Susto

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Berni

Son las nueve de la noche y me muevo nerviosa por el living. Miro el reloj una y otra vez como si eso hiciera que las manecillas se aceleren.

Después del estrés de entregar las últimas piezas de la colección de invierno, después de tener que visitar a Teo cada fin de semana en rehabilitación, después de Katia, Ian es una máquina que no para. Se la pasa afuera de la casa, corriendo o peleando cuando no está conmigo. Pero, aun así, siempre que estoy libre está conmigo.

Hoy es diferente, él sabía que iba a volver a las ocho de la noche de la última sesión de fotos. Una a la cual no podía llevarlo por cuestiones de confidencialidad. Es para una marca importante a la cual no le gusta que divulguen sus diseños antes de los lanzamientos y no querían a un diseñador de la competencia en el set. Si no fuera por eso, Ian estaría conmigo en la sesión de fotos y ahora conmigo en la casa y no donde sea que esté.

Cuando lo llamo no responde el teléfono. No soy tan idiota como para pensar que me está engañando pero ya pasó una hora y me preocupa su estabilidad mental. Él nunca falla, cuando vuelvo a casa es puntual. Siempre llega unos momentos antes de que yo lo haga y si está demorado unos minutos me manda un mensaje. Esta vez no tengo nada de él. No sabía que iba a ir a algún lugar después de ir al taller.

Cuando se hacen las nueve y media sucumbo a mi ansiedad y me rebajo.

"¿Ian está con vos? ¿Siguen limpiando?" Berni.

"No, pensé que después de limpiar el depósito se iba al departamento." Andrés.

Me muerdo el labio inferior y estoy a punto de escribirle a Cris cuando me doy cuenta de que probablemente haya salido con Andy del lugar. Es tarde y si Ian sigue en el taller, Cris seguramente no. En todo caso, si estuviera ahí, no tendría por qué no responderme las llamadas.

Me termino de calzar mis zapatillas de estar en casa y salgo por la puerta principal de la casa con las llaves del auto de Ian en la mano. Ni siquiera tiene medio de transporte, siempre camina a todos lados si es que no lo estoy llevando a algún lugar.

Subo al auto y prendo la radio pero cuando reproduce uno de los álbumes de metal pesado de Ian la termino apagando nuevamente. Voy primero al sitio que se me hace más seguro, el antro. Me bajo y sin saludar al guardia de la entrada, salgo disparada a la barra donde por suerte encuentro a Benjamín. Escaneo el lugar, está igual de desarreglado y sucio que siempre. No hay tanta gente como esperaba, parece algo vacío y triste. Espero ver a Ian sentado en el final de la barra pero su lugar está vacío.

—La superestrella del momento llegó.

Dice Benjamín encantado moviendo sus rastas detrás de su hombro con una mano y se posa el repasador en él de forma casual. Se inclina hacia adelante sobre la barra y me da una mirada de ojos vidriosos.

—Hola. ¿Cómo estás?

—Mejor que nunca.— Responde él. —¿Qué querés tomar? ¿Día difícil?

La música del lugar retumba en mi cerebro ya neurótico. Me molestan las uñas esculpidas, me duele la cabeza, tengo todavía el cuero cabelludo sensible por el peinado que me hicieron hoy, y tengo los tobillos lastimados gracias a los zapatos altos que tuve que usar durante toda la sesión de fotos.

—No vengo a tomar. Estoy buscando a Ian. ¿Lo viste hoy?

Benjamín mira hacia el techo intentando hacer memoria, sé que está pretendiendo, Ian es una persona difícil de olvidar, toma como un animal, deja la cuenta abierta y siempre termina peleándose con alguien. Siempre que llega hace estragos en el bar. Solo lo dejan seguir concurriendo porque es uno de los clientes que consume y paga sin importarle los números.

MomoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora