XII

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El día tan esperado por fin había llegado, los miembros de la manada vestían eufóricos sus mejores vestimentas para tan fecha importante.

Todos y cada uno de los omegas, alfas y betas de la manada llevaban en sus manos sus respectivas ofrendas, algunas familias que ya tenían cachorros un poco mayorcitos dejaron que sus hijos fueran los encargandos de entregar a la pareja elegida su ofrenda.

Todos estaban felices y llenos de anticipación por ver tan esperado espectáculo.

El centro de la manada estaba rodeado de antorchas encendidas en circulo dejando al centro un pequeño altar donde podrían la ofrenda tan esperada.

Varias sedas de colores y velas adornaban gran parte de las maderas que servían de soporte para cargar las ofrendas y más antorchas encendidas tintineaban sobre el viento frío.

Las antorchas brindaban calor a todos los aldeanos que bien abrigados rodearon el círculo, en la espera de tan esperado momento.

En la distancia el alfa de la manada encabezaba la procesión que recorrería desde su casa hasta donde se llevaría a cabo el ritual, y detrás de el y de su omega, Yoongi y Taehyung le acompañaban.

Ambos cargaban con su respectiva ofrenda –uno a cada lado del otro – sosteniendo una parte del cesto.

Taehyung lucía una hermosa capa de piel de oso negro que se arrastraba sobre la tierra conforme avanzaba, en su cabello una corona de flores silvestres en colores morados y blancos  le decoraba, y una túnica rosa pálido se escondía bajo la capa contrastando con su color de piel y ojos.

Era una túnica muy bonita la que Yoongi le había conseguido sólo para el, no supo como la consiguió o de donde la saco pero se la obsequio para esa fecha tan especial, y su regalo le había encantado.

La seda era demasiado suave y cálida como las que usaba en el palacio a comparación de las simples telas que portaba en la aldea, pero no se podía quejar.

Entendía todos y cada uno de los sacrificios que se tenían que hacer con tal de vivir un par de meses más, años tal vez y estaba bien con eso, se estaba acostumbrando poco a poco a las túnicas frías y sin colores brillantes, a las noches de frío y sobre unas mantas y pieles que usaba para cubrirse del frío, a los trabajos que debía realizar en su casona y las tareas que se le imponían como parte de la manada, a la sensación que le causaba la libertad, de ser libre y sin restricciones, era una de las cosas que no cambiaría por nada aunque tuviera que pasar penas y extrañar a su pueblo, y saberse de las injusticias que aquel hombre estaba haciendo con su partida.

Su pueblo.

El pueblo de sus padres y de sus abuelos, el pueblo que una vez fue de él y ahora solo mantenía los recuerdos de lo que una vez fue de él.

Su gente era la que pagaba en su ausencia.

En el caso de Yoongi, el portaba una túnica color verde y café en tonalidades oscuras, y en su cadera llevaba su espada enfundada al cinto, su semblante serio dejaba ver que estaba muy concentrado cargando la cesta a su lado.

Para él las cosas eran un poco menos difíciles que antes, tenía a Taehyung bajo su responsabilidad tanto de protegerlo como de evitar que alguien los reconociera y los encontraran.

Aunque estaban lo suficientemente lejos para que alguien supiera de su paradero y Howon había prometido guardar su palabra, llevarse a la tumba su secreto, secreto que mantendría al rey de Vante lejos de su paradero y de la supervivencia de Taehyung.

Los pasos de ambos eran lentos y un poco torpes porque la posición en la que ambos iban les resultaba incomoda, aunque Taehyung no cargaba mucho ya que el peso de la cesta era cargado por el alfa.

Los cuatro recorrieron el tramo que correspondía para llegar al centro del círculo donde los demás miembros ya los esperaban.

Las miradas de todos estaban puestas sobre ellos, expectantes del siguiente paso al mismo tiempo que ansiosos por que el ritual diera inició.

Al mismo tiempo que maravillados de ver a Taehyung luciendo una capa tan hermosa y única como la que portaba, si bien todos coincidían en que Taehyung era hermoso, de rasgos delicados y facciones marfiladas verlo de aquella manera vestido alegraba y fascinaba la vista de muchos, aunque todos sabían y tenían muy presente que Taehyung tenía dueño, y no cualquiera.

Varios alfas de la aldea habían visto las habilidades del alfa en la lucha, sus fuertes y precisos movimientos en las peleas que era mejor evitar problemas.
Aunque ninguno por muy aventado que fuera se atrevería a ver a Taehyung con otros ojos.

Taehyung tenía dueño al igual que Yoongi.

Algunas omegas y betas solteras habían caído fascinadas ante la virilidad del alfa, sus facciones duras, pómulos marcados al igual que sus músculos de los brazos y abdomen.
En varias ocasiones habían visto de hurtadillas al alfa bañándose en el río y más de una había quedado fascinada con el.

A pesar de ser muy frío o cortante con ellas, era algo que las atraía a el como abejas a un panal, aunque el alfa nunca les seguía el juego y las evitaba.

Varias omegas suspiraron cuando los vieron pasar al lado de ellas.

Una vez dentro del círculo los dos, avanzaron hasta dejar al centro de las maderas apiladas su ofrenda.

Taehyung estaba muy satisfecho con su trabajo.

Esa misma mañana se encargo de llenar y decorar la cesta con lo poco o mucho que tenía en su hogar, desde semillas, granos y los conejos que habían cazado hasta florecitas silvestres como las que portaba en su corona.

Yoongi no le había dicho nada al respecto pero sabía que el alfa estaba igual de satisfecho que él, sólo faltaba poner atención a como sus labios dibujaban una pequeña, casi diminuta, sonrisa que al instante borraba.

Con cuidado y evitando cometer errores ambos colocaron la ofrenda en su lugar para después recibir las de los demás aldeanos.

Una a una fueron dejadas alrededor de la principal, rodeándola de antorchas que poco a poco iban encendiéndose.

Las velas fueran las últimas en prenderse siendo ofrendadas como guía para que la diosa Luna les socorriera de prosperidad, fortaleza, salud y vitalidad.

Rogando que sus plegarias fueran escuchadas por la madre luna y no pasaran frío este invierno y que las cosechas se dieran como regalo de la diosa.

Cuando todos terminaron de implorar los primeros copos de nieve brotaron del cielo, cayendo como pétalos de flores sobre los árboles, pasto, piedras y hiedra.

El frío del invierno estaba ahí junto con la primera nevada del año, sellando un nuevo ciclo.

Y siendo testigo de un nuevo destino que trascendería milenios.

LUZ DE LUNA.   -YOONTAE-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora