Rocío
Manejo el auto de Ian mientras él se fuma un cigarrillo, solo la música es lo que se escucha en el auto silencioso, subo el volumen de a poco para no generar ese momento incómodo entre nosotros. Ian tiene una distancia especial conmigo desde que empezó a salir con Berni y lo entiendo, no la quiere poner nerviosa, pero eso me pone nerviosa a mí.
Cuando llegamos al centro de rehabilitación lo hacemos entrando por la puerta de invitados, donde una enfermera nos acompaña junto con un par de otros visitantes a Ian y a mí hacía un gran espacio con tres mesas principales y un par de sillones que están apoyados contra las paredes.
Con Ian nos sentamos en una de las mesas, uno al lado del otro, Teo aparece junto con otros pacientes segundos después, arrastrando los pies en un uniforme beige de pantalón y remera que le queda tan grande que se resbala por su hombro. Tiene el pelo corto y puedo ver su pelo castaño natural, está crecido un par de centímetros.
Estoy a punto de saludarlo cuando una chica escuálida de pelo negro y aura de que se está por morir aparece por detrás de él para saludarnos.
—Hola, Ramona.
Dice ella extendiendo la mano dura como si fuera de mármol.
Genial, lo que falta, otra chica loca para Teo mientras está en rehabilitación manteniéndose limpio.
Le extiendo la mano para estrecharla con firmeza, Ian en su posición de gárgola no hace nada, ni emite un sonido, solo mira a la chica con desconfianza. Debe estar pensando lo mismo que yo.
—Mi nueva sombra.
Dice Teo señalando para atrás con el pulgar mientras hace para atrás la silla, la da vuelta y se sienta con los brazos apoyados sobre el respaldo, por su parte Ramona se queda ahí parada, observándonos con cuidado.
—Quién iba a decir que todos iban a ser parecidos... tus amigos. Con tatuajes y piercings, parecen de una secta.
Teo se gira levemente y mira a la chica que no debe pesar más de dos kilos.
—Ramona, quieta.
Ella frunce el ceño y cuando creo que va a empezar a gritar, da un salto y una pirueta en el aire.
—¿Qué onda?
Pregunto mientras me dejo caer sobre la mesa con los brazos extendidos.
—Bien.— Responde Teo en seco. —Veo Ian, que estás mejorando en esto de las peleas.
Ian se cruza de brazos y no responde al comentario cortante de Teo flotar en el aire.
—¿Por qué Andy quiere mis llaves?
—Se quiere quedar en tu casa por un tiempo para...
Le empiezo a explicar.
—Eso lo sé. Pero díganme ustedes, ya que él no me quiso decir. ¿Por qué quiere volver?
Ian me mira de reojo.
—Está saliendo con la virgen.
Le dice.
—La mujer tuvo una hija... creo que el apodo ya no le queda, Ian.— Le digo, él responde con un leve gruñido que proviene de su garganta. —Está saliendo con Cora. A escondidas obviamente.
Teo levanta la comisura de su boca en gesto de aprobación. Todos sabemos del lado de quién está Teo en esta historia, nunca quiso que Cora se casara, incluso lo intentó convencer a Andy con miles de llamadas de que todo estaba mal. Que dejarla ir no era la solución a nada.