{°Secretos sin decir.°}
-él vendrá a cenar, también vendrán su padre y su hermana menor – Brigith estaba en la habitación provista para sus abuelos, su abuela estaba frente a ella mientras su acompañante la peinaba.
-estoy ansiosa por conocerlo – movió su mano y la mujer que estaba detrás de ella salió de la habitación dejándolas solas - ¿hablaras con él?
-aun no estoy segura – miro sus manos - ¿y si le digo y todo sale mal?
-¿y si le dices y todo sale bien? Nunca lo sabrás si no se lo dices, y por mi propia experiencia – la hizo que la mirara – si no se lo dices, siempre estara la pregunta de que hubiera pasado de habérselo dicho, díselo, pero solo si estas preparada a enfrentarlo – se puso de pie – bueno, yo estoy hambrienta, ¿vamos al comedor? Estoy segura de que el desayuno ya debe de estar servido, y que tu abuelo ya debe estar atacando la comida – ambas se rieron y bajaron.
Todos se sentaron a desayunar, estaban tranquilos y felices, pero Brigith sentia las preguntas revolotear en su cabeza, ¿se lo decia o no? ¿Qué pasaría cual fuera su decisión?Estaba tan confundida y alterada, no podia formar un pensamiento por que otro le brotaba de inmediato, paso de esa forma la mayor parte del día, intentando convencerse de tomar la mejor decisión de todas, pero era tan difícil encontrarla.
Su madre y sus hermanos mayores estaban preparando todo para la cena de ese día, su padre y sus abuelos estaba en el despacho del primero conversando sobre cosas que ella prefería ignorar, y ella, por pedido de su madre, se había retirado temprano a su habitación a prepararse, estaba en su tina dándose un baño, Grace le tallaba el cabello y le ponía distintas colonias para que tuviera un dulce aroma, su ropa ya estaba preparada, usaría un vestido que Nicholas le había regalado, pero que aun no había tenido la oportunidad de utilizar, era de un bello color durazno, tenia bordadas el filo de las mangas y alrededor de su cuello, llevaba un bello cinto por debajo de su pecho de un color un poco mas fuerte y tenia algunas piedras incrustadas, su abuela le había regalado un bello par de aretes con un pequeño diamante en ellos, además, su abuelo le había llevado un nuevo par de guantes de color perla.
Aun no había tenido la oportunidad de hablar con su abuelo, queria preguntarle tantas cosas, pero sobre todo, queria su apoyo de una forma diferente a las anteriores, sabía que cuando hablara con él todo seria diferente, en una buena manera, encontraría a alguien más para apoyarse en esos momentos en los que su don la sobrepasaba, sabia que su abuelo no le negaría esa ayuda, seria todo lo contrario, él estaría encantado de dársela.
Salió del agua y seco su cuerpo con ayuda de Grace, le coloco distintos productos sobre la piel, y dejo que ella le secara el cabello, se coloco una bata de color gris y se sentó en la silla frente a su tocador, por primera vez hubiera deseado que Grace conversara con ella, que la distrajera, pero ella permaneció callada, ninguna dijo ni una sola palabra, sintio como desenredaba su cabello y despues como la peinaba, pero ella seguía sumida en sus pensamientos, Grace solo la miraba, preocupada por ella y buscando la forma de ayudarla, pero no encontró nada para hacerlo.
Para cuando ella ya estuvo lista y a punto de bajar, un carruaje se detenía delante de su casa, el Vizconde, su padre y su hermana bajaban de el, los tres se acercaron a la puerta un momento despues esta era abierta por un personal de la servidumbre, los dejo entrar y lo primero que vieron fue al Conde y a su esposa de píe delante de ellos, detrás de ellos pudieron ver a una pareja de personas mayores, los miraban atentos, esperando a dar su aprobación, la mujer de edad mayor miraba atenta al oven alto y pelirrojo, por el momento no lograba ver nada de malo en él, al lado de la pareja estaban los hijos del Conde en orden de nacimiento, Nicholas y Jeffery estaban con unas ligeras sonrisas en sus rostros mientras miraban a los invitados recién llegados, Geoffrey miraba enojado al Vizconde, Brigith solo se preguntaba cuando podría encontrar el momento adecuado para hablar con James, Anika y Harry solo estaban de pie, esperando a que su madre les permitiera alejarse y volver a sus juegos.
-Bienvenidos – el hombre de la casa los recibió.
-Gracias por la invitación, Nicholas, Condesa – el padre de James se adelanto y tomo la mano de la mujer frente a ella besando su dorso – luce hermosa.
-Gracias Milord – se inclino – nos honra con su presencia, Vizconde – se inclino de nuevo – señorita MacConnell, sean bienvenidos.
-gracias Condesa – Corina se inclino y la saludo, cuando miro hacía atrás de ella una gran y real sonrisa se deslizo en sus labios cuando logro ver a Brigith a un par de pasos - ¡Brigith! – hablo con entusiasmo.
-Corina – su padre la regaño - ¿Dónde están tus modales?
-lo siento – regreso a su aspecto de modestia – es bueno verlos.
Pero Brigith le sonreía, e importándole poco el regaño que podría recibir de su madre se acerco a ellos hasta que estuvo al lado de su padre, se inclino ante sus invitados y ellos le respondieron de igual manera, estaba feliz de ver la alegría de Corina de nuevo – es bueno verte de nuevo Corina – la saludo y de inmediato la señorita delante de ella recupero su sonrisa – Duque – se inclino ante él y él beso el dorso de su mano – Vizconde – se inclino de nuevo y él tomo su mano al igual que lo había echo antes su padre, pero su toque se demoro, ambos sintieron el calor de la piel del otro, sus guantes no haciendo nada para amortiguar el contacto.
-es bueno verla de nuevo señorita Hargrove – su voz se había enronquecido – usted luce absolutamente hermosa.
-gracias – susurro, demasiado afectada ante lo que sentia como para hablar más alto.
Se formo un leve silencio alrededor de ellos, él aun no soltaba su mano y ciertamente no queria soltarla, su abuela miraba todo desde su lugar a un par de pasos detrás de ellos, miro a su esposo y ambos sonrieron, si la forma en la que él la miraba ella era un indicio de lo que les esperaba en los años siguientes era un buen indicio, la miraba como si fuera la cosa más preciada a sus ojos, como si fuera ese algo que hubiera buscado durante años y que al fin lo hubiera encontrado, sostenía su mano con tanta delicadeza, como si al soltara ella fuera a desmoronarse.
-¿pasamos al comedor? – la voz de su madre la obligo a dejar de mirar al imponente hombre frente a ella, él soltó su mano y miro a su hermana pequeña, ella no hacia nada para ocultar la mirada divertida que le dedicaba a su hermano.
-claro, muéstrenos el camino – todos caminaron detrás de sus padres, ella del brazo que el Vizconde le había ofrecido, ambos estaban sorprendidos por aquello que había pasado hacia solo un segundo.
Llegaron al comedor y todos tomaron sus lugares, el Duque y el Conde habían ocupado los lugares de honor, al lado del duque estaba sentada su hija, del otro lado estaba su hijo, al lado de el estaba Brigith, luego Geoffrey, Harry y despues Anika, su padre en una orilla de la mesa con su esposa de un lado y Nicholas a su lado contrario, del otro lado de su madre estaban sentados sus abuelos y despues estaba Jeffrey con Corina a su lado, ella de inmediato sintio la tención al sentarse en medio de su hermano y del Vizconde.
Su padre ordeno que la cena comenzara a servirse, ella estaba quieta, como si con cualquier indicio de movimiento la paz que se sentia se rompería de golpe y todo estallaría a su alrededor, las conversaciones comenzaron a surgir a su alrededor, escuchaba a su padre y al Duque hablar de algo que ella no lograba a entender, Nicholas dando algunos comentarios a la conversación de su padre, su madre conversaba con sus suegros, Jeffrey conversaba de libros con Corina, Harry y Anika de algo que ella no alcanzaba a escuchar, solo ella, Geoffrey y James estaban callados, la tensión que había entre ellos tres se podia ver desde lejos.
Ella tomo aire y giro su rostro hacia el Vizconde – me gustaría hablar con usted – él la miro.
-¿ahora? – alzo una de sus cejas.
Ella asintio – si, es algo que necesito decirle – había tomado una decisión, le diría de lo que ella era capaz, él asintio y miro a su alrededor, todos seguían enfrascados en sus conversaciones, se puso de pie, llamando la atención de todos a su alrededor.
-si nos disculpan – extendió su mano hacía Brigith y ella la tomo poniéndose de pie – la señorita Hargrove y yo tenemos algo que atender.
-¿ahora? – su madre la miro con reproche - ¿tiene que ser en medio de la cena Brigith?
-lo lamento Condesa – el Vizconde hablo antes que Brigith – pero es algo de suma importancia – su mirada no aceptaba que ella volviera a cuestionarlo.
-pueden ir tranquilos – fue su padre el que tranquilizo a todos – tómense su tiempo.
-gracias – él retiro su silla y ofreció su brazo a Brigith, ambos salieron del comedor ante las miradas de todos.
Ella busco la mirada de sus abuelos antes de irse, ambos le sonrieron y asintieron, ella lo tomo como un incentivo a continuar.
Brigith pensó como decírselo sin que él la mirara como si estuviera loca, como decírselo sin que creyera que ella era una abominación, lo llevo hasta el jardín, exactamente en donde su familia tomaba el té por la tarde, ambos se sentaron delante del otro, James observo como ella retorcía sus manos en su regazo, él comenzaba a asociar ese movimiento al miedo que ella sentia de decir algo.
-Brigith – ella se detuvo, pero no se atrevió a mirarlo - ¿Qué eso que tenias que decirme? ¿Qué es lo que no puede esperar?
-¿alguna vez guardaste un secreto? – él frunció el ceño al escucharla – un secreto que puede cambiar todo cuanto conoces a tu alrededor – lo miro – un secreto que te mantenga aterrada la mayor parte del tiempo.
-¿de que estas hablando? – su corazón se acelero, ¿acaso ella lo sabia?
-no e sido del todo sincera, tengo algo que decirte, pero tengo tanto miedo de que decidas terminar con todo esto si lo sabes.
-no puede ser tan malo, todos tenemos secretos – ella asintio.
-pero ninguno como el mío – su voz tembló – yo… Soy capaz de hacer algo que nadie más puede – él se inclino ante ella – soy capaz de tomar… Soy capaz… Yo… - su voz se termino.
-esta bien Brigith – él tomo sus manos, ajeno a aquello que ella ocultaba – puedes decírmelo, todo estar bien.
-no lo entiendes – sus ojos se llenaron de agua y ella alejo su mano de las de él, el vacío que sintio en su interior la sorprendió – nada estara bien, cuando lo sepas nada estara bien.
-¿Qué puede ser tan malo? – la miro, notaba lo afligida y asustada que estaba, ¿Qué era aquello que esa pequeña criatura pudiera ocultar?
-yo puedo… - titubeo y tomo una gran bocanada de aire, diciéndose a si misma que él merecía saber – yo puedo tomar sueños.
-¿a que te refieres? – se alejo de ella.
-con mis manos – se las mostro – puedo… Arrebatar un sueño, un deseo, un anhelo, solo necesito tocarlos con mis manos – las lagrimas salieron de sus ojos al ver la mirada de incredulidad que él le estaba dando – solo eso necesito para robar sus sueños, no se como llego a mí, no se porque me eligieron a mí, pero esa es la razón por la que uso guantes todo el tiempo, esto – le mostro sus manos, agitándolas en un esfuerzo para que él comprendiera – es lo que yo soy.
-¿tú… tú eres…? – se puso de pie y ella lo miro desde su lugar, si él queria irse, ella no lo detendría.
-yo soy la ladrona de sueños – el tiempo se congelo a su alrededor, ella lo observo a él, esperando que reaccionara, que le dijera algo, pero él no tenia nada para decir.
Ella ya se lo había dicho y solo le quedaba esperar.
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La Ladrona De Sueños
Ficción históricaSolo necesitaba tocarlos con sus manos, solo un roce y sus sueños más anhelados se volvían de ella, el primero que tomo fue el de su nana, y después, fue el de su madre, era solo una niña, así que no lograba comprender que era lo que pasaba, intento...