Abro los ojos y los cierro. Luego los abro de nuevo y parpadeo varias veces, viendo con claridad. Trato de moverme, pero recuerdo que estoy en su cama, y con su brazo alrededor de mi cintura.
Me giro, suavemente, y me quedo observando las facetas de su linda cara. Sus largas y rizadas pestañas descansan sobre sus párpados, sus labios están cerrados y de un color rosa al igual que sus mejillas. Sus ondulados mechones caen sobre su frente. Su pecho sube y baja lentamente cuando respira. Su frente está arrugada, como si estuviera teniendo una pesadilla.
Su mano se hace un puño detrás de mi espalda y mueve su cabeza hacia los costados. Descanso mi mano en su mejilla, tal vez lo tranquilice.
Connor abre los ojos y suspira. Luego me pega a él y me besa en los labios, profundizando el beso con su mano en mi mejilla. Me despego de su boca y él pega su frente en la mía.
—¿Tuviste una pesadilla? —Cuestiono, susurrando.
—Sí. —Su voz ronca por las mañanas es muy sexy y linda de escuchar.
—Por suerte llegó tu salvadora justo a tiempo. —Sonrío al igual que él.
—Mi salvadora... —saborea cada palabra— lo voy a guardar en mi memoria.
—Oye, era broma. —Le pincho el hombro.
—Con que broma, ¿eh?
Y me gira, dejando mi espalda pegada a la cama, y se coloca encima mío. Me agarra las muñecas y las deja a los costados de mi cabeza.
—Connor, ni se te ocurra... ¡Ahh! ¡Connor basta! —me muevo para todos lados.
Sacudo mis piernas debajo suyo, mientras él solo sigue haciendo cosquillas sin parar.
—¡Connor! —doy una fuerte risotada, pero dejo de reír cuando un líquido me humedece— me he meado.
Él para y me mira con diversión.
—¿Qué? —se ríe.
—Que me he meado. Y no te rías.
Y eso lo empeora, porque se cae al costado mío y se empieza a reír como un loco. Golpeo su pecho con el dorso de mi mano, pero no frena su risa.
—Te das cuenta de que manche tus sábanas, ¿no?
—Lo... lo sé. —Se limpia una pequeña lágrima.
—¿¡Y no harás nada!?
—¿Qué voy a hacer? Retroceder el tiempo para que así no orines mis sábanas. Ya está hecho.
Ruedo los ojos y me levanto. Camino con mis piernas abiertas hasta el baño.
—Me gusta como caminas.
—Cierra la boca.
Y cierro la puerta una vez que estoy dentro. Me bajo los pantalones y los dejo en la misma esquina donde dejé mi ropa ayer. Luego me siento en el retrete y orino el resto, me limpio y voy hasta el lavamanos.
Abro el agua y me lavo la cara, estoy a punto de sacarme con su toalla, pero soy interrumpida por la puerta que es abierta.
—¡Fuera! Estoy yo en el baño.
—Es mío, y además no me puedo aguantar más.
Se baja los pantalones y descarga su arma en el retrete. Vuelvo a lo mío, que es secarme la cara. ¿¡Por qué demonios todo tiene que oler rico aquí!?
Dejo la toalla en su lugar y agarro mi cepillo. Ya no se escucha más el sonido de que está orinando. Miro en el espejo y casi me asusto, esta a mi costado mirando por el reflejo.
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Besos Robados [#1]
RomanceSus padres, cansados de los problemas de sus hijos, deciden llevarlos a un reformatorio para tratar con su conducta y así poder arreglar sus "problemas". Aurelia está decidida a quedarse, pero... ¿esa decisión la volverá más loca? Allí, conocerá a...