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Los días se pasaron muy rápido. Tuve la suerte de disfrutar los días en los que se quedó Peter, fueron gloriosos. Ahora me encontraba doblando mi ropa, que por cierto, Alex la dejó tumbada por todas partes.

Luego de esto, iré a la biblioteca, no tuve tiempo de seguir leyendo y me estoy muriendo por abrir un libro.

Mi teléfono suena, así que eso me distrae y me hace recogerlo. Lo enciendo y veo que es la notificación de que alguien inició un vivo. Lo ignoro y sigo con lo de antes.

Una vez que termino de ordenar mi ropa, busco entre el armario mis jeans viejos y mi remera blanca con rayas colorinches. Al terminar de vestirme, me pongo mis... —redoble de tambores, por favor— mis vans. Me pongo mi abrigo y salgo de la habitación, no sin antes dejar una notita en la mesita de luz de dónde me encuentro.

Troto, bajando las escaleras, y me despido del recepcionista antes de salir por las puertas. Hola diversión, adiós trabajo con la ropa, esta chica se irá a leer un buen libro.

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Bien, ahora que estoy en un nuevo sector —novelas románticas— estoy tratando de encontrar algún libro que llame mi atención, y ninguno lo hace. He abierto varios, pero su contenido es siempre el mismo, la chica nueva, el chico malo, la relación cliché, y blah blah blah. Ninguno, que no haya abierto, tiene algo distinto.

Ah, ya sé. Cerraré los ojos y pasaré mi dedo por todos los libros hasta detenerme y abrirlos; cuando lo haga, me tocará uno, y lo leeré.

Al hacerlo, mi dedo frena en una cubierta azul con dorado. Oh, este es lindo. Lo abro y leo la primera página, bueno, no es tan distinto; pero me atrapó. Camino hacia las escaleras y bajo, con el libro debajo de mi brazo, y llego a una mesa. Corro la silla, de la mesa, y me siento en ella.

Apoyo mis brazos arriba de la mesa y abro el libro. Pasé un largo rato leyendo ese libro, no tiene tantas páginas, pero tampoco tiene pocas; así que puedo leerlo en un día o dos.

Bien, vamos bien. Ya voy por la mitad. ¿Nuevo récord? Confirmado. Dejo de prestar atención cuando la silla, a mi lado, hace ruido al arrastrarse. Creo saber quién es. Cierro el libro y lo dejo en la mesa, para luego girar mi cabeza. Sí, es él.

—¿No te cansas de molestar?

—No estoy molestando, estoy aquí porque vine a leer.

—¿Lees? No sabía.

—Hay muchas cosas que no sabes de mí, novata.

—¿Cómo cuáles? —interrogo, elevando una ceja.

—Muchas, es una lista interminable. Tú solo sigue leyendo, yo seguiré con lo mío. —Me guiña un ojo.

Ruedo los ojos y vuelvo a leer. Mientras él hace... lo que sea que hace, yo retomo mi lectura.

—Por cierto... —cierro los ojos y respiro hondo, por la nariz— ¿Qué lees?

—Un libro. —Respondo con obviedad.

—No me digas, no sabía que era un libro.

Sonrío y giro mi cabeza hacia Connor, quien me mira con molestia. Me hago chiquitita en mi lugar, escondiendo la cabeza entre mis brazos.

—Un libro romántico. —Pestañeo al decir lo último.

—¿Por qué romántico?

—Porque estaba aburrida y quería leer algo nuevo. —Levanto el libro, mostrando la cubierta, y lo vuelvo a dejar en la mesa cuando asiente— ¿Sabes?

Besos Robados [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora