Capítulo 16

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— Quizás me apasioné demasiado al dibujar —expresó Kanzaki con una sonrisita — Francisco Goya me inspira demasiado y está vez use su magnífica obra Saturno como referencia. Nada más que lo adapté a un desagrable crimen que invadió los encabezados de los periódicos hace ocho años.

Dabi asintió lentamente con su cabeza.

— ¿Y por qué estas tú en el dibujo? —le interrogó con una ceja alzada y arqueando una de sus cejas.

La pelimenta dejó ir una risita y miró desde por el rabillo de su ojo el dibujo.

— Sabes, la policía nunca encontró al responsable de ese homicidio, entonces me es bastante emocionante e interesante dibujar la escena como si yo fuera la asesina... Como un nuevo capítulo de mi historia dentro de mi imaginación —volvió a sonreír, pero esta vez con un semblante triste y conflictivo.

Eso no era nada inocente de su parte, era grotesco, aterrador y sádico.

— No tenía idea de que te gustara ese tipo de cosas —expresó Dabi algo extrañado.

— Por su puesto que no me agradan en lo absoluto, es solo que... No puedo sacarme de la cabeza la escena del crimen, Dabi —sus ojos color jade se clavan con terror en los turquesa del mencionado.

¿En que momento la habitación de había llenado de tensión?

— Ichigo relajate. Está bien —ahora fue el quien la pegó a su cuerpo. Por juzgar el miedo que expresaba su rostro, sabía la gran conmoción que ese homiciedo le había causado. La verdad, no sabía de qué hablaba, pero si era exactamente igual a cómo ella lo había representado en su dibujo, parecía de una maldita película de terror —... Olvídalo, vayamos a la sala y hablemos de otras cosas. No te agobies —acarició la parte trasera de su cabellera de arriba hacia abajo

Fue así que Kanzaki fue llevada hasta el sofá del recibidor de su hogar. Durante el pequeño trayecto la pelimenta logró ocultar una apenas visible sonrisa tenebrosa en su rostro.

«Nadie tiene porqué saber la verdad»

—¿Quieres agua? —le preguntó el ojiazul, mirando atentamente a Ichigo, quien se encontraba sentada en el sillón analizando las palmas de sus manos.

— Está bien —accedió ella cuando lo vio y le sonrío de forma cálida. Con detenimiento observó como el joven villano se giraba para darle la espalda y perderse por algún pasillo hasta llegar a la cocina.

Pasó una mano por su suave cabellera, mientras su sonrisa desaparecía de golpe.

Si, no podía negarlo. Ichigo admitía que su actitud era lo bastante rara como para hacer extrañar a Dabi, Hawks e incluso a Seidō, quien aparentemente era la persona que la conocía de más tiempo.

Sus manos se posaron sobre la tela de terciopelo que formaba parte de la composición de su falda que había decidió vestir ese día. La planchó con una mano y dejó de ir un suspiro, escuchando los pasos del azabache hacerse más cerca hacia su ubicación. A los pocos segundos, con una mano extendida, Dabi le tendió un vaso con agua fresca, el cual fue recibido gustosamente por Kanzaki.

— Gracias —le sonrió de oreja a oreja, sujetando entre sus dedos el cristal para después darle un trago y remojar su labios al igual que su cavidad bucal.

— ¿Ya estás más tranquila? —el mayor toma asiento a un lado suyo y se dispone a verla con una ceja alzada — ¿Quieres hablarlo? —su barbilla se reposa sobre sus nudillos, su codo sirviendo de apoyo contra el brazo del sofá.

control; Hawks/DabiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora