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Las quemaduras de cigarrillo arden en los brazos de Klaus. Su garganta se siente en carne viva de tanto gritar. Está atado de pies y manos a una silla con sogas que aprietan lo suficiente como para cortarle la respiración.

Klaus Hargreeves no es ajeno al dolor. De hecho, tiene una alta tolerancia a él. Se rompió la mandíbula a los doce, una bala le rozó el brazo una vez y tuvo un par de accidentes feos con los cuchillos de Diego, entre otras cosas. Papá también lo ha golpeado algunas veces, aunque solo cuando lo molesta demasiado.

Sin embargo, ésto es diferente. Ésto es constante, repetitivo, ellos no se detienen y dios duele.

—¿Dónde está tu hermano? —pregunta la de la máscara rosa por enésima vez. La mujer es la más violenta de los dos, el hombre solo lo sostiene mientras ella usa sus brazos como ceniceros y hace pequeños cortes en su rostro.

—¿Cuál de ellos? Tengo muchos hermanos, ¿sabes? Las peleas por el baño suelen ser una locura —responde, fingiendo estar tranquilo. Esa es su forma de afrontar las situaciones difíciles, ha tenido práctica haciendo creer a papá que no está asustado para que le permita salir del mausoleo.

Ella lo golpea en la cara con fuerza y Klaus se muerde el labio, jadeando.

No sabe cuánto tiempo ha pasado, pero solo tiene que esperar. Resistir hasta que sus hermanos lo encuentren. Él puede hacer eso.

—¡¿Dónde está el número Cinco?! —ella grita.

Sintiendo el sabor metálico de la sangre en su boca, Klaus vuelve a mirarla.

—No lo sé —dice, sin poder evitar que la voz le tiemble. Solo quiere que ésto pare—. Él...acaba de llegar...no dijo...

Ella lo golpea de nuevo. Klaus se traga un sollozo. La habitación está repleta de fantasmas gimiendo y pidiendo ayuda, rasguñando, gritando furiosos a Hazel y Cha-Cha, sus captores y los asesinos de ellos.

¿Eso es lo que va a pasarle? ¿Terminará asesinado y convertido en un fantasma torturado igual que ellos?

Oh dios, solo quiere que pare.

La mujer, Cha-Cha, lo agarra del cabello, tirando de sus rizos sudorosos.

—Tomaremos un pequeño descanso, más te vale ser más comunicativo cuando volvamos, niño —dice, y se aleja junto al hombre, Hazel, que no ha dicho más de tres palabras seguidas desde que Klaus recuperó el conocimiento por última vez.

Hazel y Cha-Cha se quitan las máscaras tras el niño, dándole la espalda.

—Debemos empezar a usar métodos más... persuasivos, ¿no lo crees? —dice Cha-Cha.

Hazel se muerde la lengua para no decir lo que está pensando: es solo un niño. Está ahí, amarrado a esa silla y sollozando silenciosamente, vistiendo un pijama ahora manchado con sangre que brotó de su nariz.

Es solo un niño.

Pero no puede decir eso, se supone que no puede sentir nada, está trabajando. Aunque, aún así, está pensando también en Agnes, la vendedora de donas de sonrisa amable y los más deliciosos glaseados de fresa. La ha visto solo tres veces, pero ha quedado completamente encandilado con ella.

¿Qué pensaría Agnes, tan dulce y suave, de que estuviera torturando a un niño en un motel viejo?

—Tal vez no sabe nada —dice al final

Cha-Cha resopla.

—Aún sirve como cebo, entonces. Número Cinco vendrá por él y entonces lo tendremos —dice ella, mirando de reojo al niño en la silla, que murmura quién sabe con quién—. Tenemos que hacer algo respecto a su “habilidad”, es una molestia, no necesitamos que sepa más de nosotros.

Wrong Time | The Umbrella Academy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora