NANA & GOGO

XIX

Ariana

-¿Hola, mamá?-escucho que Thiago le dice a su madre-Esto te parecerá gracioso pero, ¿recuerdas que te dije que íbamos a dejar a Ariana?

-Sí, ¿por qué?

-Adivina dónde estoy...-y suelta un suspiro, que termina en risa, contra el frío metal.

•Tres horas antes•

Miro la ventana mientras voy viendo cómo cambian las casas y sus estilos a lo largo del camino. Otra evidencia clara de que Thiago y su familia difieren mucho de la mía.

La mía es algo discorde, con algunas ausencias pero que ni se notan, eh.

Veo una hermosa casa de fachada amarilla, una puerta de madera, con la placa del apellido de la familia justo por encima de ella. Unas ventanas extrañamente circulares, con adornos que colocaron por dentro de la casa. Los barandales de metal y sus puertas corredizas, desde el suelo hasta casi el techo en la segunda planta es lo que le da un toque divino. Amaría vivir allí.

Una señora de unos treinta se asoma por la ventana, me imagino que soy yo quien vive allí y disfruta esa casa para su familia también. Y nadie falta, todos están en cada fecha especial, en cada cumpleaños, en cada navidad. Los niños corren por los pasadizos, las abuelas conversan entre sí, los padres discuten sobre sí deberían ir de vacaciones al campo o a la playa y...

-¿Nana?

Su voz me saca de lo bello que estoy imaginando, un gran azote y una clara diferencia entre mis sueños y la realidad. Algún día todo eso dejará de ser uno de mis tantos sueños y más profundos anhelos, y se hará realidad, algún día. El tiempo que me tenga que tomar, me tomará. Pero daría todo por darle eso a mamá y a papá.

-¿Sí?-le pregunto mientras volteo a verlo, y ahí está, como siempre, pero no con esa sonrisa, sino con un gesto preocupado, podría decir que hasta asustado-¿qué sucede?

-¿Esos no son tu hermana y su novio?-me asomo hacia el lado de la ventana donde está él y los veo, ambos están en la gasolinera, junto a nosotros. Pero no están bien, están como casi los diez meses de relación que llevan: discutiendo. Ya hasta parece que fuera una costumbre, es más, siento que de relación tienen un mes, y peleando nueve.

-¿Todo bien entre ellos?-pregunta Javier-Porque parecen no estarlo.

-Uno nunca sabe-respondo, cuando de pronto vemos que él la empuja y, antes de que me lo espere, los dos ya se han deshecho de sus cinturones y están fuera del auto; yo, un poco más lenta los sigo.-¡Hey, Kiara! ¿Qué pasa?

Ella me ve y se sorprende-Lo que pasa aquí no es tu problema.-responde como ella siempre lo hace: con todas las faltas de respeto, un fuerte sentimiento de enojo e incluido su tono de "no te metas en mis asuntos".

-¿Los llamaste? ¿Es por eso que fuiste al baño, Kiara?-le pregunta él, y pues a saber cómo se llama, eso no me interesa.

Javier, siendo el adulto aquí, se coloca frente a nosotros y empieza a preguntar la razón, la cual es una muy tonta ya que el muchacho responde:-Ella no es una idiota, sabe lo que hizo.

-Oye, no te permito que le hables así.-tío Javier responde rápidamente, frunciendo el ceño y señalándolo con el dedo.

-Tú no me vas a venir a decir cómo debo yo de tratarla, es mi novia. No la tuya.-con su mano el chico aparta la mano de tío Javi, se planta frente a él, como dejándole en claro qué sucederá si siguen con esto. Y definitivamente no quiero nada de eso, no ahora, mucho menos frente a ellos.

Javier por otro lado, sumamente tranquilo:-Si ella fuera mi novia, no la trataría así.-voltea a ver a mi hermana, quien está de brazos cruzados junto al auto del que tiene por novio.-¿Qué hiciste?