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—Vanya, se que estás enojada. No lo vimos, no lo ví a tiempo —intenta Cinco, sintiendo la impotencia burbujearle el estómago.

Él no matará a Vanya, su hermana pequeña de quince. No... No puede. Es esto, su única oportunidad, o el mundo se acaba.

—Vanya, por favor, baja y hablemos —Cinco pide—. Solo quiero hablar.

—¿Por qué debería creerte? —Vanya le pregunta, con un dolor en los ojos que parece infinito y enredado y en millones de fragmentos, millones de momentos que la llevaron a ésto—. ¡Me abandonaste!

Cinco respira profundo. Su hermana es pequeña aún, todavía no guarda tanto resentimiento como para escribir ese libro, eso debe bastar.

—¡Nunca quise irme! —Cinco tiene que gritar para que se escuche por sobre el ruido del viento. Jodidamente no iba a hablar jamás de sus experiencias, pero si eso puede ayudar a Vanya—. Yo... Solo era un niño tonto que quería jugar con sus límites y no pensó en las consecuencias. Estuve atrapado en el apocalipsis por cuarenta y cinco años, Vanya, y no hubo día que no pensara en ti, que no pensara en todos ustedes mientras buscaba la forma de volver.

La revelación de Cinco los sorprende a todos pero, sabiamente, sus hermanos eligen no decir nada en éste momento. Vanya es la prioridad.

Lentamente, con un endeble rastro de duda en los ojos, Vanya baja desde donde está levitando en el suelo, quedando finalmente de pie unos escalones arriba. Todavía la fuerza de su energía gira como un torbellino y sus ojos permanecen grises mientras agarra con fuerza su violín blanco, pero bajó. ¿Cómo le llamas a eso? ¿Pasos pequeños?

Cinco avanza un paso cauteloso hacia ella.

—¿Vanya?

La número Siete lo mira con el labio ligeramente tembloroso, pero luego mira detrás de él y su mirada se endurece al ver a los otros.

—¡Solo están siendo buenos porque me temen! —grita, repentinamente furiosa de nuevo—. ¡No voy a dejar que vuelvan a ignorarme como si no fuera nada!

Cinco aprieta los labios. Sabe que hay mucho que resolver y disculpas pertinentes que hacer, pero lo primero es lograr que Vanya deje de ser una bomba.

—Míralos, Vanya. Son nuestros hermanos —Cinco le dice—, puede que a veces no tengan las mejores actitudes pero... ¿Enserio acabarías con el mundo y contigo para esto? ¿No crees que podemos arreglarlo?

Todos detrás miran significativamente a Vanya y ella les devuelve una mirada llorosa, para finalmente negar levemente con la cabeza a la pregunta de Cinco. No acabaría el mundo o a ellos, no... no... ¿qué está haciendo?

—Está bien, Vanya —Cinco se acerca a ella a paso cauteloso—. Solo tienes que dejarlo ir.

Se refiere a la energía acumulada. Sin embargo, cuando lo intenta, Vanya descubre que no hay forma de deshacerse de esa energía sin arrojarla afuera. Con lo gastado antes con el derrumbe que sostuvo Klaus y lo que perdió al bajar, definitivamente no es el tipo de pulso que destruirá el mundo, pero si podría destruir la ciudad entera.

—No puedo —niega con la cabeza, convertida de nuevo en una niña pequeña y asustada—. Cinco, no puedo deshacerlo —insiste, desesperada.

—Si, tú puedes.

—¡No puedo! —Vanya grita, y toda la casa tiembla.

Cinco aprieta los puños con ansiedad. Sabe exactamente que hacer.

—¿Confías en mí, Vanya? —le pregunta significativamente.

¿Y no se reduce todo eso? ¿La confianza que perdieron y necesitaban volver a encontrar?

Wrong Time | The Umbrella Academy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora