▬▬▬ chapter two

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《 capítulo segundo ━ verdades pasajeras

                    A las tres de la tarde, en el café Uzumaki, el retumbar de unas botas chocar contra la fina madera se escuchaba en un compás elegante

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                    A las tres de la tarde, en el café Uzumaki, el retumbar de unas botas chocar contra la fina madera se escuchaba en un compás elegante. Una mujer de cabellos negruzcos andaba con calma entre las mesas, con el objetivo de alcanzar al muchacho que minutos atrás había escapado despavorido de las oficinas de la agencia con notorio nerviosismo. 

     Su pequeña caminata culminó cuando estuvo en frente del pelirrojo, al cual le dedicaría su descanso, quien mantenía su frente hundida en la mesa. 

   —¿Puedo sentarme? 

     Tanizaki alzó la mirada, encontrando la sonrisa afable que poseía la mujer al conectar miradas. Reaccionó con cierta vergüenza, pensando que quizás la había ignorado al estar con la cabeza enterrada hace un segundo. 

   —¡Ah! Por supuesto que sí, señorita Uriel —respondió, sonriendo de forma apenada. 

     La fémina se sentó en frente, colocando sus manos sobre la mesa en un ligero gesto. Le miró con atención, apreciando cómo el joven al que le hacía compañía tenía su mirar fijo en la mesa. Cerró sus ojos por unos momentos, llamando a la camarera del lugar con un movimiento de manos. La muchacha uniformada no tardó en llegar, tomando el pedido de quien la solicitaba. 

   —¿Te gustaría algo? —El chico negó con una sutil sonrisa idéntica a la anterior, concluyendo la toma de pedidos. 

     Un suspiro se escapó de los labios femeninos al verse bajo el ambiente soso en el que se había adentrado, o al menos en ese contexto se había puesto al apreciar el rostro del joven. Era extraño, pero el ambiente suele colocarse de acuerdo a las emociones que se estén sintiendo. No obstante, para eso estaba ella ahí, así que yendo sin discreciones —tal como acostumbraba a hacer en cualquier conversación—, habló:

   —¿Le sucede algo, Tanizaki? 

     El mencionado giró a su llamado una vez más hasta soltar un suspiro de cansancio, volviendo a recostarse en la mesa. El par de zafiros seguían al muchacho en sus acciones, sin prisa de recibir una respuesta a su pregunta. 

   —Estoy agotado —murmuró, creando intriga en su acompañante—. Tuve que hacerme pasar por un terrorista y tratar mal a un chico. Estoy tan arrepentido. Fui muy grosero. 

     Laleh, ante lo dicho, recordó lo sucedido el día anterior. El dúo esencial de la agencia había dado con el tigre, aquella bestia que habían reportado, por lo que fue llamada por Kunikida para entrar en escena junto con otros agentes. Se le hizo curiosa la forma en la que el castaño profirió con seguridad que el adolescente de hebras albinas formaría parte de la organización. Uriel, en ese momento, no evitó indagar en esa expresión nostálgica que se había colado en el rostro de Osamu durante cortos segundos, mientras que sus ojos avellanos comunicaron algo que no alcanzó a leer.  Aquel niño le había dado algo en qué pensar a Dazai. 

Angel ━━Osamu DazaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora