencionado varias veces que el estrés es perjudicial para su salud. Incluso lo había anotado en su ideal. Con este asunto de Atsushi, la mafia y los casos que le llegan, ha estado muy ocupado —pausó, dejando la taza sobre su regazo—. Para eso estoy yo aquí. Un pequeño espacio tranquilo, acompañado con un buen café, hará que se tranquilice por unos minutos.

Angel ━━Osamu DazaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora