control; Hawks/Dabi

Capítulo 8

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Kanzaki resopló entredientes. ¿Día libre? ¿Era posible que Hawks tuviera que hacer algo más importante que atender el crimen de la ciudad? Y como si fuera poco, Seidō no la acompañaba, puesto que este se estaba encargando de mandar a analizar la pluma del héroe numeros dos a su laboratorio de confianza y también preparando la cita para su encuentro de con Re-Destro.

Genial, ahora no tenía nada interesante que hacer, más que perder su tiempo en... No, tenía que dejar de pensar en él o ya comenzaría a pensar que se está obsesionando con el villano... Pero una llamadita no haría daño a nadie, ¿cierto?

Por seguridad y en trote se encaminó a un teléfono público para realizar una llamada dentro de la cabina. Tecleó el número de Dabi y colocó la bocina del teléfono a la altura de su oído, esperando a ser respondida. Escuchó un par de veces el timbrar, pensando que el azabache no contestaría, pero cuando menos lo pensó su llamada fue tomada.

— Te espero en mi apartamento —fue lo único que dijo ella para devolver el teléfono algo brusca, colgando la llamada. Su respiración se había acelerado al igual que los latidos de su corazón.

¿Cómo demonios él lograba ponerla de esa forma? ¡Ni siquiera había escuchado su respuesta! Igual y se encontraba haciendo asuntos de villanos, ¡que sabía!

Mordío las uñas de sus dedos, saliendo de la cabina telefónica.

¿Tanto le gustaba? ¿Por qué se comportaba como una idiota? Es decir, ya era una idiota, pero esto estaba aumentando cada vez más y no sabía cómo detenerlo. Se estaba cegando, solamente podía pensar en él. ¿Qué le había hecho para encontrarse de esa forma? Y no era del todo malo porque se sentía feliz.

Solo esperaba que Dabi estuviera igual.

[...]

Entró a su hogar, sintiéndose más segura y deshaciendose de la gabardina que protegía su cuerpo de la lluvia. Llegó a creer que está se quitaría, pero no había cesado desde que amaneció.

— Es un gran día para no salir de la cama —gruñó ella con pereza.

— Depende que hagamos —intervino esa voz que había deseado escuchar desde que abandonó su departamento.

Una tímida sonrisa se instaló en su rostro y se giró a buscar al dueño de esa ronca voz.

— Fuiste rápido —comentó ella acercándose a él a paso lento, notando que este se encontraba algo mojado por la lluvia.

— Estaba cerca cuando recibí tu llamada —explicó Dabi inclinándose para capturar los rosados labios de Ichigo entre los suyos, en un beso corto.

— Pero aún así estás húmedo —pasó suavemente una mano por el alborotado cabello del contrario— ¿quieres una toalla?

Negó con su cabeza.

— No tomará tiempo en secarme.

Claro, a veces olvidaba que su quirk se basaba en fuego, por ende podía controlar a la perfección la temeperatura de su cuerpo.

— Haré chocolate caliente, ¿quieres? —Ichigo sabía que a Dabi no le gustaban las bebidas amargas como el café, la cerveza o el vino. El villano para tener una actitud fría y agría poseía unos gustos completamente opuestos, pues este se enclinaba por las cosas dulces. Quizás una de las características que hizo estar a los pies de la espía.