XX

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Nayara

—Mírame, sonríe, toma mi mentón y bésame.

—¿Qué?

—Solo hazlo.

Él hace lo que ordeno, paso mis manos alrededor de sus hombros, él me sujeta de la cintura. Sé perfectamente quién está viendo, lo que hace mucho más fácil la venganza. Venganza que disfruto, ya que este muchacho sí que sabe besar. Juega conmigo, con mis labios, pasa sus dedos por mi cabello, acaricia mi mentón, en un instante inclina su cabeza y profundiza el beso. Me es imposible no meterme tanto en este papel, pero si sigue así hasta capaz y lo hago mi novio.

Si no fuera por el simple hecho de que es un cliente y solo cumplo con lo que dicen las reglas. ¿Olvidé mencionar que ninguno de ellos puede ser mi novio? Es decir, no puedo tener alguna clase de sentimientos, ustedes saben, a veces las primeras citas tienen "amores a primera vista", y cómo no enamorarse si algunos son tan divinos.

Pero, eso sí que sería un grave error. No puedo, aunque lo deseara con toda mi alma. Ellos saben lo que hago, y dudo mucho que siendo mi novio les guste mi trabajo. El cual no quiero dejar porque todavía no termino de pagar la universidad. Y me niego rotundamente a dejar que mamá vuelva a trabajar dobles turnos otra vez.

Termina de besarme y me da un suave beso cerca de la comisura de mis labios.

—Haces eso, otra vez y me muero.—le digo

—¿En serio?—se ríe —Ella decía que era un fiasco besando.

—Está loca. Y ya no le hagas caso—le guiño un ojo—, sugiero que empieces una investigación ahora.

Él ríe, otra vez —¿Qué?

—Claro. Si más de la mitad de chicas que beses, opina que no les gustó: bien, besas mal. Pero sino, no te tortures.—levanto mis hombros dándole a entender que no debería tomarle mucha importancia.

—Entiendo, entonces es un empate.

—¿Qué? ¿Cómo? ¿Es que no has besado más chicas?—mi expresión de sorpresa al parecer le resulta graciosa, ya que se vuelve a reír.

—Ella fue mi novia desde la secundaria.

Me doy un golpe en la frente.—Con razón la venganza por meterse con tu mejor amigo. Ahora claramente todo tiene sentido.

—Auch, ni me lo recuerdes. Entonces—se ajusta los guantes, mientras observo que sus mejillas están rojas, asumo que por el frío—, ¿Sigue viendo o ya se fue?

Miro a ambos lados del local de patinaje al que ellos iban siempre. Mi torpeza con ellos, sumando a que todo es hielo, aseguraron el beso de ahora, cuando él me ayudó a levantarme. Ella sigue ahí, observando a lo lejos con sus ojos llorosos, con una expresión bien clara en su rostro: Decepción. Con algo de enojo, o quizás ira. Mira que aquí el dolido debería de ser él, no ella. Pero bueno, ¿quién soy yo para decidir quién debería de sufrir?

—Sigue aquí.—mi teléfono vibra y lo veo, es un mensaje del odioso ese.—Me tengo que ir, Pool.

—¿Ya se acabó el tiempo?—me mira con una expresión algo triste—¿Tan pronto?

—En unos minutos sí, ya serán dos horas.—suelta un suspiro pesado.

—Es que me la he pasado bien contigo.—se acerca a mí, más de lo que no debería de haberle permitido; con una mirada de cachorrito me dice:—¿No podemos vernos otra vez?

Sin pensarlo, le digo:—No, cariño, lo siento. Tenemos que irnos ya.—tomo su mano y suavemente la entrelazo con la mía, llevándolo hacia la salida.

NANA & GOGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora