XXV

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La brisa del amanecer, fresca y húmeda golpeó su rostro sin delicadeza despertadolo de su descanso, el sonido de las olas del mar golpeando las rocas con el movimiento era completamente percibido por sus sentidos auditivos, acompañando el amanecer que nunca en su vida había visto.

En el cielo las estrellas aún se podían observar recorando el firmamento, su cuerpo tibio tirito de frío conforme las ráfagas de viento soplaron. Sintió tristeza y melancolía al no tener ni una sola noticia de Yoongi, ni de cualquier otro alfa de la manada, días ya desde que ocurrió el ataque y huyeron la manada.

Su Omega se encontraba inquietó y asustado por no saber nada de su alfa, por no saber si estaba bien o si estaba herido. Quería tenerlo cerca, abrazarlo y poder besarlo hasta que su corazón y Omega dejarán de sentirse solos y abandonados, quería tenerlo frente a él en esos momentos.

La noche anterior un dolor profundo y pesado calo en su corazón de una manera inexplicable y dolorosa que aún seguía a esas horas de la mañana, el mismo dolor que lo despertó y se instaló para seguir atormentadolo. La pesadez no dejaba candado y muy ausente de su alrededor, cambio que era evidente para todos y todas omegas que se acercaban a él con ánimos de apoyarlo y brindarle palabras cálidas de aliento al verse, quizás, más afectado que los demás.

Los omegas que estaban a su lado tenían hijos pequeños o estaban embarazados, sentimiento que no compartía y tal vez la razón de que todos lo vieran como el más afectado, el que más extrañaba a su alfa. Algunos le comentaban que era normal dado su situación de recién enlazados, miradas tristes y melancolícas que le daban los demás, pero lo que más le intrigaba era el hecho de que no portaba la marca de su alfa y aún así se sentía de esa manera tan deprimente y sola.

No sabía la razón del porque sentía que algo malo le había pasado a Yoongi o si quiera si se trataba del alfa, jamás en su vida había experimentado tal dolor y sufrimiento en su pecho y corazón. Un dolor que agotaba sus energías y sus ganas de caminar, un sentimiento que ni siquiera cuando su padre murió logro experimentar a tal magnitud como el que estaba sintiendo. Acompañado de unas inmensas ganas de llorar de las que desconocía su razón o motivo.
La inquietud y dolor lo ponían ansioso y triste, expectante de lo que pudiera suceder en cualquier momento.

Limpio las pequeñas lagrimas que se formaron en sus ojos antes de que rodaran por sus mejillas y fueran vistas por alguien mas, no quería que alguien más supiera lo que estaba experimentando, no consideraba como correcto evidenciar sus sentimientos a las demás omegas que estaban igual de preocupadas por sus esposos y padres de sus cachorritos. Desvió la mirada al mar, tratando de encontrar alguna señal de tranquilidad que bajara los niveles de ansiedad y preocupación, el azul del agua se extendía hasta la lejanía del horizonte a dónde el resplandor del sol trataba de hacerse presente, demasiado lejos pero a la vez tan cerca.

Se levantó con lentitud de las mantas improvisadas que se tendieron en el suelo al dormir, tomo la suya y la coloco con cuidado sobre el cuerpo pequeño de Jimin quien le había hecho compañía hasta altas horas en la noche con las esperanzas de que sus alfas regresarán.

Apesar de ser todavía temprano el sueño parecía no inundar su cuerpo, oportunidad que tomo para recorrer la playa y buscar comida; recolectó varios cocos a los pies de las palmeras y otros que tiro de las matas con piedras, se adentro al mar con la esperanza de encontrar peces o alguien otro animal que les sirviera de comida, una tarea difícil dadas sus posas habilidades en tal arte y el miedo a ser arrastrado por las olas del amar.

Al haber pasado la mayor parte de su vida dependiendo de sirvientes, cocineros y ayudantes desconocía muchas cosas, cientos de actividades que no teniendo esa vida podría aprender, la impotencia lo atrapo de nuevo como si está esperara el momento perfecto para atacarlo cuando más vulnerable se encontraba, la vergüenza a ser alguien inútil y de pocas habilidades le carcomía el alma.
Inconcientemente sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas al verse más solo que nada, con pocas posibilidades de ser de ayuda y con la incertidumbre de no saber nada de su alfa.

Lo amaba.

Su Omega y corazón lo querían de una manera muy distinta a como amo a su padre o a su madre, el sentimiento era parecido pero completamente diferente en muchos sentidos, adoraba y amaba a sus padres pero con Yoongi el sentimiento era demasiado intenso, fuerte y profundo, ligado con el deseo y la pasión por sentirlo, por tocarlo y ser tocado, por llenar en su vientre sus hijos, deseaba ser besado en los labios hasta quedarse sin aliento.

Rogó a los dioses por pronto tenerlo cerca y cumplir con lo que su cuerpo y Omega deseaban.

Con las manos y brazos cargados de cocos y alguno que otro pescado, caracol y cangrejo regreso a dónde se encontraban los omegas, el cielo estaba completamente claro y los únicos que seguían durmiendo eran los cachorros, sus madres y padres ya estaban de pie, acomodando las mantas o haciendo fuego mientras que otras traían troncos o ramas de árboles, cada uno en sus respectivas actividades que se impidieron para cooperar entre todos.

— Madrugador.— sonrió con cansancio ante el comentario de la Omega del alfa, la viejecita tomo entre sus manos algunas de las cosas que traía en sus manos.

— Solo desperté temprano.— comento siguiendo a la Omega mayor a dónde los fuegos trataban de arden.
El lugar, apesar de que estaba abandonado, se sentía conocido y hasta cierto punto buen lugar para vivir, palmeras enormes adornandolo, rocas a la orilla del mar y la arena le daba un buen aspecto.

Trato de mantenerse cuerdo en las conversaciones que algunas omegas planteaban pero le era imposible por más que lo intentaba, en varias ocasiones se perdió en sus pensamientos y lamentos que sus acompañantes de percataron de ello tratando de volver a repetirle lo más importante de sus conversaciones, haciéndolo sentir avergonzado.

Tiempo después de pláticas y de preparación del pescado y los caracoles se sentaron todos al rededor del fuego, los niños parecían los más tranquilos y felices jugueteando y corriendo por todos lados haciendo más cálido u familiar la estancia en la espera de sus alfas y padres, la única fuente de paz en momentos de dolor e incertidumbre.

—¿Qué es ese olor? — interrogó una de las omegas levantándose de la arena, a lo que le siguieron los demás, el olor a sangre inundó el aire fresco del mar, alertando a todos, incluido los niños, que dejaron de corretearse o de comer sus alimentos, todos expectantes de aquel aroma tan peligroso para ellos.

— Mamá.. que es ese olor..— un pequeño cachorro pregunto escondiéndose detrás de su madre quien lo apretó contra su cuerpo.
Con cada segundo que pasaba el olor a sangre incremento, demasiado espeso y amargo, la muerte misma plasmada en ella.

¿De que se trataba?

Algunos árboles crugieron ante la fuerza de aquello que se estaba acercando a paso lento pero col firmeza, acrecentando el olor a sangre.

Todos en la espectativa de lo que podría ocurrirles.

Un pequeño niño, que por su comportamiento denotaba ser alfa, avanzo con cuidado y lentitud, manteniendo a todos ansiosos y asustados por lo que pudiera suceder.

— Hijo, regresa..— imploro su madre al borde del llanto.

Sentimiento que puso a todos más alertas.

— ¡Papá! ¡Papá! — grito el chiquillo adentrandose a los matorrales con desespero.

LUZ DE LUNA.   -YOONTAE-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora