XXV

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Thiago

¿El techo de la habitación siempre había tenido esa mancha? ¿Debería decirle a mamá para que le diga a papá o directamente a papá para que llame a alguien? Una y más dudas empiezan a rondar mi cabeza. Todas solo con el simple objetivo de distraer a mi mente de la pregunta que me niego a volver a repetir. La imagen se vuelve algo borrosa con el pasar de los días, pero sigue ahí. Bien fija en algún punto de mi cerebro, quizás hasta pegada con el super pegamento del que ofrecen en la compañía esa.

Giro y doy vueltas en mi cama, veo el reloj: 6AM. Genial, acabo de desperdiciar dos horas de sueño por las estúpidas pesadillas. De pronto, escucho susurros fuera de mi puerta. "Creo que les hará bien" "Esta semana no se han visto" "Dile tú" "No, tú". Unos golpes suaves, hacen que me haga el dormido. Mis padres entran, y yo ruego ser buen actor ahora.

—¿Thiago?—mamá mueve mi hombro, y me sacude hasta que logra "despertarme".

—¿Ma? ¿Pa? ¿Qué pasa? Dejen dormir.

—Hoy es domingo. ¿Le has avisado a Ariana que venga?—la mención de mi mejor amiga trae el recuerdo del domingo pasado. Todos ya se han ido, desde los abuelos hasta tío Javier, con su disque buen consejo: "Si no lo haces tú, no andes llorando después". ¿Qué clase de consejo es ese? ¿Y a qué se refería? La vejez que se carga le afecta.

—No, ¿Yo tengo que decirle siempre? Ella sabe que tiene que venir.—me giro y me cubro con la sábana aún más.

—Hey, ¿Estás molesto?—me pregunta papá. ¿Molesto yo? ¿Por qué debería? Ariana solamente se perdió toda la noche. La estuve buscando durante horas, hasta incluso perdí a Danna por su culpa, ella solo se fue. Y no me ha respondido los mensajes hasta ahora. ¿Y todo eso para qué? Para que Ariana resulte teniendo la mejor noche de su vida con el tonto de su ex novio. Y vaya que sí parece lo disfrutaron, lo noté en la sonrisa de satisfacción que me dio Hugo cuando salió de su casa y me vio en el asiento trasero. Idiota.

—No, papá. ¿Tengo por qué?

—Bueno, Ariana ha estado viniendo. Incluso vino el martes a preguntar si irías a su casa para los típicos martes de casa. Ustedes ya saben.—esta vez él me aprieta el hombro— Nos hemos tomado la molestia de llamarla ayer, a decirle que por su cumpleaños iremos a visitar a su tía. La que vive en Cajamarca.

Me volteo rápidamente y los miro—¿A tía Angélica?—ellos al ver mi expresión, se ríen.—Me niego a que me compren con una visita a la señora que me mima más que a su sobrina.—y me volteo de nuevo, molesto.

—De verdad estás molesto.—dice mamá— Entonces, Jessey. Déjalo, no le vamos a rogar que esté en el cumpleaños de su mejor amiga. Vamos cariño, tenemos que ver los pasajes, y ver a quiénes dejamos a cargo.

Ambos se van de mi habitación. Antes que me de cuenta, estoy en la misma posición que antes, mirando el techo. ¿Debería ir?

Claro que tienes que ir, eres su mejor amigo. Tienes qué.

No, me niego, que vaya con su noviecito ese. O con cualquiera. Yo no quiero ir. Mis ojos me arden y me obligo a dormir.

۝


Las risas estruendosas en la primera planta me hacen despertar. ¿Cuánto dormí? Miro el reloj en la mesita de noche, me doy cuenta que ya es pasado medio día. Su vocecita toda aguda es muy conocida para mí, como si instintivamente supiera de quién se trata. Me coloco la parte superior del pijama y bajo a la primera planta, obligado por el hambre que azota mi pobre estómago.

Hacen un silencio sepulcral cuando aparezco bajando las escaleras. Me dirijo a la cocina por un vaso de jugo y algunas galletas para llevar a mi habitación. Cuando me doy vuelta para irme, allí está: parada, cerrando la única salida, el jugo y las galletas caen al suelo, haciendo un sordo ruido.

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⏰ Última actualización: Feb 25, 2023 ⏰

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