NANA & GOGO

VIII

Ariana

—Que quede claro que la más pesada eres tú.—es lo que se escucha en la cocina cuando hemos terminado el almuerzo.

—Mira quién lo dice, el señor más pesado de todos—la señora Maddie enfatiza la palabra señor y se escucha un pequeño grito—. ¡Jess, con el agua no juego!

Me río y mi compañía también lo hace. Los hermanos Black ya conocen perfectamente las pequeñas peleas de sus padres, y debo decir que se me hace muy gracioso ver cómo lo hacen.

—Nana, ¿Vamos por un helado?—Eliana se levanta y se dirige a la televisión para apagarla— es fácil aburrirse un domingo aquí. Sácame.

—Está bien, vamos.

—Genial, voy a cambiarme.

Le sigo el paso por las escaleras hacia su ya conocida habitación, pero, algo me detiene en el camino.

Te dije que no bebieras mucho refresco.

Las inmensas ganas que me dieron de hacer pis me hacen decirle a Eli que enseguida voy, pero debo de usar el baño.

—Usa el del fondo, el principal está malogrado. Algo con una broma pesada de papá. Seguro que esta vez le sale caro.

Ella se ríe, y por educación le regreso mi sonrisa antes de ir corriendo al baño del fondo. Maldije la hora en la que compré este pantalón de cuatro botones. ¿Saben lo que es la paz? Hacer pis después de esperar mucho. Suelto un suspiro y, todo pasó tan rápido que ni tiempo me dio de procesarlo.

Olvidé cerrar la puerta con el seguro.

Oh, triple rayos a la enésima potencia.

Thiago está en la puerta, con su teléfono en la mano y mirándome. Automáticamente grito, y él también.

—¡Aaaaaaaah! ¡Ariana, te juro que no vi nada, te juro que no vi nada!—repite varias veces mientras cierra la puerta rápidamente y su figura trasluce en el cristal— No me mates, no me mates.

Antes de que lo espere, se ha ido.

Estoy en shock y lo único que pienso es en lo caliente que siento el rostro, si quieres freír un huevo, te presto mis mejillas. Esto es algo que nunca había pasado entre nosotros, y lo único que siento ahora es vergüenza, vergüenza porque me ha visto. ¡Me ha visto haciendo pis!

Termino en el baño y una preocupada Eliana aparece en el umbral de la puerta—¿Qué pasó?—cuestiona rápidamente.

—Eh, eh, una cucaracha. Había una cucaracha cerca del retrete.—le digo lo primero que se me viene a la mente, sin pensar en la situación y los involucrados.

—Eso explicaría porqué también escuché gritar a Thiago—está a punto de irse pero regresa—. Espera, si tú viste la cucaracha, ¿Por qué Thiago gritó?—sus ojos inspeccionan los míos, esperando descubrir si miento—¿Estaban aquí los dos?

Eso hace que mis mejillas se enciendan aún más de lo que ya están.

Piensa algo. ¡Lo que sea!

No es posible establecer una conexión segura. Intente más tarde.

Gracias, eh.

—La vi y salí corriendo. Y ya sabes cómo es Thiago con las cucarachas, jeje.

—Ah, ya.

—Eli, ¿Qué pasó?—escucho desde la planta baja, es su mamá.

—Nada, má. Fue una cucaracha.

—Ah, eso explica porqué Thiago salió corriendo de la casa.—se escuchan dos risas de fondo, son ellos riéndose de su propio hijo.