6. Parte II

162 7 0
                                    

Es tan difícil prestarle atención a alguien cuando solo te concentras en observar a otra persona. Te concentras con todas tus fuerzas para poner atención a aquella persona, la escuchas, pero no le prestas la misma atención que a la persona que estás observando.

Eso mismo me pasa a mí, con Adam y el líder, justo ahora, el que quiero saber su nombre, pero nadie lo sabe. ¿Tan misterioso es? No es tan difícil saber su nombre, solo te acercas pláticas con él para sacar un poco de conversación y luego le preguntas su nombre «podría hacer eso» podría, pero no quiero.

Sus ojos marrones, casi verdes, me miran con superioridad, mientras me pongo de brazos cruzados. Quiero que deje de mirarme como lo está haciendo, es raro e incómodo.

Nunca me sentí incómoda con ese tipo de miradas, esas las que intimidan y que dan escalofríos. Pero la primera vez que me sentí así fue en segundo grado, cuando el profesor Williams me pilló mientras me copiaba en un trabajo de literatura, me miró de una forma que no sé explicar, en ese momento me dio algo de miedo. No creo que esta sea la última.

A mi costado está Parker, con el ceño fruncido y los brazos pegados a sus costados. Él me pasa por una cabeza, lo que me pone en duda si es menor o mayor que yo.

—Par —toco su brazo, duro como roca— ¿Cuántos años tienes? —Se gira a mi dirección y me observa con miedo. ¿Acaso dije algo malo?—: perdón por ser tan directa, es que la duda me está matando.

—No hay problema, tienes dudas al igual que todos, eso no te hace ni más ni menos humana —estoy pensando en llamarlo filósofo—, pero tengo quince años.

—¡Santa madre! —Mi boca se abre tanto que casi llega al piso—. ¿Con ese aspecto ya tienes quince? Creo que no necesitaste de pubertad, ella te necesitaba a ti —sonrío y hundo el entrecejo—; yo sigo esperando la mía.

—Pero si ya eres bonita.

—Oh, qué lindo mentiroso —Con mi palma la apoyo en mi pecho. Parker solo se ríe.

No es que me considere fea, pero tampoco soy tan bonita, lo único que tengo de bonito es mi pelo largo, lacio y marrón; después no tengo nada más, no tengo mucho busto, no tengo unas nalgas grandes y redondas y no tengo un cuerpo de modelo, pero no me avergüenzo de él.

Esta vez, voy a tratar de prestar atención a Adam; dije, voy a tratar, no que estaría segura si lo haría. Cómo no tengo ni la menor idea de lo que está hablando, le voy a preguntar a Alex, ya que estuvo prestando atención a sus palabrotas.

—Psst —llamo a Alex, detrás de la espalda de Parker—, Alex. ¿Sabes de qué está hablando Adam? Es que me perdí y no tengo idea.

—Él estará en la oficina de su padre, mientras que cada líder lleva a su grupo al salón donde habrá cosas y papeles. —Me explica sin mirar.

—¿Qué clase de cosas?

—No dijo que cosas con exactitud.

—Ah, está bien.

No, no está bien, sino sé qué cosas son me volveré completamente loca, me exaspera no tener en claro algo que tenga que hacer. Es como si te dijeran que tienes que limpiar, pero no te dicen qué exactamente, eso... eso es... ¡Ash! Irritante.

Me cruzo de brazos, como una niña cuál capricho tiene luego de ser reprochada por su conducta. Las siguientes palabras son: en una hora todos deberán partir con su grupo al salón que les corresponde, ya sea rojo, azul, violeta y verde, tendrán por grupo diferentes salones. Eso es todo, damas y caballeros, su lengua no quiso modular ni una sola palabra más. Así, nada más, se va, agarra su postura como hijo del dueño de esta locura y se marcha, desapareciendo con la colorada (Regina George) colgada de su brazo como si fuera un koala.

Besos Robados [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora