Jimena
Camino despacio para que Cora me siga el paso con los pies pesados y la panza que ya está a punto de explotar como piñata.
—¿Cómo fue?
Pregunto con mucha intriga.
—Bien. Los papás de Esteban estaban convencidos.
Miro a Esteban que camina a nuestro lado.
—¿Estaban contentos la primera vez que les contaron?
Le pregunto a él que camina con una sonrisa saludando a cada persona que nos cruzamos. Sé que conoce a varias personas pero no es para que me lo refrieguen en la cara.
—Bien, confundidos porque fue muy rápido. Félix está de nuestro lado, ayudó con el convencimiento. Se creyeron la historia... Creo. Saben hacer sumas, creo que sospechan que pasó antes del casamiento, pero no creo que sospechen que no es mío, que es lo importante. En todo caso, no hicieron muchas preguntas. Va a nacer en una familia unida, es todo lo que les importa.
Termina él, bajito, mientras levanta la mano para saludar a la distancia a una mujer.
—Me alegro de que ahora sí puedan jugar a ser una pareja feliz. ¿No estás contenta, Cora?
Ella se limita a sonreírme con una sonrisa chiquita y sigue caminando por el shopping.
Los tres entramos en la tienda de ropa de bebé y me siento en el cielo. Pequeñas ropitas se extienden por todo el lugar, color rosa, celeste, amarillo, verde y negro.
Cuando veo las prenditas de ropa miniatura dejo salir un "oh" y corro para ver los zapatitos miniatura.
—¡Mirá, Cora!
Le extiendo un vestido mini y ella lo recibe con una sonrisa, la primera sonrisa no falsa del día. Hay veces que no entiendo a Cora, tiene todo lo que quiere: una súper casa que Esteban se encargó de conseguir con ¡Tres habitaciones!; el jardín extenso y listo para decorar con cualquier cosa que ella quiera; un bebé en camino que todo el mundo quiere, ya sin haber nacido es la cosa más popular y de lo que todo el mundo habla; y a su lado un hombre dispuesto a entregar la tarjeta de crédito para todo lo que ella quiera.
Es verdad que Esteban es gay pero ¿Qué espera? Los hombres son una mierda, yo lo sé bien. Mejor casarse con un gay simpático que quiere ser un padre responsable que con un chico hetero que sale corriendo al mes con su secretaria porque tenés mal humor y antojos. Todos sabemos que las relaciones no duran mucho, especialmente cuando hay chicos de por medio. Casarse con un buen amigo para tener una familia es lo mejor. Además, de esta forma puede tener un amante, todos sabemos que tiene esas inclinaciones. Esta vez le puede decir a su marido, no le va a importar, él tiene el suyo.
Con Esteban nos emocionamos y nos ponemos a ver vestidos miniatura, no sé cuál de los dos está más emocionado.
—No sabemos el género todavía.
Dice Cora tocándose levemente la panza.
—Porque no lo querés saber. Maldita aguafiestas.
—Creo que es mejor así. Es la sorpresa del nacimiento, me gusta la idea de sorprenderme en el momento.
—Espero que sea chico.
—No te anticipes. No quiero hacerme ideas.
—Oh, déjanos soñar.— Me quejo por su mala onda con todo últimamente. — ¿Esteban? ¿Vos qué preferís?
Le pregunto revolviendo más ropa.
—Nena. Obvio.
Buscamos entre los tres ropa neutral que dejamos en el centro de la mesa. Esteban, bien cuadrado, solo elige ropa blanca.
—¿Y vos, Cora?
Ella levanta la mirada que tiene clavada en un enterito color negro. Finalmente después de una mueca, insisto.
—Dale, no seas tan rígida. Decime qué sospechas. ¿Después de todo no dicen que la madre tiene un tercer sentido y no sé qué?
—No me quiero hacer ninguna idea todavía.
Ella esquiva la mirada.
—Coraaaa.
Lloriqueo para que largue lo que tiene en la mente.
—Nene.
Responde dejando el enterito a un costado.
Y cómo envidio a Cora en este momento, entre los tres seleccionamos una tanda de ropa. Lo primero que mini Cora va a usar cuando aparezca en este mundo después de salir de entre las piernas de mi amiga, gritando y llena de sangre.
Esteban paga sin siquiera mirar el precio. Encantado no sé quién tiene más emoción por seguir comprando cosas de bebé, si él o yol. Siempre sospeché que era gay pero ahora que está confirmado y que es el secreto de varias personas y no solo de él, de a poco empiezo a notar los verdaderos colores de Esteban. Su verdadera personalidad. Mucho más alegre, menos descontracturado, incluso más gracioso. Nos llevamos mucho mejor.
Ambos hablamos y toqueteamos todo lo que él acaba de comprar mientras nos hacemos paso hacia la calle y Cora nos sigue unos pasos detrás. Cuando me giro para verla, ella se detiene en la puerta del local y mira al cielo como buscando una explicación a algo. Me pregunto si estará hablando con Dios. Siempre hacía eso antes de los exámenes en el colegio.
—¿Pasa algo? ¿Te duele algo?
Ella nos mira y sonríe.
—Tengo antojo de helado de chocolate.