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—¿Ya llegamos? —Pregunté cansada.

—No. Y cuando vuelvas a preguntar otra vez lo mismo, te dejo aquí en medio de la soledad y sin saber cómo es el lugar.

—Pero estoy cansada.

—Uy, qué pena, mira la lástima que siento por ti. —Hizo un puchero y pestañeó varias veces.

Rodé los ojos. El camino se hacía cada vez más largo, ya no siento las piernas. Y creo que todavía hay más por delante.

—¿Puedo preguntar algo?

—De cualquier forma, la harás igual.

—Sí. Bueno... ¿Por qué decidiste llevarme?

—Ya te lo dije, porque sí.

—¡Eso no es una respuesta!

—Para mí, sí.

Rendida, me giré de nuevo. Estábamos en medio del pavimento caminando, lo más tranquilo, pero por mi parte estaba un poco aterrada de que nos atropellen. Él se veía tranquilo, y divertido por mi curiosidad por el lugar. ¿Será el mismo sitio al que pasamos la noche?

Ya lo veremos, ya lo veremos.

Me quedé tan absorta en mis pensamientos, que no note que Connor me había detenido con su brazo delante de mí. Lo miré extrañada.

—¿Qué pasa?

—Shh.

—¿Por qu..? —Tapó mi boca con su mano y señaló con su cabeza hacia delante.

Me guie, uno alcé blanco, muy hermoso, estaba en medio camino. Se había detenido al igual que nosotros. ¡Hasta estos animales son hermosos aquí! ¡Joder! ¿Por qué tanto enojo al crearme?

Sus ojos eran de un azul cristalino, muy bellos la verdad. Dejé de mirarlo, y me centré en la mano que, aún, seguía en mi boca.

Pero qué manos.

Necesito un balde de agua fría, física y mentalmente.

El alcé no se movió del lugar, no me importaba la verdad. Por mí, que se quede.

Pero te quedarás sin ver el sitio.

Buen punto, que se vaya.

—¿Podemos irnos? —Susurré cuando saque su mano.

—¿Y perderme esta hermosura? No, gracias.

_¡Estúpido animal! No, estúpido animal, no. ¡Estúpido tú!

—No grites, o espantarás al pobre animal.

—Creo que si te ve, se espantaría aún más. —Lo dije sin pensar, hasta que me di cuenta de que me miraba con una ceja alzada— ¿Qué?

—Contigo se espantará.

—¿Qué dices? Yo soy hermosa.

—Como sea. Tendremos que esperar a que se vaya para poder seguir.

—¿Y no podemos solo esquivarlo?

—No, nos vería y se iría.

—Pues, eso significa que se iría.

—No entiendes.

—¿Eres especialista en animales ahora?

—No, pero en un futuro sí.

—¿Qué?

—Mira. Parece que él alcé ya no está —señala con su cabeza.

Achico mis ojos. ¡Esquivó mi pregunta! Pero no puedo obligar a alguien a contar algo con lo que no se sienta bien o cómodo.

Besos Robados [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora