Lily Potter ha vivido bajo la sombra de su apellido, haciendo el papel de la hija perfecta de los Potter, y es que siendo hija del grandioso Harry Potter no se puede esperar menos.
Ella en realidad no es inconforme con su vida, ama a sus hermanos, a...
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-Qué pasa, Potter ¿Tienes miedo?
Lucius Malfoy, el último mortifago, estaba de pie frente a todos nosotros, ¿y que hacia yo? Dejar que el cumulo de emociones me bloqueara.
Todos estaban quietos detrás de mí, esperando por mi reacción, pero yo solo estaba de pie, con los brazos a los lados y con más rabia que sangre en las venas. Durante tanto tiempo había pensado en este momento, en lo que haría cuando le tuviera cara a cara, todos los sitios donde me gustaría golpearlo y cada uno de los insultos que definitivamente le gritaría, pero llegada la hora de la verdad todos esos planes me parecían inútiles e innecesarios.
De alguna manera, sabía que si me dejaba llevar por la rabia y los sentimientos negativos que me embargaban terminaría siendo igual que él. Un ser vengativo y lleno de maldad. El habría ganado, y yo no podía permitir que eso sucediera.
-No te tengo miedo. –respondí finalmente. –Te tengo lastima.
La sonrisa socarrona y llena de burla tembló ligeramente en su rostro, pero no perdió su postura altanera ni por un segundo.
-¿Lastima? Soy el último mortifago, he sobrevivido y escapado de Azkaban, y ahora terminare lo que Lord Voldemort empezó hace tanto tiempo, empezando por aniquilar a toda tu mugrosa familia.
-Me das lastima. –continúe. –porque después de tanto tiempo, aun sigues enfrascado en una misión que nunca pudiste terminar, porque eres el ser más cobarde y despreciable que he conocido. Eres tan poca cosa, que necesitas hacerte con James para poder hacer cualquier cosa, solo no eres más que un triste y desdichado mago que fue despreciado por su maestro.
Poco a poco la altivez que llenaba a Lucius fue sustituida con rabia a medida que mis palabras llenaban el espacio entre nosotros.
-Lily, cállate. –susurro Albus a mis espaldas. Al igual que yo, notaba la tensión que creía entre Lucius y mi persona y entendía que nada bueno podía salir de eso.
-Eres tan despreciable que ni siquiera pudiste morir con Voldemort, sino que huiste como el cobarde que eres. –continúe, ignorando a mi hermano. –Dime entonces, ¿Quién tiene miedo? Yo no, aquí estoy, dispuesta a acabar con todo esto. No voy a huir, no dejare que te lleves a James y en definitiva no dejare que mates a nadie más.
Y con eso Lucius Malfoy perdió los pocos estribos que le quedaban.
Con un grito que venía directamente desde sus entrañas lanzo un hechizo en mi dirección que esquive a duras penas. Detrás de mí el resto del grupo se separó en diferentes direcciones para evitar el hechizo, pero fueron interceptados por varios magos oscuros que seguían a Lucius en su ridícula cruzada maquiavélica. Todos comenzaron a defenderse como podían, Gretta y Albus peleaban espalda con espalda contra tres magos, Rose ayudaba a Clara a levantarse del suelo pero no pude encontrar a James antes de que tuviera que volver a defenderme de los ataques de Lucius.
