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Me desperté con un fuerte dolor de cabeza, con dificultad abrí mis ojos y me di cuenta de que no estaba en mi habitación

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Me desperté con un fuerte dolor de cabeza, con dificultad abrí mis ojos y me di cuenta de que no estaba en mi habitación. Mire hacía los lados, entonces sentí a alguien moverse a mi lado, estaba cubierto por la sábana así que la quite para ver su rostro y era ¿¡Jimin!?

—¿Pero qué rayos? —parpadee repetidamente y froté mi rostro a ver si por casualidad estaba alucinando, pero no, era real— ¿¡Qué hago aquí!?

El chico se despertó, me miró aún medio adormilado y soltó una pequeña risa.

—Pregúntate eso a ti misma —frotó sus ojos suavemente— ¿No recuerdas nada?

Ladeé mi cabeza e intenté recordar, entonces algo llegó a mi mente.

FlashBack

—Mgh —abrí los ojos— Oh, ¿qué hago en mi habitación? Aún termina la noche, iré por Jimin, sí.

Me pare de la cama y camine al lugar mencionado.

—Ah —me queje al chocar con la pared del pasillo— Voy a regañar a Jimin-nah por dejarme en mi habitación.

Seguí caminando hasta llegar a la puerta.

—¿Cómo se abre esto? —la mire por unos segundos— Ah, aquí.

Tomé la perilla y la abrí.

—Jimin-nah —susurre— ¡Jimin-nah!

—Linda ¿Qué haces aquí? —me miró confundido.

—Soy yo quien debería preguntar eso —lo sentencie con mi dedo índice— Deberíamos estar haciendo algo divertido, no en la casa.

—Amor, es hora de dormir—vi como se sentó en la cama y tenía su torso descubierto.

—¿Hora de dormir? —lo miré confundida.

—Sí, hora de dormir —se puso en pie y se dirigió a mí— Vamos a tu habitación.

—No quiero ir —lo esquive y corrí a su cama— Si hubiese sabido que duermes sin camisa, habría venido antes.

Sonreí descaradamente y me acomode en la cama.

—Que rico huelen las sábanas, es el típico aroma a Jimin —inhale— Me encanta, no me quiero ir. 

—Debes ir a tu habitación —se sentó nuevamente en la cama y me extendió la mano— Vamos.

—¡Deja de darme órdenes! —lo tomé del brazo y lo jale. El cayó de golpe a la cama— Nos vamos a divertir.

—Lys... —lo interrumpí.

—Shhh —me subí a horcajadas sobre él— No digas nada, bebé.

El abrió los ojos y se sonrojo por completo. Puse ambas manos sobre su abdomen, estaba marcado y se sentía fuerte.

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