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Desde que Leidys tuvo aquella "pesadilla" se podía ver nerviosismo en ella cada que revisaba su celular

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Desde que Leidys tuvo aquella "pesadilla" se podía ver nerviosismo en ella cada que revisaba su celular. Hasta se podría decir que estaba paranoica, ya que pasaba mirando a todos lados como si tuviera miedo. Jimin obviamente se había dado cuenta pero la chica negaba todo. Así que habiendo quedado sin recursos a él se le ocurrió llevarle el desayuno a la cama para ver si con eso podría animarle un poco.

El rubio iba en dirección a la habitación de la azabache con una bandeja llena de tostadas y varias cosas para untar, junto con un chocolate caliente y una ensalada de frutas. 

—Princesa —dijo a través de la puerta— ¿Ya estás despierta?

—Sí —se escuchó su voz dentro de la habitación— Pasa, corazón.

Abrió la puerta como pudo y la vio frente a su tocador peinando su hermosos cabellos negro.

—Me estaba terminando de arreglar para bajar —dijo aún viéndose al espejo.

—Ya no tienes que —se acercó a ella y mostró la bandeja que tenía entre sus manos.

—Oh —sus mejillas tomaron un color carmesí y se acercó a su chico.

—Te he visto un poco mal estos días, así que quise animar tu amanecer —sonrió amplio.

—Muchas gracias — dejo un casto beso en sus labios.

Ambos se sentaron en la cama y ella empezó a comer. En eso sonó el celular de la azabache y como estaba en la mesa de noche el rubio pudo ver la notificación, era un mensaje de un número desconocido.

"Ya me estoy cansando de que me hagas esperar, no me hagas tomar medidas drásticas".

Jimin se sorprendió al leer eso y ella lo notó, tomó su celular con rapidez y lo ocultó bajó de su almohada.

—¿Todo está bien, Lys? —la miró con confusión.

—S-si... —mordió una tostada.

—¿Segura? —la miró directamente a los ojos.

En seguida notó como se pusieron rojo y lágrimas amenazaban con salir.

—N-no —dijo con un hilo de voz y bajo su cabeza— Ya se que viste, y-y —dio una pausa— Quiero contarte que pasa, pero tengo miedo.

—Puedes decirme lo que sea —acuno su rostro entre sus manos— Siempre estaré aquí para tí.

—Bien —dijo en voz baja— Recuerdas que te conté que estuve en una relación antes de venir a Corea.

Asintió y ella continuó hablando, su voz aún estaba entrecortada.

—Desde hace tres días él me ha estado enviando mensajes —suspiro— Y tengo miedo, lo conozco bien... Sé que algo trama.

—Ay, linda —negó con la cabeza— Debías habérmelo dicho antes y así estar podría haber estado al pendiente de tí, pero ahora que lo sé créeme no te pasará nada, estaré siempre contigo.

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