▬▬▬ chapter ten

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capítulo décimo ━━ Azrael no es Uriel

                    En una tarde temprana, con la claridad del cielo alumbrando los rincones de la ciudad portuaria, el juego de una búsqueda inextinguible había comenzado

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                    En una tarde temprana, con la claridad del cielo alumbrando los rincones de la ciudad portuaria, el juego de una búsqueda inextinguible había comenzado. Los zafiros luceros recorrían las calles con atención, conservando cada detalle que le gustara, aunque casi todo lo hacía. La dueña de estos, pasible ante la masa de gente, hallábase en un limbo de preguntas y razones que sin importancia alguna pasaban por ese instante en su cabeza.  

     A partir de ese día, el fuego es lo único que debía hallarse en ella, mas eso era un pedir imposible. 

      Su mirar abandonó las estructuras, pasando a fijarse al silencioso hombre de vestimentas café que caminaba con sus manos resguardadas en sus bolsillos, acompasado. Una sonrisa leve se mostró en sus fauces ante el gesto. 

   —¿Adónde tiene pensado llevarme, señor Dazai? —cuestionó, dando el primer punto de conversación. 

    Su acompañante giró a verle por igual, regalándole una expresión pintada en grandes cantidades de falsedad, mas sus bellos detalles le quitaban ese toque y lo mostraban con naturalidad. 

   —¡Iremos a un lugar al cual frecuento mucho! Incluso tal vez le guste. 

     Tal vez era algo bueno para su cuello que para poder mirarla no tuviese que inclinar su cabeza, ahorrándole molestias y dolor innecesario. Sin embargo, también le representaba algo contraproducente, pues hacía el contacto visual más fácil. Esos detalles quizás no tenían valor, pero los pensamientos de menor importancia llegaron a su cabeza. Le sorprendía la altura de la mujer; nada más debía girar su cabeza de forma leve hacia su dirección para poder apreciar sus rasgos. Si calculaba correctamente y tenía en cuenta la perspectiva, apenas era más alto que Uriel por dos o tres centímetros. 

   —Qué prometedor suena eso de su parte —musitó, sintiendo agrado ante la idea. 

     El ambiente entre ambos era suave por aquel entonces, pues no parecía haber mucha incomodidad estorbando entre ellos. Las palabras fluían sin infortunio, muy a pesar de la gran importancia que estas habían adquirido. A simple vista, eran solo compañeros de trabajo que compartían una salida al final de su jornada; mas, en el mutismo que solo ellos eran conocedores de su significado, se habían metido en un juego de palabras y envuelto en enrollos peligrosos, rompiendo esa simplicidad que en verdad no poseían. 

     Uriel llevó sus manos hacia su espalda, entrelazando sus dedos en esta, como si de un impulso propio se tratase. Era una costumbre peculiar, debía decir, pero acostumbraba a realizar aquello cada vez que sus labios iban a mover algo de interés o valor, aunque puede que también sea para mayor comodidad. 

   —Supongo que en algún momento el tiempo se nos vendrá encima. —Su voz salió en un susurro, sin ser dirigida precisamente para Dazai; ese tono ido, mezclado con un sutil y acallado suspiro, le indicaba cierta distancia en la situación. Pero lo dicho después, sí era para su acompañante—: ¿Dónde trabajaba antes, señor Osamu?

Angel ━━Osamu DazaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora