▬▬▬ chapter four

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capítulo cuarto ━━  ¿ángel de las deudas? 

                    Uriel suspiró con hastío durante aquella anaranjada tarde en Yokohama

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                    Uriel suspiró con hastío durante aquella anaranjada tarde en Yokohama. Recién había salido de ayudar a Akiko en la enfermería cuando se supone que su turno laboral había acabado hace tres horas —aproximadamente a las tres de la tarde—. Siendo honesta, limpiar y ordenar no se le daba bien, por ello prefería mantener todo lo más pulcro posible para evitar una situación en la que se viese obligada a limpiar. 

     Su cuerpo solicitaba cafeína, quizá para quitar esa pesadez que le dejaba utilizar un trapo y una escoba —aunque bien estaba feliz de haber ayudado a Yosano—. Sin pensarlo mucho, pues estaba dispuesta a gastar su dinero en complacerse, se adentró a la cafetería que tan conveniente estaba ubicada.

     Empujó la puerta con calma, donde de forma inmediata el suave olor a café se coló por su nariz y la agradable sensación se adueñó de su cuerpo. Sonrió como respuesta, disfrutando de la tranquilidad del lugar. 

     Si bien su entrada le había causado una sonrisa, el espectáculo que estaba montando Osamu llamó una pequeña risa. Había oído de los peculiares gustos del castaño con probar métodos de suicidio, pero nunca le habían contado que buscaba también a otra persona con la cual morir. 

   —¡Flor de loto! —exclamó, montando todo un drama al verse rechazado por la camarera. 

     Según entendía la situación, Dazai solicitó un suicidio doble como método de escape de su deuda en la cafetería, lo cual le hizo preguntarse si era tan grande como para pensar de tal modo. 

     Al final, observó como Osamu desistía de su intento para pedir un café, aumentando la cantidad de su deuda. 

     —Buenas tardes —saludó cortés a los del local, recibiendo una respuesta de la misma categoría—. ¿Podrían anotar lo que él consuma hoy a mi cuenta? Yo pagaré —anunció, recibiendo la mirada sorprendida de la camarera, pues no era muy común ese tipo de casos—. Ah, para mí un café..., como el de siempre. 

     Sonrió suave, acercándose a la parte de la barra donde el castaño aguantaba por lo pedido, mirándola con curiosidad. Se preguntó el porqué, pero prefirió no habérselo preguntado cuando sus ojos le dieron la respuesta. 

En Japón no estaba del todo bien visto que una mujer pague la cuenta de un hombre.

     Lo sintió estúpido, incluso insólito, mas no iba a alzar la voz al respecto al saber que su compañero no estaba disgustado por su acción, sino extrañado.

   —¿Puedo sentarme, señor Osamu? —Él la miró, sonriendo con cierta bellaquería mientras señalaba el asiento a su lado. 

     Sin mucho que agregar, dio paso a la acción que había solicitado, acomodando con parsimonia el bolso que siempre llevaba a su lado para mayor comodidad. Por unos leves segundos, estuvieron en silencio, no obstante, se veía en la capacidad de, incluso, palpar ese invisible querer de romper el mutismo con una conversación carente de sentido. 

Angel ━━Osamu DazaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora