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La cabeza me está a punto de estallar. Fue mala idea aceptar que Lex me dé alcohol, aunque no tengo la menor idea de dónde lo saco. Tengo que tomar asiento, ya que si sigo parada me caeré de cara al piso.

Todos están bailando, la ceremonia salió bien, es decir, no hubo ningún lastimado ni nada malo, aparte de "la fiesta". Aunque hubo algo raro que pasó, pero no creo que sea nada malo. Algo que pasó, que estoy segura de que nadie vio, es que los que estaban a cargo de dónde estaban las fuentes con los líquidos raros se fueron atrás del escenario sospechosamente. Pero no estoy segura al máximo de lo que pasó detrás del escenario.

Todo se está tornando borroso, estoy segura de que no es solo el alcohol, pienso que tal vez la bebida... Quiero decir, las bebidas, que me dio Lex tenían algo raro. No es la primera vez que tomo, aunque las veces que tome no me pase de la raya, siempre tuve autocontrol a la hora de tomar.

Levantó mi mano derecha y la examinó como si no supiera que tengo una mano. Mis uñas, el esmalte violeta está por la mitad, necesito sacarlo, pero lo que realmente necesito ahora es agua, mucha agua. Alex se acerca con una chica que desconozco.

—¡Lía! —Hace falta gritar por lo alta que está la música— ¡Ella es Lili Becker, una vieja amiga que nos acompañará mañana! —Yo solo me limito a observarlas.

La chica es morena, algo tímida, su pelo está lleno de trenzas pequeñas.

—Te envidio, tienes unos labios muy grandes —digo eso sin pensar antes de vomitar todo, me incorporó y limpio el resto del vómito con el dorso de mi mano—, estoy bien.

Ambas me miran como si me hubiera salido otra cabeza.

—Creo que es mejor que vayamos a nuestra habitación —se frota las manos—, mañana cuando se encuentre mejor te presentaré mejor a Aurelia.

—Descuida Alex, estoy más que segura que no recordara casi nada cuando despierte —le sonreí la morena—: asegúrate de darle una aspirina cuando abra los ojos, lo único que sentirá serán martillos golpeando su cabeza.

Me levanto y me acercó a la chica que hablo, tambaleó, pero llegó a dónde está. Levantó mi mano y toco su pelo trenzado.

—Quisiera tener el pelo así. —Confieso— ¿Te las hiciste tú?

—Sí, no es difícil hacerlas, aunque sí te lleva un largo rato trenzar cada mechón.

Me sonríe y le doy una sonrisa de boca cerrada

—Es hora de irnos lía —me agarra del brazo y me aleja un poco de la morena—, mañana será un largo día, y debemos descansar.

Meneo la cabeza mientras soy arrastrada.

—Pero quiero quedarme un rato más —le hago un puchero mientras me aleja más, tropiezo con mis pies—, quiero seguir hablando con la chica.

—Lo único que harás será salir de este lugar. —Me sigue arrastrando.

—¡No! —me zafo de su agarre—, no me vas a obligar a hacer algo que no quiero. —Mis palabras son muy poco entendibles.

Siento como un nudo se me forma en la garganta, me dificulta hablar, pero no quiero que me vea llorar.

—Deja que te ayude, si quieres sentirte mejor solo tienes que acostarte y relajarte.

—Entiende que no quiero.

—Solo déjame ayudarte.

—No quiero que me ayudes —tambaleo— déjame sola. —Balbuceo y me alejo de ella.

Ignoro sus gritos y me centro en el bosque, en mi estado no es seguro que ande sola, cualquier degenerado podría aprovecharse de mí. Me abrazo a mí misma y froto mis brazos, debí haberme traído un abrigo, me estoy muriendo de frío. Siento como la piel de mi brazo se corta, lo analizo y veo que la pintura se corrió en todo mi mano. No es tiempo de pensar en la pintura, quiero llegar.

Besos Robados [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora