XIX

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- ¿Iremos hoy a los jardines?- Inquirió el pelirrojo, absorto en su tarea, casi invisible entre telas mientras hacía regresar la aguja hacia sí.

Lo hacía con tanto profesionalismo que Seonghwa llegó a pensar en él como un ornator manejando con sus dedos un cabello de oro a su voluntad.

- ¿Acaso quieres ir?- Preguntó a forma de respuesta el otro.

Seonghwa despegó definitivamente su mirada del libro, puesto que encontraba aquella conversación más interesante que cualquier ensayo literario. Sus ojos oscuros, muy negros brillaban en emoción, puesto que esa propuesta significaba mucho para él.

Llevaba meses intentando acercarse al otro, dando el primer paso, llevándolo consigo hacia los rincones más misteriosos del castillo, sólo para instar un comportamiento de interés similar en el contrario. ¡Hasta le había enviado una carta a su buzón, por el amor de Dios!

Y por fin sentía que Kim se empezaba a ablandar, aceptando sus propuestas sin algún gesto de rechazo cuando estaban frente a las escaleras. Pensó que haría lo mismo por él.

- Quiero decir, si insistes...- Respondió sin dejar escapar una fracción, ocultando sus ganas de simplemente levantarse y arrastrarlo de la mano hacia dicha parte del palacio.

- ...Veo que está usted muy envalentonado hoy, con el atrevimiento de ocultar su interés a pesar de que sus ojos brillan como estrellas en el cielo nocturno.- Molestó el más bajo quitando del medio una de sus hebras para vislumbrar mejor el rostro del heredero.

- Su presencia me hace que me relaje.- Dijo, siendo esta la conclusión ligada a sus verdaderos pensamientos, sinceros y escondidos que luchaban por salir gradualmente de su castigado interior.

Hongjoong no insistió, en su lugar hizo uso del silencio. Estaba acostumbrado a que el tímido fuera el otro.

¿En qué momento el roce lo había vuelto audaz de aquella manera?, ¿Tan osado como para dejarle entrever aquellos desconocidos y puros pensamientos sin tapujo que no debía confiar jamás?

- Vaya, me ha dejado sin palabras.- Admitió el pelirrojo.- No hubo mucha gente con la cual haya cruzado palabra y haya conseguido lo que usted; o, al menos, no que siga con vida.-

La -generalmente- silenciosa risa del príncipe en ese momento se escuchó fuerte y clara, nítida como el sonido de un cascabel. Resonaba en aquella inmensa sala como el eco de un canto al anochecer.

- Ya veo, si ese es el caso, tal vez sería correcto por mi parte hacerlo más seguido. Puesto que soy el único que -al parecer- puede hacerle sonreír cuyo corazón sigue en funcionamiento.- Concluyó el príncipe.

Hongjoong puso mala cara.

- Es usted un engreído.- Dijo Hongjoong, acompañándolo de un ligero golpecito en el hombro.

- Y usted inofensivo, pequeño y dulce como un corderito.- Soltó, su único fin siendo molestar al otro.

Observó al pelirrojo atentamente, el cual chasqueó la lengua, haciendo un breve "tch."

- ¿No cree que, tal vez, puede estar frente a un lobo en piel de cordero?- Contraatacó, de la misma manera.- Hay todavía muchas cosas que usted inocentemente desconoce.- Añadió, mirando de reojo al príncipe.

Este, sin embargo, en vez de dar un paso atrás o preguntar, se acercó más, siendo que a Hongjoong nunca le había intimidado de aquella manera la altura del heredero. Para todo había una primera vez.

El de cabellos oscuros lo miró de arriba a abajo, parándose una última vez en sus ojos.

- No; estoy lo suficientemente seguro como para afirmar que se trata sólo de un corderito aunque se comporte usted como un valiente lobo frente a mí.- Enunció, apretando sus mejillas y retorciéndolas amorosamente para probar su teoría.- Aigoo, ¡Que lindo!-

El propio Hongjoong quedó perplejo ante esa acción, patidifuso incluso. Tanto su orgullo como intenciones quedaron aplastados por el otro, el cual lo miraba sonriente, triunfante.

Estaba obligado a callar.

Pero, igual que siempre, no se dejaría tan fácilmente. Finalmente, reaccionando, el pelirrojo acertó a morder uno de los dedos que seguía pinchando sus mejillas.

- ¡Auch!- Exclamó el príncipe.- Que borrego más rebelde.- Murmuró poco después, a la par que metía el dedo en su boca, puesto de ardía como si sangrara.

El más bajo hizo el amago de acercarse para comprobar el daño, pero el heredero se alejó, resentido.

- Aish, en serio... - Bufó, quitándole el dedo de la boca.- Sólo quiero comprobar que esté usted bien, lamento haber sido impulsivo.- Aseguró el pelirrojo, soplando lentamente sobre la irritación en la piel del otro.

- Lo que diga, dócil xai*- Respondió Park.

- Está ganándose a pulso que muerda su piel una segunda vez. No seré tan amable si me reta de nuevo.- Advirtió, más su sonrisa lo delataba.

- Bien sé que no lo hará.-

- Está usted muy seguro.-

Seonghwa no pudo hacer más que sonreír bobamente, satisfecho.

Mantuvieron silencio.

[...]

Cuando el modista sintió que fue suficiente, dejó de lado lo que estaba haciendo y guardó los materiales.

- En realidad... Quería preguntarle algo, bueno, si es que está de acuerdo, claro.- Dijo Kim, un tanto ensimismado.

- Oh... Por supuesto, adelante.-

- Siempre he tenido curiosidad por saber cómo son los aposentos reales.- Planteó.- Pensé que quizás usted podría iluminarme.- Concluyó, abochornado.

- Veré qué puedo hacer, pero antes, deberá prometerme algo.- Respodió Seonghwa al pedido.

- Bien, ¿cuáles son sus requisitos?- Accedió el pelirrojo.

- Es muy simple: Usted no deberá robar o manipular nada de lo que haya en la habitación. De lo contrario, me veré obligado a presentar mi armada frente a su casa como mínimo.-

- Bien, acepto.-

- Nadie deberá enterarse de esto.- Dijo el príncipe, mirando a los ojos contrarios.

- Bien, acepto.-

Hubo un silencio entre ambos, el cual se cortó cuando Seonghwa habló.

- Muy bien, entonces...- Enunció la hora, sacando su reloj de bolsillo con naturalidad.- Los turnos de las damas y mayordomos para las habitaciónes comenzarán en apenas media hora; pero si lo prefiere, podemos ir el próximo día con más antelación.-

- No, es perfecto. Verá como nos sobrarán los minutos.- Acompañó el pelirrojo con un gesto con la mano.- Además, no considero sus aposentos como una guía turística, eso sería ofensivo incluso.-

Seonghwa asintió, en entendimiento.

- Comprendo.- El príncipe se relamió los labios, pensando en cómo podría no hacer sonar ligeramente provocadora la pregunta que haría. Sin embargo, optó por callar y simplemente hacer un gesto, indicando que precisaba que el otro siguiera el camino que él trazaba hasta su alcoba.

"¿Qué me dice si subimos?"

El modista (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora