Zayra
La fría brisa de la playa roza mi rostro haciéndome cuestionar qué demonioos hago aquí cuando ya es otoño, además las olas azotan fuerte contra las rocas del fondo del balneario. Los graznidos de las aves pasando en bandada hacia su nido me hacen saber que ya es algo tarde, incluido el hecho de que el sol está a punto de ocultarse.-Pregunta preguntosa, ¿qué hacemos aquí Terry?-el castaño estaciona la moto y ajusta los dos cascos con la cadena, con la que asegura con fuerza la llanta trasera.
-Obviamente, estamos en la tercera etapa de tu tratamiento. Has avanzado bastante con las dos anteriores. Hoy venimos con una frase a aplicar: Una mente distraída no extraña a nadie.
-Pero si ya te dije que no lo extraño.
-Sí, conmovedora historia.-dice mientras que de la pequeña maletera en la parte trasera de la moto saca dos bebidas-Sin alcohol, tengo que conducir.-abre la lata y me la extiende- Lo que no logro comprender es,...
-¿Qué cosa?-le digo cuando de repente ha callado. Y a veces es un gran alivio, pero ahora no.
-Nada Bri, olvídalo.
-Ya te dije que no me digas Bri, prefiero Zayra.
-Soy tu apoyo, Puedo decidir cómo llamarte.-bebe un gran sorbo y se ríe, prefiero evitar discutir sobre cómo debería de llamarme por quinta vez.
Y solo nos quedamos ahí, mirando a la gente que ya está empezando a retirarse, incluidos los surfistas, quienes son los que más abundan aquí. ¿En serio pueden nadar con esos trajes? ¿Tendrán algún tipo de calentador incluido? Porque defininivamente yo ya estaría muerta del frío, también agregando el hecho de que no sé nadar.
-Bien empecemos-suelta de pronto Terry, lo cual me hace girar para verlo-, ¿Hay algo que quieras saber de mí? Puedes preguntar lo que quieras.
-¿Para eso me trajiste aquí? Tengo trabajos que terminar, Terry.
-Y yo también, pero estoy aquí por ti. ¿Me vas a preguntar o no?-vuelve a beber, espera mi pregunta aún mirándome- Y nada de cuál es tu color favorito o esas cosas. Sentiría que estamos en una cita o algo parecido.
-Genial, tendré que pensar en otra entonces.
Lo observo con detenimiento, su cabello, sus ojos, sus manos, sus zapatillas, hasta que me detengo en su cuello. Dos cadenas lo adornan, una cruz de plata y un dije dorado, con una larga cadeneta.
-¿Qué con las cadenas?
Su vista se dirige a su pecho y las alza con la mano que tiene libre.-¡Ah! ¿Estas? Esta plateada que ves, me la regaló mi abuela, muy apegada a la religión, me la regaló en cuanto se enteró de que me compré la moto.-se ríe con el recuerdo, al parecer, y también me hace reír- Dice que tiene todas sus oraciones y protección, desde entonces no me la he sacado. Y esta otra, no tiene importancia.
-Espera, ¿qué? Dijiste que te preguntara, responde.
-Te lo podría responder en otra oportunidad, Bri. Ahora me toca.-refunfuñando, no lo contradigo, y bebo de la lata esta vez, mirando el horizonte, fijándome que el sol está a un rayo de despedirse. Sus ojos analizándome ya no me ponen nerviosa, la primera semana quizás sí; pero ya después de tres, como que uno se acostumbra.- ¿Por qué siempre usas dos ganchitos para peinarte?
-Vaya, gran pregunta, gracias. No lo sé, las uso desde siempre. Mamá me enseñó a usarlas, y son las únicas que podría decir son de mi estilo. Además, evitan que el cabello me estorbe en clases.
-Así que tu mamá, ¿eh? ¿Y tu papá?
-Pregunta personal, amarillo.-sí, amarillo es el código que usamos cuando son preguntas muy personales, para indicar que no queremos hablar del tema. Y yo no la sugerí, culpen al chico que está frente a mí. Y también quise usarlo como apodo para él, ya que suelo burlarme mucho de su nombre.

ESTÁS LEYENDO
NANA & GOGO
Ficção AdolescenteAriana Ruiz y Thiago Black son mejores amigos desde que tienen memoria. A pesar de todo, ellos han logrado seguir juntos. Pero juntos no significa revueltos, a menos que de sentimientos estemos hablando. Ellos son los mejores amigos que podrías desc...