XXII

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Su corazón latía fuertemente contra su pecho al son de la ansiedad que arrasaba su cuerpo ante la inseguridad que estaba sintiendo al no saber noticias de Yoongi ni de alguien más de la manada después de que la misma fue atacada por la manada enemiga, no sabía la razón por la que estaban siendo atacados pero suponía que se debía a la escacez de alimentos provocados por la nieve.

En el tiempo que llevaba en la manada no había escuchado sobre rivalidades o malos entendidos entre las manadas o conflictos que provocarán lo que estaba sucediendo.

— Alguien se acerca.— aferró la espada en sus manos al escuchar el susurro casi inaudible de la Omega del alfa a su lado, se arrinconó contra las maderas de la pared escondiéndose y procurando al mismo tiempo no ser visto a la primera y darse la oportunidad de atacar si es que existía peligro. Los latidos de su corazón resonaron más fuerte en sus oídos, asustandolo aún más de lo que estaba.

Las pisadas se escucharon aún más fuertes sobre las maderas del suelo poniéndolo alerta y más asustado de lo que jamás se imagino, el sonido de las maderas siendo forzadas lo alertaron más. Alguien quería entrar a la fuerza.

Contuvo la respiración al mirar como las maderas crujieron ante la fuerza ejercida contra ellas, siendo destrozada en pedazos y dejándolos asustados y temerosos por la acción.

Probablemente se trataba de algún rebelde.

No le dio tiempo de alzar la espada cuando la figura atemorizante de un alfa extraño a la manada cayó a sus pies salpicando el suelo con gotas de sangre, miro la escena con terror al ver cómo aquel alfa trataba de levantarse pero la espada en su espalda se lo impedía haciendo que la sangre brotará libre y sin restricciones.

Brinco del susto al ver cómo otra figura alta se adentraba por los pedazos de la puerta, asustandolos más. Temiendo por sus vidas.

— ¿Estás bien? — su corazón dejo de latir fuertemente contra su pecho al reconocer la voz de Yoongi, profunda y preocupada por él.

— E–estamos bien..— susurro acercándose a Yoongi en busca de calor y protección, tratando de que el miedo y terror por la situación bajara de su cuerpo. La imagen viva y cruda de aquel alfa muerto a sus pies seguía fuerte y atemorizante en su mente que sin quererlo lágrimas saladas bajaron de sus ojos, tan espesas como si se tratara de un río.

— Taehyung, deben irse.— miró confundido a Yoongi frente a él, buscando que aquello que dijo no fuera real, que se tratará de una alucinacion de su parte. — Deben irse ahora, tenemos muchos rebeldes atacando la manada y no somos suficientementes para protegerlos. Lo mejor es que se vayan tú y los demás omegas.

— Pero.. pero.. ¿A dónde? ¿Por qué ustedes no nos acompañan?— preguntó temeroso sabiendo que las cosas en la manada se habían complicado, que tenían que huir nuevamente para poder sobrevivir.

— ¿Recuerdas la vereda hacía el valle?— asintió con un pequeño movimiento de cabeza recordando el lugar que Yoongi le enseñó y recorrió un par de veces cuando daban turnos antes de que la nieve de hiciera presente. — Quiero que guíes a todos hacia allá y crucen el valle que nos separa de las montañas hasta llegar a la orilla del mar, no está muy lejos. Deja que tú instinto te guíe hacía él. Nosotros los alcanzaremos una vez que terminemos ¿Entendiste?

Sus ojos dejaron salir más lágrimas espesas al saber que se iría y que Yoongi no iría con él, que se iría solo y que además de eso tenía que guiar a las y los demás omegas de la manada a un lugar seguro, un lugar que ni él mismo sabía si era seguro o si llegaría a él.

— No se si sea capaz de guiarlos... Y–yo no puedo.— negó incapaz de aceptar aquello que Yoongi quería que hiciera. No podía hacerlo, apenas y sabía llegar al valle, no más. Se perdería, estaba seguro y perdería a todos los demás omegas de la manada, arrastrándolos al abandonó.

— Se que lo harás Taehyung, confía en ti. Yo estoy confiando en ti para que guíes a los demás a un lugar seguro, se que puedes hacerlo. Eres un rey Taehyung y uno que no deja a su gente morir cuando puede salvarlos.— negó sabiendo que era mentira.

No era digno de tal confianza porque su pasado le impedía hacerlo, fue un rey que dejo a su pueblo en el abandono y en las manos de un tirano que sabía y podía apostar les hacía la vida miserable. No era digno de la confianza de nadie y eso lo ponía mal, sin fuerzas ni confianza para aceptar aquello.

Simplemente no podía.

— No puedo..— negó aferrandose a los brazos de Yoongi en un acto de desesperó al saber que no podía hacer algo al respecto.

— Escúchame, lo vas hacer Taehyung. — sintió su rostro ser acogido entre las manos ásperas del alfa sintiendo su calor y su confort. Los ojos negros de Yoongi lo miraron sin un toque de delicadeza, no había algo dentro de ellos que le recordara al Yoongi que tenía minutos antes sobre su cuerpo o aquel que lo cuidaba hasta del aire que respiraba.

No quedaba nada de él.

— Se que lo harás y que los guiarás a la orilla del mar. Hazlo.— la orden fue dada y su Omega no se pudo negar a ello ante la voz fuerte y sin titubeos, no era la voz de mando pero sonó parecida e igual de imponente.

No logro negar ni aceptar aquello dado que las madera crujieran por fuera, tirando la otra parte de la puerta y de la pared.

— Váyanse ahora — fue soltado y empujado a la orilla contraría al ver cómo un alfa enemigo a ellos trataba de adentrarse a dónde ellos.
Lo último que logro mirar de Yoongi fue su espalda evitando que ese alfa entrara y después verlo salir por los pedazos de madera que aún colgaban de la pared.

— Tenemos que irnos — se dejó arrastrar por la Omega del alfa y salir entre tropezones de la casona, escuchando de fondo los gruñidos, golpes y destrozos que surgían y que entre más avanzaban más lejanos se escuchaban.

Avanzo deprisa escuchando más pasos a sus espaldas que fueron apareciendo mientras avanzaban y se alejaban poco a poco de lo que aún quedaba de la pequeña aldea.

Pasos pequeños y otros no del todo, los niños avanzaban entre sollozos que eran retenidos por las súplicas de sus madres Omegas sin dejarlos atrás.
Los bebés se mantenían callados, algunos otros durmiendo mientras los demás avanzaban con rezando a los dioses que nada malo les pasará a sus alfas, padres o hermanos. 
Rogando para que llegaran a ellos con bien y pudieran sentirse en calma. Protegidos y cuidados.

El bosque espeso los arropó pero sin calor ni consuelo, solo con preocupación e incertidumbre que los podía más vulnerables ante lo que pudiera suceder.

LUZ DE LUNA.   -YOONTAE-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora