▬▬▬ chapter eleven

1.3K 147 56
                                    

capítulo décimo primero ━━ juego ignorantes  》

                    Esa tarde de Yokohama, cuando las luces de los edificios comenzaban a deslumbrar como premisa a los espectáculos nocturnos, dos personas deambulaban por las calles al finalizar su horario laboral

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

                    Esa tarde de Yokohama, cuando las luces de los edificios comenzaban a deslumbrar como premisa a los espectáculos nocturnos, dos personas deambulaban por las calles al finalizar su horario laboral.

     El sonido matutino durante esa hora poblada y los murmullos incomprensibles de quienes pasaban a su lado, era lo único que se escuchaba en el pequeño cuadro protagonizado por los agentes. Podría ser percibido como una situación incómoda —aunque tal vez así era— gracias a la carencia de palabras; no obstante, el par se veía en un ambiente natural muy envidioso de lograr.

     Uriel, quien se mostraba apacible juntando sus propias manos en su regazo, miró al hombre a su lado, siendo atendida al llamado silente que profirió cuando los orbes avellanos le saludaron.

   —¿Quiere saber a dónde la llevo? —cuestionó el varón, conmutando miradas por pocos segundos, devolviendo su vista al frente.

     La mujer alzó sus cejas de forma leve para proceder a reír suave y sin mucho escándalo, confirmando lo dicho por el hombre de las vendas. Impresión le dio, pues era eso lo que se preguntaba al momento de verle, queriendo saberlo sin la necesidad de leerlo, prefería adivinar lo que su rostro le decía.

   —¡No la haré esperar! Llegaremos antes de que se de cuenta —alegó, sonriendo con bellaquería.

     Fue acto reflejo, pero los pensamientos que rondaban desde su tarde laboral, antes de ayudar a Kunikida, habían regresado; ¿cuál era el sitio al que la llevaría Osamu? Podía ser extraño el hecho de que no se haya preguntado qué nuevos acontecimientos pasarían a continuación, solo lo hizo en la mañana, cuando miró el reloj en su muñeca para ir a la agencia; de resto, eso no le llamaba mucho.

     Al menos no en esos momentos...

     Ante sus ojos, no se hizo tardar las vistas que daban inicio a lo que era el puerto, admirando el mar con mayor cercanía que antes. No lo dijo, tampoco lo emitió de forma obvia, pero si no se equivocaba —y esperaba que sí lo hiciera—, no habría nada de calma.

     Quien dirigía la andada giró a verla, apreciando cómo esa unión ligera en sus dedos había pasado a ser un apretón. Dazai supuso cuál fue el causante, aunque en un momento dudó al ver su perfil sereno como siempre.

     En ese instante, se dio cuenta de algo que no le hacía gracia en lo más mínimo: de todas las cosas que podía predecir, Uriel no ingresaba como le gustaría en ello. Su actitud y facciones sosegadas ante cada instante le eran más complejos de procesar. Puede que no terminara equivocándose al intentarlo, pero, entre la confianza que le tenía a su inteligencia, sabía que existían probabilidades en las que se equivocara.

     No conocía a Uriel, mucho menos el modo en el que trabajaba ese tipo de situaciones. Su ignorancia era mayor cuando la tenía en frente, pues la pregunta de qué había detrás de esas facetas tranquilas no parecía tener respuestas para entonces. Quizá pudo ver los brillos del miedo o la inseguridad en ella, pero eran solo eso, brillos que marcaban el inicio de un camino oscuro en el cual aún no podía ver.

Angel ━━Osamu DazaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora