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—No debí comerme esa hamburguesa. —Me quejo, se me retuerce la panza del dolor.

—Pero estaba deliciosa.

—No digo que no, pero era mucho para mi pobre ser.

Con Alex, decidimos ir a un restaurante, que está por el pueblo. Pensamos que pedir una hamburguesa doble, con queso extra y carne extra, sería poco, pero no, además que el pedido venía con papas alrededor de esa deliciosa hamburguesa. Para agregar, Alex dejo la mitad de la suya y cómo no, decidí comerla, no iba a dejar a un pedazo ahí en el plato.

—También devoraste la mía —me mira con horror.

—Detente, no me lo recuerdes, o terminaré vomitando todo. —Hago una mueca de asco.

Varios chicos y chicas ocupan las demás mesas del lugar, no es muy grande que digamos, pero tampoco es pequeño, es normal, creo.

—Refréscame la memoria.

—¿Con qué? —Le doy un sorbo a mi bebida, solo un sorbo, si no terminaré más llena.

—Anoche, cuéntame qué hice.

—Por dónde empiezo —alejo el vaso, apoyando mis brazos en la mesa y le sonrío—, me abandonaste cuando te fuiste con Lili, te pusiste ebria —enumero con mis dedos—: camine por el bosque y te pillé besando con Lili, luego volvimos a la ronda, no sé qué pasó, ya que me fui, y cuando volví estabas tirada en el suelo.

—Ay, no —pone sus manos en ambos cachetes, como el niño de la película "mi pobre angelito"— ¿Luego no paso nada más?

—Ah, sí, Connor me ayudó a traerte a nuestra habitación y ahí terminó todo.

—¡¿Connor Clarke?!

—Sí.

—¡¿Por qué Connor Clarke me traería a mi habitación?!

—Baja la voz. Le pedí ayuda, eso es todo.

Sé que estoy omitiendo la parte en la que pase un rato con él, pero no preguntó que es lo que yo hice, así que no veo que esté mal no contarle.

—Olvidé mencionar otra cosa —respiró agitada—, él te cargo en su hombro. —Y con eso, terminó con la mandíbula por sus pies.

Le doy un último sorbo a mi jugo de naranja y dejo propina en la mesa para luego levantarme. Lex me explicó que, en los restaurantes, sí o sí tienes que dejar dinero.

—Terminé mi misión aquí, me largo.

—Espera —me frena de la punta de mi chamarra, le dio un largo sorbo a su bebida rosa y se enganchó a mi antebrazo—, vamos.

Caminamos enganchadas, una con la otra, hacia la puerta, pero nos chocamos porque no cabemos en el marco. Así que pasamos de costado y nos reímos.

No necesito preguntar cómo vamos a ir, ya que la respuesta será caminar hasta nuestro edificio. A ella le encanta eso de caminar, correr, hacer ejercicios, etcétera, etcétera. A mí, me gusta estar acostada, leyendo, comiendo comida, chatarra, etcétera.

Besos Robados [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora