▬▬▬ chapter three

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capítulo tercero ━━ tiernos intentos

                    Un suspiro leve sonó aliviador en el silencio en el que se había sumergido gracias a su concentración

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                    Un suspiro leve sonó aliviador en el silencio en el que se había sumergido gracias a su concentración. La pequeña pila de papeles que se le fue encargada había sido revisada por completo. Uriel se estiró en la silla, oyendo el crujir de su espalda según aumentaba la flexión. Observó el reloj de la agencia, visualizando la hora que las manecillas se encargaban de marcar; era la hora de almuerzo. 

     Se levantó de su asiento, estirando sus dedos para oírlos crujir también, dejando una sonrisa de satisfacción en su rostro mientras se volvía a sentar. Tomó el bolso que acostumbraba a llevar, sacando de este el envase que contenía su almuerzo, el cual no tardó en abrir sin importar que no estuviese caliente. Sonrió al percibir el olor del kåldolmar*, incentivando su apetito. Tomó el primer rollo de los siete que había preparado, saboreando el sabor del repollo mezclado con setas y carne. 

     Uriel disfrutaba como era debido de su comida, sin embargo, en su cabeza rondaba el pensamiento de lo que pudiese decirle Kunikida si la viese en ese momento. ¿Para qué engañar a alguien? La sueca admitía abiertamente que le había dado flojera bajar a comer al café. Tenía el gusto culposo de quedarse a comer en su lugar de trabajo cuando la comida no tenía necesidad de ser calentada. Aunque el hecho de saber que podía ser regañada por Doppo —siendo este el único ya que daba por hecho que nadie más le iba a decir nada más que algo en son de broma—, comía con gusto y sin preocupación. 

     La mujer cerró el envase al finalizar, guardando este donde estaba. Jadeó leve al sentirse satisfecha, dispuesta a disfrutar de los minutos que le sobraban de esa hora. 

     Una pequeña inquietud recorrió su cuerpo, pues tenía la sensación de estar siendo acompañada en ese momento. Curiosa, giró sobre la silla, observando al joven de hebras blanquecinas adentrándose al lugar. Una oleada de buen humor recorrió su cuerpo al ver la oportunidad de conversar con el de recién ingreso. Con tanto movimiento que tuvo en sus primeros días, no hubo mucho espacio para conversar más a gusto. 

     Se levantó una vez más, haciéndose notar a la vista del tigre. Sonrió con sosiego, alzando su mano y agitándola suave como un pequeño saludo previo. Se acercó hasta él, detallando la curiosa heterocromía que poseía el adolescente. 

   —Es un gusto poder verte, Atsushi —dijo de una vez, creyendo inútil el hecho de repetir el saludo esta vez oral.

   —¡Ah! También es un gusto verla, señorita..., ah. —El albino calló un momento, tratando de recordar cómo se pronunciaba su nombre.

     La sueca rio bajito, tomándose con paciencia el asunto al ver al muchacho avergonzarse por no poder decir su nombre.

   —Uriel —recordó, haciendo que el albino asintiera más despejado.

Angel ━━Osamu DazaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora